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El acto de armar el árbol, cargado de simbolismo familiar y emocional, puede despertar sentimientos tanto de alegría como de melancolía, dependiendo de la historia y el contexto personal de cada individuo. Detrás de esa aparente falta de entusiasmo puede esconderse algo más profundo que una simple preferencia estética o una cuestión de tiempo.
QUÉ SIGNIFICA QUE NO TE GUSTE ARMAR EL ARBOLITO DE NAVIDAD SEGÚN LA PSICOLOGÍA
La psicóloga clínica Marina Mammoliti, autora del podcast Psicología al Desnudo, explica que las fiestas de fin de año suelen despertar emociones intensas que no siempre son positivas. En una entrevista, señaló que “estas fechas muchas veces conmueven, reactivan duelos y tensiones familiares. No siempre resultan fáciles para todos”.
Desde lo emocional, la Navidad puede traer recuerdos de la infancia, de vínculos familiares hoy distantes o de personas ausentes. Además, suele aparecer la comparación con ideales de “familia perfecta” que pocas veces se corresponden con la realidad. En este contexto, no armar el árbol puede representar una forma de regular la carga emocional y establecer un límite personal.
Por su parte, la psicóloga y divulgadora Valeria Sabater destaca que los rituales navideños tienen un fuerte valor simbólico. Por eso, cuando alguien ha tenido experiencias afectivas difíciles, es comprensible que elija evitar o transformar esos rituales.
El cierre del año, además, suele venir acompañado de cansancio emocional, estrés y presiones sociales, lo que puede llevar a priorizar el bienestar individual.
En ese sentido, no decorar el árbol no implica falta de espíritu festivo ni desapego emocional. Puede tratarse, simplemente, de una decisión de autocuidado, una preferencia personal o una forma distinta de vivir una época cargada de simbolismo.