Cómo podés hacer nuevos amigos si no tenés tiempo según la psicología

Cómo podés hacer nuevos amigos si no tenés tiempo según la psicología
Aunque en la niñez entablar una amistad ocurre en apenas unos instantes y en la adolescencia los vínculos de amistad se convierten en el eje central de nuestra existencia, al llegar a la adultez solemos perder tiempo para atender esas relaciones, lo que también impacta en nuestra salud emocional.

Por ello, resulta fundamental aprender a preservar las amistades en la etapa adulta o, si la situación lo requiere, desarrollar la capacidad de generar nuevos lazos de amistad.

QUÉ HACER SI NO TENÉS TIEMPO PARA HACER NUEVOS AMIGOS SEGÚN LA PSICOLOGÍA

Tener o no amistades no es únicamente una cuestión de gusto personal. Los vínculos cercanos cumplen un papel protector frente al estrés, la ansiedad y la depresión, y por eso resultan esenciales para la salud mental.

La psicóloga Olga Albaladejo recuerda un hallazgo clave: “El reconocido Harvard Study of Adult Development, que comenzó en 1938 y sigue vigente, demostró que la calidad de nuestras relaciones es el indicador más sólido de bienestar y longevidad, incluso por encima del dinero o del prestigio laboral”. Este mismo estudio evidenció que las amistades auténticas reducen el cortisol, refuerzan el sistema inmune e incluso ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares.

Es importante destacar que el estudio pone el foco en la calidad de los vínculos y no en la cantidad. Tal como explica Olga, “no se trata de acumular contactos, sino de contar con relaciones auténticas”. Pero entonces surge la pregunta: ¿qué define a una amistad genuina? Para la especialista, se trata de la confianza, la escucha sin juicios y la libertad de mostrarnos tal como somos.

La investigación también sugiere que tener una o dos relaciones profundas genera mayor bienestar que rodearse de decenas de conocidos con quienes compartimos poco o nada real. De ahí que sea fundamental aprender a cuidarlas. ¿Cómo hacerlo? La experta propone algunas claves prácticas, incluso si la rutina está llena de obligaciones:

* Microgestos diarios: un mensaje corto, un audio breve o compartir un meme bastan para decir “me importas”.
* Agenda consciente: reservar 15 minutos para un café o una llamada puede marcar la diferencia.
* Presencia plena: dedicar el tiempo sin distracciones ni pantallas.
* Definir prioridades: identificar a esas “personas refugio” y darles un lugar preferente.
* Rituales sencillos: desde un paseo semanal hasta una cena mensual o una llamada fija cada domingo.
* Aprender a decir que no: cuidar amistades no es multiplicarse, sino elegir con quién compartir energía.
* Constancia: no hace falta mucho tiempo, pero sí regularidad.
* Gestos de afecto: abrazos, caricias o incluso un autoabrazo, que fortalecen vínculos y reducen el estrés.

La especialista recomienda además distinguir entre vínculos que realmente nutren y aquellos superficiales. Para ello sugiere evaluar cómo nos sentimos después de interactuar: las relaciones auténticas dejan calma y energía, mientras que las superficiales suelen traer vacío, comparación o indiferencia.

Si después de este análisis se tiene la percepción de no contqr con amistades de calidad, surge un reto frecuente en la adultez: hacer amigos no resulta tan sencillo como en la infancia. “Antes alcanzaba con coincidir en un parque; hoy necesitamos espacios intencionales”, explica Olga Albaladejo.

Entre sus consejos: sumarse a cursos, voluntariados o actividades vinculadas a los propios intereses, ya que facilitan el contacto. La clave está en abrirse y dar el primer paso: una sonrisa, una pregunta o una invitación pueden marcar el inicio de una relación duradera.

Finalmente, practicar la vulnerabilidad es otro aspecto esencial. “Mostrar nuestras imperfecciones y hablar de lo que sentimos, más que de lo que hacemos, genera cercanía”, apunta la especialista. Solo así se construyen vínculos auténticos y sólidos en la vida adulta.