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En la actualidad, son numerosos los deportes que incluyen la categoría “mamis”, aunque ese término puede generar una imagen que dista bastante de la realidad: detrás de él hay mujeres comprometidas, disciplinadas y con una gran pasión por el juego.
ESTA ES LA MODA PARA MUJERES DEPORTISTAS CON HIJOS CHICOS QUE ESTÁ CADA VEZ EN MÁS DEPORTES
Cada vez más mujeres adultas encuentran en el deporte un espacio de encuentro, diversión y bienestar. Ya sea retomando disciplinas que practicaban en la juventud o animándose a nuevos desafíos, las categorías femeninas +35 crecen en los clubes y torneos de todo el país. Más allá del resultado, el objetivo es claro: compartir, mantenerse activas y disfrutar del juego.
En el hockey, el fenómeno “mamis” se transformó profundamente en los últimos años. Lo que empezó como una actividad recreativa para madres de jugadoras, hoy se consolidó como una disciplina competitiva con torneos en formato seven y eleven. “Antes era una forma de acompañar a las hijas; ahora es un espacio propio, con entrenamientos, campeonatos y un fuerte sentido de grupo”, explica Carolina, jugadora de Regatas.
Para Leticia, otra integrante del equipo, lo más valioso no son solo los goles: “Lo importante es lo que te enseña el deporte grupal: compartir, aprender, equivocarse y volver a intentarlo. Además, entre risas, compartimos recetas, consejos y amistad”.
El rugby femenino también ganó su lugar. En el Club Unión del Sur, un grupo de madres decidió pasar de mirar los partidos de sus hijos desde la tribuna a calzarse los botines. Así nació el equipo “Mamis Rugby”. “Queríamos ser parte activa del club. Entrenamos, competimos y demostramos que nunca es tarde para empezar algo nuevo”, cuentan sus integrantes. El proyecto creció rápido, y hoy representa un símbolo de camaradería y superación personal.
En el básquet, la historia se repite. Marina Trovato volvió a picar la pelota después de muchos años y encontró en ese regreso mucho más que una actividad física. “Fui a un entrenamiento pensando que sería algo ocasional, pero me quedé. Me devolvió una alegría enorme, una conexión distinta con el deporte y con otras mujeres que viven lo mismo”, relata.
El pádel, por su parte, también se convirtió en una vía de encuentro. Consuelo Devlin, creadora del grupo Padel Check, recuerda cómo una idea entre amigas se transformó en una red de mujeres apasionadas. “Queríamos divertirnos, pero también organizarnos: hicimos torneos semanales, planillas, uniformes, rankings y hasta viajes. Lo que empezó como un plan entre conocidas terminó siendo una comunidad”, cuenta.
En el tenis sucede algo similar. Annie Kloster, abogada y jugadora en Pilará, combina su trabajo con los torneos de fin de semana. “El tenis me genera bienestar, me despeja la cabeza y me conecta con mis amigas. Aunque tengamos distintos niveles, lo importante es compartir y reírnos”, asegura. Y agrega entre risas: “Jugamos los domingos a las nueve de la mañana, así después podemos ir corriendo a ver a nuestros hijos en sus partidos”.
De hockey a tenis, de pádel a rugby, todas estas historias tienen un hilo común: el deporte como punto de encuentro, una forma de cuidarse, de sentirse parte y de volver a disfrutar del movimiento. Más que competir, estas mujeres eligen compartir. Y en ese juego, ganan todas.