Physical Address
304 North Cardinal St.
Dorchester Center, MA 02124
Physical Address
304 North Cardinal St.
Dorchester Center, MA 02124
Los candidatos Rodrigo Paz y Jorge Quiroga plantean recetas similares en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, muy marcadas por la recesión económica y con una izquierda prácticamente anulada políticamente
La izquierda pierde las elecciones en Bolivia por primera vez en 20 años y dos candidatos conservadores irán a segunda vuelta
Una Bolivia en crisis, hundida por la recesión económica y polarizada por el fantasma del racismo, acude este domingo a votar para elegir a su nuevo presidente en una inédita segunda vuelta electoral donde dos candidatos de derecha, Rodrigo Paz y Jorge Quiroga, pelean por gobernar el país andino tras casi 20 años de hegemonía de la izquierda.
Casi ocho millones de ciudadanos están habilitados para votar en el balotaje, el primero que se celebra en la historia política de Bolivia, tras una primera vuelta en la que ninguno de los dos candidatos alcanzó el 50% ni suficiente ventaja sobre el otro para evitar la segunda votación. Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), fue la gran sorpresa al alcanzar el primer lugar, con el 32,1%, seguido por Quiroga, de la Alianza Libre, con el 26,7%. Los resultados echaron por tierra las previsiones de las encuestas.
Las mismas encuestadoras ubican como favorito para el balotaje al expresidente Quiroga (2001-2002), el aspirante más radical de los dos, por diferencias que oscilan entre los cuatro y los ocho puntos, pero con un 10% de indecisos que podrían resultar determinantes para definir al ganador.
La izquierda queda fuera de la elección definitiva, impedida por la división del voto entre dos candidaturas y el boicot de Evo Morales, que llamó a sus partidarios al voto nulo en la primera vuelta tras ser inhabilitado constitucionalmente.
Para esta segunda ronda, Morales no ha dado consignas a sus simpatizantes sobre los candidatos, muy alejados de su proyecto político. Sin embargo, no han faltado voces, en especial desde la Alianza Libre, que han denunciado un “pacto secreto” no comprobado entre el líder cocalero y el PDC. A su vez, Morales ha declarado abiertamente que Quiroga es el “candidato de Lucho Arce”, el aún presidente de Bolivia y antes su ministro de Economía, con quien ha librado en los últimos años una lucha intestina que ha acabado por desarticular al proyecto político de izquierda.
Desde el jueves, en Bolivia rige el “silencio electoral”, que impide las campañas y la propaganda electoral en medios de comunicación. Sin embargo, la veda no se respeta en las redes sociales, donde seguidores de ambos frentes revelan el clima de crispación e incertidumbre política que impera en el país.
Bolivia se apresta a votar en segunda vuelta solo cinco días después de que su Instituto Nacional de Estadística (INE) reportara un crecimiento negativo del -2,4% durante el primer semestre de 2025. La nación andina no registraba una tasa similar de decrecimiento económico desde 1986, según datos del Banco Mundial. Con la excepción del periodo de la pandemia de COVID-19, la economía boliviana solo había tenido números positivos durante los últimos 39 años. El Gobierno de Arce atribuye la recesión técnica a los “bloqueos políticos” y los conflictos sociales en el país.
La nación sudamericana enfrenta una crisis económica palpable en la vida cotidiana de sus habitantes. Calles y avenidas de las principales ciudades del país están colapsadas por vehículos que hacen filas interminables en las gasolineras. Este desabastecimiento, que ha paralizado parcialmente el sector productivo, es un problema prácticamente naturalizado en el país desde hace poco más de un año. La petrolera estatal petrolera YPFB, responsable de la provisión energética, se defiende diciendo que no cuenta con los dólares suficientes para importar los carburantes.
En Bolivia, ser propietario no equivale a ser capitalista, así como tener propiedad privada no significa tener capital
La escasez de la moneda estadounidense es, precisamente, otra fuente de angustia para los bolivianos, a los que los bancos han impuesto cupos para hacer transacciones en moneda internacional, al tiempo que se ha disparado la cotización paralela. Un brete por el que el Gobierno de Luis Arce responsabiliza a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), que ha bloqueado sistemáticamente sus solicitudes de créditos internacionales.
El sofocante clima económico ha sido el núcleo de la campaña electoral de los dos aspirantes a la presidencia. El aún senador Rodrigo Paz Pereira (Santiago de Compostela, 1967) ha hecho de la promesa “capitalismo para todos” el eslogan de su programa económico, que apunta a promover el emprendimiento privado en los diferentes sectores productivos del país, en especial, los populares. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, el senador muestra una posición más distante con los industriales del oriente del país, asociados a una oligarquía económica que busca conservar sus privilegios económicos.
Por su lado, Jorge ‘Tuto’ Quiroga (Cochabamba, 1960) ha procurado seducir al electorado ofreciéndole “un país de propietarios”, lo que, en la práctica, implicaría la privatización de gran parte de las empresas estratégicas de Bolivia, a las que achaca el elevado gasto público. Quiroga ya fue presidente incidental entre 2001 y 2002 tras la renuncia por enfermedad de Hugo Banzer, dictador que gobernó con mano de hierro entre 1971 y 1978 y que volvió a dirigir el país —esa segunda vez pasando por las urnas— entre 1997 y 2001, con Quiroga como vicepresidente. Este ofrece hoy gestionar recursos millonarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) para paliar la escasez de dólares y garantizar el suministro de combustible.
La similitud de las propuestas genera dudas entre algunos analistas. El economista Gonzalo Colque de la Fundación Tierra, especializada en desarrollo rural sostenible, observa que, mientras Quiroga defiende a capa y espada la propiedad privada, Paz abandera una suerte de economía popular formalizada. Dos ofertas que, al margen de sus aparentes diferencias, “plantean lo mismo: libertad económica basada en el esfuerzo personal, la meritocracia y la liquidación del Estado clientelista, burocrático y corrupto que asfixia la iniciativa privada”.
“Sin embargo, esta narrativa oculta un problema estructural: la libertad económica no brota ni florece espontáneamente en contextos de precariedad, desigualdad y baja productividad. En Bolivia, ser propietario no equivale a ser capitalista, así como tener propiedad privada no significa tener capital”, dice Colque.
Como pocas veces antes en Bolivia, los candidatos a la vicepresidencia de los dos binomios en competencia han cobrado un protagonismo inusitado en la campaña electoral. Por un lado, el expolicía y abogado Edman Lara, acompañante de Paz, ha ocupado constantemente la agenda pública debido a sus intervenciones en redes sociales, principalmente realizadas a través de su cuenta de TikTok. En ella ha vertido declaraciones que han levantado mucha polvareda, desde anunciar que encarcelaban a su candidato a la presidencia hasta afirmar que tendría más poder que el propio Paz en caso de victoria.
Frente a la locuacidad circunstancial de Lara, al candidato a la vicepresidencia de Libre, el empresario Juan Pablo Velasco, lo vienen asediando los fantasmas del pasado. El más persistente ha sido el del racismo. En medio de la campaña emergieron unos tuits de 2010 atribuidos a Velasco, en los que este llama a matar a los “collas”, denominación empleada para identificar a los habitantes del occidente andino del país (La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Chuquisaca). Aunque desmentidas por él y sus allegados, las publicaciones calaron inexorablemente en la población boliviana.
Tampoco ayudó a Libre que, con las sospechas de racismo sobre Velasco aún frescas, uno de sus diputados electos, Juan Carlos Velarde, aludiera despectivamente a los bolivianos que acullican hoja de coca como “mascacoca hediondos”. Una declaración realizada en una transmisión en vivo que el asambleísta no pudo negar y que, a la postre, lo llevó a renunciar al cargo para el que ya había sido elegido en la primera vuelta.
“No hay proyecto de país de ninguna naturaleza en ninguna de las dos propuestas”
El sociólogo de la Universidad Mayor de San Andrés Eduardo Paz advierte de que esta actitud no es puntual. “No es solamente Velasco, sino que alrededor de Quiroga hay muchos y muy conocidos defensores de viejos privilegios oligárquicos, de castas, de las clases altas. Los tuits de Velasco son una golondrina de una primavera derechista mucho más amplia”, analiza Paz.
Esta “primavera derechista” a la que alude el sociólogo agrada a EEUU. “Ambos candidatos que se presentan a la segunda vuelta quieren relaciones sólidas y mejores con Estados Unidos y otra oportunidad transformadora allí”, saludó esta semana el secretario de Estado, Marco Rubio.
Gane quien gane, la composición del parlamento, sin mayorías claras, obliga a las diversas derechas a buscar acuerdos, también con la alianza Unidad del empresario Samuel Doria Medina.
Paz cree que la alianza de la derecha es factible. “Las posibilidades de gobernabilidad dentro de la Asamblea son favorables en el marco de una gobernanza neoliberal, siendo que la izquierda ha sido arrinconada y cuenta con apenas algunos representantes. Parece posible para las fuerzas de derecha llevar adelante unas reformas de carácter restaurador en un esquema neoliberal”, pronostica.
Sin embargo, esta unión coyuntural no será estable a largo plazo, vaticina el sociólogo. “No hay proyecto de país de ninguna naturaleza en ninguna de las dos propuestas”, alega. “Simplemente, se trata de reponer el diésel, la circulación de dólares; pero no hay un proyecto que enamore a la gente en la construcción de alguna, cualquiera que sea, imagen ideal de lo que se quiere del país”.