Si bien es un actor de reparto en el concierto de la economía global, la Argentina también tiene su cuota de incidencia sobre el cambio climático, lo cual imprime desafíos de mitigación, es decir, de descarbonización de su matriz energética, tanto para hacer frente a sus compromisos frente a la comunidad internacional como para dar impulso a sectores "verdes" que se acercan a la frontera industrial.
Un reciente estudio del think tank Fundar, da cuenta de la trayectoria del país en materia de emisiones de gases de efecto invernadero, su posición regional y global y algunos de los retos por delante.
"Las emisiones de Argentina crecieron desde 1990, aunque con una trayectoria dispar. Estas tuvieron un aumento sostenido hasta 2007 y luego tendieron a reducirse. Aunque la implementación de medidas de mitigación como la Ley de Bosques y la incorporación de fuentes renovables explican parte de esta caída, el factor fundamental fue el bajo dinamismo de la economía", explican en su trabajo Ana Julia Aneise, Elisabeth Möhle, Daniel Schteingart.
Esto se encuadra en un contexto global que presenta un cuadro por demás desafiante. El mundo necesita acelerar urgente la descarbonización para evitar que continúe creciendo la temperatura global, que según los últimos pronósticos ya se estaría acercando al umbral de incremento del 1,5 grados respecto del período pre-industrial, con récords de calor que constantemente se vienen rompiendo.
En este contexto, el gobierno estadounidense de Donald Trump se retiró (nuevamente) del Acuerdo de París, la iniciativa global de combate al cambio climático y, en contraposición, China mostró por primera vez una caída en sus emisiones de carbono gracias al avance de las energías renovables.
Brasil y los BRICS también empiezan a mostrar capacidad de impulso en la agenda climática. Como viene sucediendo en otros temas, el presidente Javier Milei ya anticipó que analiza seguir los pasos de su mentor, Trump, y retirar al país del Acuerdo de París.
Cuadro global
Los gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono y el metano, atrapan el calor en la atmósfera y mantienen condiciones de habitabilidad para los seres humanos y otras especies. Sin embargo, el aumento excesivo en su concentración intensifica la captura de calor y produce el incremento de las temperaturas globales.
"A partir de la Revolución Industrial, las emisiones de GEI a la atmósfera tuvieron un incremento exponencial por el creciente uso de combustibles fósiles, como carbón, petróleo y gas. Un efecto observable del calentamiento global es la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos", explica el informe de Fundar.
Existen varios tipos de GEI. El más importante es el dióxido de carbono (CO2), que explica más del 60% de las emisiones históricas totales y en la actualidad da cuenta de más del 70%. Otros GEI relevantes son el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). Las emisiones de dióxido de carbono han estado mayormente impulsadas por el creciente consumo de energía en base a combustibles fósiles, mientras que las de metano y el óxido nitroso han estado asociadas al desarrollo de la actividad agropecuaria.
A nivel de los sectores más involucrados en la emisión de gases de efecto invernadero, la producción, generación y consumo de energía explica el 73% de las emisiones globales, a raíz de que cerca del 80% de la generación de energía en el mundo se produce a partir de combustibles fósiles. En tanto, agricultura, ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra explica un 18% de las emisiones de GEI.
La Argentina
"Para dimensionar la relevancia de la contribución argentina, debemos compararla con la de otros países y regiones. En 2023, el 31,5% de las emisiones globales de CO2 provinieron de China, seguida por Estados Unidos (13%). Luego viene India (8,1%). Entre los tres, aportaron más de la mitad de las emisiones globales de ese gas. Con el 0,5% de las emisiones globales, Argentina se ubicó en el puesto 30 entre los países que más CO₂ emiten", detallan Aneise, Möhle y Schteingart.
Algo diferente es el cuadro de las responsabilidades respecto del cambio climático si se tienen en cuenta las emisiones de CO2 acumuladas desde el siglo XIX. En esa medición, "Estados Unidos pasa a ser el principal responsable, con el 24% del total. Lo siguen el conjunto del Reino Unido y los países que actualmente componen la Unión Europea (EU-27) (21%). China recién aparece tercera (15%). Por otro lado, mientras que países como el Reino Unido o Alemania emitieron en 2023 cerca del 0,8% y 1,6% del total global, su contribución histórica es del 4,4% y 5,2% respectivamente. El aporte histórico a las emisiones de todo Sudamérica es del 2,6%", agregan los investigadores de Fundar.
Otro modo de análisis del rol del país en términos de la emisión de CO2 es a través de la huella de carbono individual. Por ejemplo, un país como China, que encabeza la lista de emisores en términos absolutos en 2022, al ser evaluado en términos per cápita pasa a estar en el puesto 35. En cambio, Qatar, que es irrelevante en emisiones absolutos, pasa a ser el de mayores emisiones per cápita del mundo.
"En 2023, Argentina se encontraba 76 en el ranking de emisores de CO2 per cápita por país, una posición de 'mitad de tabla'. Si bien las emisiones per cápita de Argentina fueron 8% menores a la media mundial, estuvieron por encima de todos los países latinoamericanos. Esto se explica por dos razones. Por un lado, el mayor desarrollo económico de Argentina frente a la región supone un mayor consumo de energía per cápita. En segundo orden, la matriz energética argentina es de mayores emisiones de carbono que la media regional, producto de la menor penetración relativa de energías limpias", dice Fundar.
En 2020, la Argentina se comprometió ante Naciones Unidas a limitar sus emisiones netas a 359 MtCO2e (millones de toneladas de CO₂ equivalente) al año 2030, una reducción del 19 % respecto de 2007 y un 26–27% por debajo del compromiso presentado en 2016. En 2021, se asumió una postura más ambiciosa, de 349 MtCO2e.
De acuerdo a las últimas estimaciones disponibles, en 2023 Argentina emitió aproximadamente 422 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (CO2‑equivalente).
Responsabilidades
Históricamente, los países que más han contribuido a las emisiones son los de mayores ingresos. Además, éstos suelen poseer más recursos financieros y tecnológicos para hacer frente a las medidas de mitigación y adaptación. De allí surge el concepto de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, establecido en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En este marco, el Acuerdo de París define que los países que menos GEI han aportado deben recibir financiamiento y transferencias tecnológicas para adaptarse a los impactos del cambio climático y para mitigación, es decir, reducir las emisiones de sus economías. Esto es materia de debate en cada una de las cumbres internacionales de cambio climático, que acumulan una larga serie de decepciones alrededor del tema del financiamiento que los países desarrollados deberían facilitar en favor de los países en desarrollo.