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Se prevé un mayor estancamiento y tensión cambiaria. Antes de los comicios del 7 de septiembre, Milei y Caputo soñaba con arrasar el 26 de octubre y que esa victoria habilitara una baja del riesgo país. Ahora el mercado lo descarta. Incluso se tejen conjeturas de que el establishment prepara un plan B por si cae el gobierno.
Es posible que el presidente Javier Milei no cante como La Mosca “hoy estoy peor que ayer, pero mejor que mañana”, pero ahora economistas y brokers prevén que la economía llegará peor a las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre que como arribó a las bonaerenses del pasado día. Él y la inmensa mayoría de los encuestadores creían que su proyecto político era muy popular, pero los recientes comicios, en los votaba el 37% de los argentinos, demostraron que sólo satisfacía a un tercio de la población. ¿El mismo tercio más rico que venía impulsando el consumo desigual?
“Veo a la economía tratando de sacarse de encima ciertas incertidumbres, pero no resulta fácil”, observa el exviceministro de Economía Daniel Marx, de la consultora Quantum Finanzas. Su colega Francisco Eggers, profesor de la Universidad de La Plata, la describe como “complicada”.
“El gran tema es la cuestión cambiaria: ¿aguanta el techo de la banda, o no?”, se pregunta Eggers mientras el mercado ya está a punto probar a ver si el Banco Central empieza a gastar los dólares del préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) para contener la moneda norteamericana en el mercado mayorista en el máximo de $1.472. Hoy está a $1.460. El minorista, a $1.475. “Depende de la presión que tenga, y también de que sea verdad que el FMI autorizó al Gobierno a usar los fondos del programa para sostener el tipo de cambio. La verdad, para mí, ambas cosas son una incógnita”, continúa.
“Por lo demás, el crecimiento del nivel de actividad en el segundo semestre del año pasado se transformó en meseta en el primer semestre de este año, y no me extrañaría que tienda a nuevo declive en este segundo semestre”, continúa el profesor de La Plata. “La situación real de la gente no va a cambiar mucho en estas semanas, salvo que haya una devaluación fuerte, que tendría impacto en la inflación. Puede haber un aumento de la incertidumbre, que repercute en términos de malestar.”
“De la acumulación de reservas de acá al 26 de octubre, olvidate, lo mejor que puede pasar es que no se pierdan demasiado”, apunta Eggers a una de las demandas del mercado que explican la desconfianza en el peso. El temor a que el plan económico y hasta el propio gobierno de Milei naufrague también influye.
“El Gobierno perdió una gran oportunidad al comprar muy pocas reservas durante la temporada alta de liquidación de la cosecha, y ahora se encuentra con que le va a resultar difícil volver a tomar endeudamiento externo”, apunta el ex funcionario de la Secretaría de Finanzas. Es que Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, soñaban con una secuencia que no se dio: que un triunfo electoral permitiera bajar el riesgo país, refinanciar los futuros pagos de la deuda y emprender reformas tributaria, laboral y jubilatoria que atraigan inversiones y crecimiento duradero.
“La apuesta era que todo se calmara con las victorias oficialistas. Eso, para mí, era no entender la cuestión de fondo, que el esquema cambiario no es sostenible más allá de lo político”, reflexiona Eggers. “Pero la derrota en provincia acelera las cosas. El riesgo país está muy alto, impide emitir bonos en dólares, y los inversores internacionales que compraron Bonte 2030 hasta ahora perdieron feo, lo que hace poco probable colocarles nuevamente bonos en pesos”, se refiere al título que colocó Caputo a quienes convertían sus dólares a moneda nacional a cambio de tasas altas.
La consultora británica Oxford Economics tampoco lo ve bien. “El Gobierno se enfrentará a una disyuntiva política crucial a pesar de los resultados de mitad de mandato. En nuestro escenario base, la administración de Milei pasa de priorizar el control de la inflación a centrarse en la acumulación de reservas y aborda la sobrevaluación del 20% del peso argentino para fomentar una entrada constante de dólares. Sin embargo, este cambio podría acarrear costos políticos en las elecciones de 2027”, plantea un mal futuro político para el libertario el informe de Oxford, que redactó Mauricio Monge.
“En el escenario alternativo, Milei mantiene su enfoque en controlar la inflación mediante la intervención continua en el mercado cambiario”, plantea la consultora europea. “Sin embargo, este enfoque se basaría en tasas de interés reales elevadas, que lastran la actividad económica. Este escenario supone que Milei conservará el respaldo de los inversores internacionales, una suposición cada vez más incierta a medida que aumentan las críticas a su gestión del tipo de cambio porque se percibe ampliamente como una estrategia electoral en lugar de un enfoque político sostenible”, añade Monge dudas sobre el plan económico de Milei y Caputo.
En la sociedad bursátil GMA Capital?, Franco Borchi y Leandro Otero pronostican el estado económico para las próximas elecciones. “Preveo la misma volatilidad que para las pasadas, la actividad muy golpeada y la desconfianza, con más vetos de Milei volteados en el Congreso, podría empeorar todavía. Por ahora es un aguantar hasta las elecciones, después vemos”, analiza Borchi.
“Si el Gobierno vuelve a tener una derrota y el mercado no lo descontó antes, como pasó en provincia, entonces vamos a volver a tener un lunes peor que el 8 de septiembre, y claramente un mercado cayendo es peor para todos”, conjetura Borchi. De todos modos, aún confía en que la esperanza del estabilshment de emprender reformas estructurales no se cae: “Si pierden en octubre, va a ser más difícil, pero van a tener que negociar mucho con otros partidos. Habrá un escenario de mayor ajuste en caso de que no puedan pasar sus reformas”.
“La economía llegará a la elección con poco margen de maniobra en lo financiero y lo que es peor, en lo económico”, avizora Otero. “Habría buenas perspectivas si lograra apoyo para efectuar reformas que el país necesita, como las impositivas y laborales, pero en un contexto de disociación acelerada entre la administración nacional, las provincias, la oposición y los actores sociales, veo un futuro más que desafiante. Si las elecciones no son favorables a esta administración, dudo sobre cómo lo va a tomar emocionalmente y qué podría detonar, mientras su votante de 2023, el 55%, podría impacientarse”, concluye Otero.
El analista político Ignacio Labaqui opina que el resultado electoral bonaerense abrió cuatro incertidumbres. La primera, cómo le irá a La Libertad Avanza (LLA) el 26 de octubre. La segunda, la gobernabilidad después de ese comicio si este gobierno en “hiperminoría” parlamentaria le obtiene un porcentaje mediocre (30%) en las urnas.
La tercera incertidumbre, el pago de la deuda, dado que el riesgo país se explica por la falta de acumulación de reservas y por las dudas sobre “cómo va a gobernar en los próximos dos años, con menos espacio para sostener el ajuste fiscal y sin espacio para reformas estructurales, que requerían de un resultado contundente”. La cuarta, quién ganará en 2027.
El sueño reeleccionista de Milei se oscurece. En el peronismo asciende la figura del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que no sólo salió airoso de la apuesta de adelantar sus elecciones, pese a la oposición de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y sino que a la semana de su victoria abrió un antes y un después concediéndole una entrevista a Clarín, diario que maltratado a ambos históricamente. ¿Acaso Héctor Magnetto, accionista del grupo, ven en Kicillof un Lula da Silva, que pasó de ser un iracundo gremialista de izquierda a un presidente socialdemócrata respetuoso de la sustentabilidad fiscal para emprender sus políticas productivas y sociales?
¿O será acertada la versión de al menos dos operadores políticos de que Magnetto, Paolo Rocca, al frente del grupo Techint, y otros socios de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) tejen en las sombras un plan B por si otra derrota electoral en octubre termina con el gobierno de Milei? ¿Impulsarían al futuro diputado y exgobernador cordobés Juan Schiaretti como presidente nombrado en asamblea legislativa, como Eduardo Duhalde en 2002? ¿O son el expresidente Mauricio Macri y consulto político Guillermo Seita quienes lo impulsan, tal como indican otros analistas politicos? Imposible de confirmar, pero hasta el periodista Joaquín Morales Solá habló la semana pasada de la hipótesis Schiaretti presidente. La idea es sostener el giro económico liberal de Milei, pero con un presidente cuerdo, con un gobierno más sólido de coalición de gobernadores y sin el festival de importaciones con el que el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, descansó en la cara a Rocca.
Pero volvamos a la economía. Dos académicos de la materia especulan sobre lo que acontecerá, pero bajo la condición de anonimato. Son tiempos sensibles. “El golpe político que recibió el plan fue tan duro que se va a necesitar una reformulación profunda”, confiesa uno de ellos. “Por ejemplo, probablemente van a tener que flotar sin bandas. Ello es así porque tienen que acumular reservas sí o sí y eso necesita un dólar que por ahí está ariba de la banda superior. Pero la reformulación sólo la pueden hacer después del 26 de octubre, antes no tienen cómo generar apoyo político suficiente. Por lo tanto de aquí a octubre van a empujar con la panza como puedan. La volatilidad va a seguir, sobre todo en bonos y acciones. El dólar puede ser que no se les vaya porque el FMI, aparentemente, los dejó que vendan parte de lo que nos prestó para sostener la banda. Pero dependerá del día a día porque cuanto más vendan ahora más difícil después al reformular. El nivel de actividad va a tener sesgo más recesivo y la oposición se envalentonó y pueden impulsar protestas”, finaliza el primero de los académicos.
“Con salarios no pasa nada y se paró el crédito privado, que fue un motor clave de la reactivación”, advierte sobre el bolsillo de la gente. “El plan del Gobierno no se cayó por el resultado bonaerense porque nunca estuvo erguido… Todo lo que hizo fue apostar a bajar la inflación manipulando el tipo de cambio. En planes anteriores en que se hizo esto pasó lo mismo: mientras bajaba la inflación, la gente feliz. Pero, cuando los mercados ven que atrasás el tipo de cambio y no tenés reservas, tarde o temprano te lo hacen notar. Se lo advirtieron muchos economistas, pero la respuesta fue ‘comprá campeón’”, recuerda la frase de Caputo cuando el dólar valía $1.220 hace dos meses nada más.
El otro académico complementa: “La economía ya está sufriendo esta transición de medio término. Las perspectivas ya son malas, pero hay algo por encima de todo que es prioritario y es la estabilidad del sistema financiero. Mientras el sistema esté firme, la tormenta se va a poder campear y lo que quedan son efectos reales, que ya los hemos visto, en la actividad y nominales en el dólar. Yo no creo que la inflación repunte en este contexto, pero el votante va a llegar a las urnas mal o peor”. La preocupación por la salud de los bancos comenzó a cundir en el mercado por las tasas altas y volátiles y los elevados encajes bancarios para frenar el dólar, pero el Gobierno empezó a desandar esa receta la semana pasada por presión del FMI. “La combinación de dolarización inducida y secado de la plaza en pesos es una pinza que puede llevar a un contexto de fragilidad financiera, que abre otro capítulo”, advierte el académico, que espera esta política monetaria haya cesado.
AR/MC