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Con una fuerte impronta de reciclaje, en la Universidad Nacional de Río Cuarto se puso en marcha una propuesta que ya funciona como un ejemplo palpable de economía circular. A través del programa Crear Ambiente, el proyecto de ecobotellas convierte plásticos descartables en desuso en elementos de infraestructura que luego se incorporan al propio campus universitario.
La idea surgió a partir de una observación cotidiana en el Hospital Escuela de la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Allí, docentes y personal advirtieron la gran cantidad de residuos plásticos limpios que se eliminan día tras día, lo que motivó la búsqueda de una alternativa sostenible para reutilizar ese material y reducir su impacto ambiental.
CÓMO ES LA INICIATIVA DE RECICLAJE QUE POTENCIA CÓRDOBA
A partir de esa preocupación inicial, se elaboró una iniciativa que fue elevada y obtuvo financiamiento de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Río Cuarto, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Así se lograron ecobotellas con medidas uniformes, pensadas como auténticos “ecoladrillos”, que ya hicieron posible la construcción del primer ecobanco dentro del ámbito universitario.
El alcance del proyecto queda en evidencia con un dato concreto: para ese espacio ecológico se emplearon cerca de 340 ecobotellas, lo que equivale a entre 120 y 170 kilos de plástico que dejaron de terminar como desecho. A esto se sumó el uso de vidrio triturado reutilizado, gracias a un trabajo conjunto con una cooperativa de Alcira Gigena, que permitió reemplazar parte de la arena tradicional en la mezcla utilizada para la obra.
Sin embargo, el valor central no reside únicamente en la infraestructura lograda, sino en el camino recorrido. La propuesta convocó a estudiantes, centros estudiantiles y diversas facultades, que participaron activamente y recibieron formación específica para aprender a confeccionar correctamente las ecobotellas.
El próximo objetivo es darle continuidad y mayor escala a la experiencia. De cara a 2026, ya se proyecta la apertura de un segundo ecocitio y la ampliación de los puntos de acopio dentro del campus. Una iniciativa que confirma que el compromiso ambiental puede traducirse en hechos concretos, aprendizaje colectivo y acción sostenida desde la universidad pública.