Cuál es la historia de Ailén Lascano, la nadadora que compite en aguas bajo cero y sueña con la Antártida

Cuál es la historia de Ailén Lascano, la nadadora que compite en aguas bajo cero y sueña con la Antártida
La natación apareció muy temprano en la vida de Ailén Lascano Micaz, nacida en Viedma, Río Negro, una ciudad atravesada por el río y próxima al mar. Ese entorno marcado por el agua fue clave para que, con el tiempo, alcanzara un logro inédito: convertirse en la primera argentina en completar la Triple Corona de Aguas Abiertas, una proeza que la posicionó dentro del deporte extremo.

Desde los ocho años comprendió que nadar era mucho más que un pasatiempo. A partir de ese descubrimiento, inició un camino de entrenamiento constante y disciplina, enfocado en superarse día a día y en llevar su cuerpo y su mente a nuevos límites, hasta dejar una marca imborrable en la natación de larga distancia.

QUIÉN ES AILÉN LASCANO Y CÓMO SE DESTACA EN UNA NATACIÓN ÚNICA

Hoy, Ailén Lascano Micaz se sumerge en aguas cercanas a los cero grados, desafía el hielo, compite fuera del país y proyecta un objetivo mayúsculo: conquistar la Antártida. Su vínculo con el agua viene de origen. “Crecí con el río al lado y el mar a pocos kilómetros; era imposible no sentir la invitación permanente a entrar”, contó en diálogo con La 100.

Con el tiempo, la pileta le resultó limitada. La previsibilidad del espacio cerrado quedó atrás cuando descubrió las aguas abiertas: corrientes, olas, fauna y paisajes distintos activaron un universo sensorial que la atrapó sin retorno. En 2017 conoció la natación en aguas heladas —entre 0° y 5°— y encontró su lugar definitivo. “Eso rompió el límite estacional: ya no dependía del verano; podía nadar con viento, lluvia o nieve”, explicó.

Desde entonces, su preparación cambió por completo. Empezó a entrenar la exposición al frío, a competir sin protección térmica —el reglamento prohíbe neopreno u otros aislantes— y a sumar desafíos de larga distancia. Para ella, no se trata solo de marcas: es un ejercicio de autodesafío constante. “Me gusta salir de la zona de confort, enfrentar el miedo y ver cómo construir algo difícil”, sostuvo.

La fortaleza mental es tan decisiva como la física. Aunque entrena en piletas, sabe que son “peceras” frente a la complejidad del mar o los lagos abiertos; aun así, ese trabajo también moldea la cabeza. Esa combinación la llevó a un hito histórico: fue la primera argentina en completar la Triple Corona de Aguas Abiertas —Canal de la Mancha, Canal de Catalina y el circuito alrededor de Manhattan—, un logro que definió como una mezcla de felicidad y orgullo por llevar la bandera a escenarios extremos.

Entre sus pruebas más exigentes se destaca el cruce del lago más grande de Alemania: 64 kilómetros en 23 horas y 49 minutos. Durante la travesía, solo podía detenerse brevemente para hidratarse sin tocar apoyo alguno. En competencias sobre hielo, el impacto mayor llega al salir del agua: el cuerpo “despierta” del entumecimiento y aparecen temblores intensos, un momento en el que —dice— hay que confiar plenamente en el equipo de apoyo.

La temperatura más dura que enfrentó fue una sensación térmica de -23°, con el agua congelándose entre series. Aun así, mira hacia adelante: sueña con competir en el Mundial de Natación de Invierno en Finlandia y completar una milla helada en cada continente; ya suma tres y la Antártida es la que falta. También planea ir más allá en nados de ultraresistencia, superando las casi 24 horas que ya logró.

Para Ailén, el agua es más que un escenario deportivo: es un espacio de conexión y transformación. “Entro y salgo distinta, mejor. El límite suele estar en la cabeza; a veces creemos que no damos más y podemos mucho más”, reflexiona. Ese impulso —crecer, desafiarse y atravesar lo difícil— es el motor que la mantiene nadando.