"Billy Budd", retrato social en alta mar

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Una ópera sobre la justicia, la ley y sus asimetrías. Sobre la belleza y el odio. Sobre la culpa y el castigo. Sobre capitanes y marineros. Sobre hombres solos. Una ópera sobre el mar. El martes 1° a las 20, la temporada lírica del Teatro Colón pondrá en escena la primera de las ocho funciones previstas para Billy Budd, la ópera de Benjamin Britten con libreto de Edward Morgan Forster y Eric Crozier sobre la novela póstuma de Hermann Melville.

Será el estreno argentino de un título largamente esperado, una producción con la puesta en escena de Marcelo Lombardero, la escenografía de Diego Siliano, el vestuario de Luciana Gutman y la iluminación de José Luis Fiorruccio. La dirección musical será de Erik Nielsen, con la Orquesta y Coro Estables, además del Coro de Niños del Teatro Colón, y dos elencos de cantantes. El barítono John Chest como Billy Budd, un marinero raso, joven, bello y tartamudo; el tenor Toby Spence como el Edward Vere, capitán de la nave “Indomable”; y el bajo Hernán Iturralde en el rol de John Claggart, maestro de armas del barco y tipo jodido, articularán el triángulo protagonista en las funciones del martes 1°, jueves 3, domingo 6 y martes 8 de julio. Stephen Costello, Sean Michael Plumb y David Leigh lo harán en las funciones del 2, 5, 10 y 12.

El Capitán Verve, en el Prólogo de la ópera, recuerda aquel verano de 1797 a bordo del “Indomable” cuando, durante la guerra con Francia, un viento de ideas revolucionarias perturbó a la tripulación. “¿Qué hice?”, se pregunta el anciano reflexionando sobre el bien y el mal. Y aunque ya es tarde para todo, desde su memoria comienza a desplegarse la historia. “Billy Budd es una parábola bíblica”, asegura Lombardero al comenzar la charla con Página/12 y enseguida explica: “Creo que lo central en la obra no es tanto la lucha del bien y del mal, sino cómo un ser humano, mediocre e imperfecto como todo ser humano, se enfrenta a una disyuntiva entre el orden legal y la justicia, que generalmente no son lo mismo”, agrega el director de escena.

Con una música de gran precisión dramática y generosa imaginería, la historia habla del "Indomable", un barco de marineros descontentos y maltratados al que llegan, reclutados a la fuerza, tres jóvenes. Claggart, el maestro de armas, los interroga y de los tres solo Billy Budd se declara feliz de estar donde está. Tanta satisfacción en el clima chato y gris de la tripulación despierta sospechas. Claggart cree que Billy Budd, que además de feliz es bello, es un agitador político, por lo que hará lo que sea para destruirlo. Su odio crece. Lo denuncia ante Vere por intentar un motín. El capitán enfrenta a ambos en un careo, pero Billy Budd, tartamudo, no puede hablar. En su impotencia golpea a Claggart y acaso sin querer lo mata. Vere se ve obligado a llevar a Billy ante un consejo de guerra extraordinario, que lo condena a la horca. En el epílogo, un agregado de los libretistas a la novela de Melville, Vere se siente atormentado por no haber salvado al joven marinero, a quien en el fondo consideraba inocente.  

En el mismo barco

“El capitán tiene que acatar una ley sabiendo que es injusta para seguir teniendo el control político de la nave. Esa nave que es nuestro mundo, establecido en castas”, comenta Lombardero. “El capitán es el representante del rey, los oficiales detentan el poder sobre un grupo de suboficiales que a su vez son el control de policía, ejercido hacia abajo, hacia la marinería, que es la base social del barco. Es decir, el poder central tiene un poder de policía para defender el orden establecido. Cuando el orden establecido es perturbado, hay que aplicar la ley, aunque sea injusta. Es una obra de profunda vigencia, ¿no?”, reflexiona el director.

Esta puesta de Billy Budd que Lombardero actualiza para el Teatro Colón, tiene su origen en una coproducción entre el Teatro Municipal de Santiago de Chile, donde se estrenó en 2013 con gran repercusión, y el Teatro Argentino de La Plata, en ocasión del centenario del nacimiento de Britten. Pero entonces no llegó a estrenarse en Argentina. “La hicimos también en Río de Janeiro. Pero esta nueva producción resignifica aquella puesta y potencia el sesgo cinematográfico e hiperrealista”, dice el director de escena. “El escenario es una nave, el mar se mueve. Hay una mirada muy cinematográfica, que sostienen el libreto de Foster y la música de Britten. Nos apoyamos en eso y mantuvimos su contexto histórico para explicarla mejor", continua Lombardero . 

A esa idea acuden los vestuarios de Luciana Gutman, cuidadosamente diseñados y realizados sobre modelos de época. "Ojo, no creo que el teatro sea un problema de la moda que pongamos arriba del escenario. No contamos la historia a partir de cómo está vestida la gente. Simplemente en este caso me parecía que hacer reconstrucción histórica, realista, con una mirada muy espectacular en términos cinematográficos, nos ayudaba a contar esta historia, que es una historia épica. Billy Budd es una ópera de hombres, en un contexto de guerra. Es imponente desde el punto de vista escénico, con veintidós roles solistas, además de las intervenciones del coro de hombres. En esta producción contamos con dos elencos muy parejos, con protagonistas excelentes y un director musical como Erik Nielsen, de gran rigor y mucho talento", agrega. 

"Es interesante remarcar que cuando se estrenó Billy Budd, en 1951, la ópera como género no tenía un gran presente. A la vuelta de la vida, Britten está vigente, su teatro y su música nos suenan modernos, más que muchas de aquellas vanguardias que hoy nos quedan un poco lejanas", enfatiza el director y agrega: "Creo que esta es la obra más perfecta de Britten, más incluso que Peter Grimes. Es la obra de un compositor en su madurez, que encontró en E. M. Foster un aliado incomparable".

Hablando de vanguardias, ni bien estrene Billy Budd en Buenos Aires, Lombardero regresará a México, donde desde inicios de este año es Director Artístico de la Compañía Nacional de Ópera y del Estudio Ópera de Bellas Artes, que por estos días estrenará Un re in ascolto, la ópera de Luciano Berio sobre libreto de Italo Calvino, con la puesta en escena de Martín Bauer. "En términos personales me siento muy cómodo, muy contento de trabajar en México, muy acompañado por la Secretaría de Cultura, Claudia Curriel, por la Directora General del Palacio de Bellas Artes, Alejandra de la Paz. Y además me siento muy consustanciado con lo que está sucediendo en términos políticos, con el gobierno de Claudia Sheinbaum y la Cuarta Transformación", sostiene Lombardero.

"En este primer semestre de nuestra primera temporada tuvimos gran afluencia de público, con una programación variada. Estrenamos en México Lady Macbeth de Mtsensk, pusimos una celebrada versión de Rigoletto con cantantes mejicanos, como Alfredo Daza, Jorge Lagunes y también Arturo Chacón-Cruz, uno de los grandes tenores del momento, que dio además un recital. Después de eso tuvimos conciertos de Javier Camarena", destaca Lombardero y concluye: "Ahora hacemos la primera versión escénica en América de Un re in ascolto. Es una gran apuesta, que abordamos sabiendo que no siempre tenemos que hacer éxitos rotundos, que la trascendencia del espectáculo va más allá del evento en sí. Descreo de esa mirada neoliberal que hace de un hecho cultural un evento en sí y no parte una construcción". 

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