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El objetivo es articular un plan de acción frente al inicio del debate. Unificar un mismo criterio que incluya la pata sindical, la legislativa y la comunicacional. La CGT muestra los dientes y, en consencuencia, el Gobierno dilata la presentación del proyecto final. El debate comenzará la semana que viene.
El Consejo de Mayo cierra la reforma laboral que el Gobierno quiere presentar esta tarde
La CGT puso en marcha un operativo para condicionar la reforma laboral de Javier Milei. La cúpula cegetista se reunió con el bloque peronista del Senado, que es donde comenzará a debatirse el proyecto de modernización laboral, y acordó diagramar una estrategia conjunta con legisladores, gobernadores y otras centrales sindicales para enfrentar la reforma. Los triunviros Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Octavio Arguello aseguraron que habían cortado su canal de diálogo con el Gobierno, y anticiparon que definirán un plan de lucha en la reunión de la mesa directiva este jueves.
La cumbre se extendió durante dos horas en el despacho de José Mayans en el segundo piso del Senado. El encuentro había sido organizado por el formoseño la noche anterior, con el objetivo de sentar una postura ante la inminencia del debate. Sin estrategia definida y con la resignación de integrar el bando perdedor, el bloque peronista necesitaba comenzar a delinear un plan de acción frente al inicio del debate. No podían hacerlo solos, ya que la interna panperonista no reconoce liderazgos uniformes, por lo que optaron por convocar a la CGT y ofrecer, desde allí, una postal de unidad.
Arguello y Jerónimo fueron los primeros en llegar. Pero no fueron los únicos: gran parte de la mesa directiva de la CGT decidió desembarcar en el Senado. Sonriente, Gerardo Martínez (UOCRA) se acercó desde temprano, en un gesto que contrastaba con su ausencia en la reunión final del Consejo de Mayo en Casa Rosada el día anterior. Ya adentro, Martínez denunció que el Gobierno nunca les había mostrado una propuesta del proyecto y que, contrario a lo que sostienen los emisarios de Casa Rosada, nunca se debatió el detalle de la reforma.
“No hay diálogo con el Gobierno. Hasta ahora todo lo que dejó trascender el Gobierno fue siempre unilateral. Nosotros creemos que hay que construir un ámbito en el cual se discuta la modernización, pero tenemos que hacerlo sobre un proyecto de trabajo”, afirmó, una vez finalizado el encuentro, el co secretario de la CGT, Jerónimo.
En el encuentro participaron, a su vez, gran parte de los senadores peronistas, incluidos los díscolos que vienen coqueteando con romper con el bloque que preside Mayans (como la jujeña Carolina Moisés). También estuvieron presentes los diputados de extracción sindical, como Vanesa Siley y Hugo Yasky. El objetivo era reunir a toda la tropa para coordinar una misma estrategia en todos los frentes: el sindical, el legislativo y el comunicacional.
Será un plan en diferentes etapas, que recién se comenzó a delinear. Primero, unificar un criterio sobre el diagnóstico de la propuesta del Ejecutivo y, a raíz de ello, encarar una estrategia comunicacional. Segundo, presentar una contrapropuesta propia, una versión peronista de la reforma laboral (que ya tiene varios proyectos presentados, así como un trabajo realizado por el PJ). Y, finalmente, articular una estrategia para conseguir una mayoría en el Senado que permita frenar la sanción de la reforma laboral.
“La garantía que le dimos es que nuestro bloque no va a apoyar ninguna reforma que perjudique a los trabajadores ni a sus organizaciones porque buscan debilitar al movimiento obrero”, afirmó Mariano Recalde, el senador de La Cámpora que también participó de la organización de la cumbre con la CGT, al finalizar el encuentro.
Mientras tanto, el oficialismo también tiene problemas para encarar el debate. Alertados por los movimientos de la CGT, el Gobierno anticipó que la versión final del proyecto de reforma laboral no incluirá el punto más delicado de la negociación: la obligatoriedad de las cuotas solidarias. Lo anunció públicamente Manuel Adorni por la mañana, pero ya la noche anterior, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, se lo confirmó a los diputados de La Libertad Avanza que se habían reunido a participar de su masterclass en la Cámara de Diputados.
Fue un reconocimiento de la derrota: Sturzenegger quedó solo en su cruzada contra los derechos sindicales. El ala política, encabezada por Santiago Caputo y Martín Menem, había ganado la pulseada. Enfrentados en la guerra interna libertaria, Caputo y Menem, cada uno a su manera, tendieron puentes a la CGT para evitar un enfrentamiento abierto con la central sindical. “No estamos para joder”, admitían en el meneneismo.
El proyecto sigue sin aparecer, sin embargo. El Gobierno demora la publicación oficial y, en consecuencia, los planes de Patricia Bullrich cambiaron. La jefa del oficialismo en el Senado tenía planeado dar comienzo al debate el jueves en la comisión de Trabajo, pero al no haber un proyecto oficial tuvo que patear todo para la semana próxima. La dilación en la presentación del proyecto es un dolor de cabeza para la senadora de LLA, quien le había prometido a Karina Milei que tendría una media sanción antes de fin de año.
“Si quiere apurar el debate va a tener que mandar a las fuerzas federales para que nos lleven a la fuerza”, ironizó un senador peronista.
Con suerte, el debate por la reforma laboral comenzará el miércoles próximo. Y, si bien Bullrich está convencida de que tendrá casi 40 votos para aprobar la reforma laboral, la resistencia de la CGT complica el escenario. Los gobernadores dialogan con la central cegetista y no quieren conflictos. El Gobierno tampoco, y es por eso que está dispuesto a ceder en su batalla cultural con tal de conseguir una victoria. Aunque sea a medias.
Bullrich, hasta entonces, espera. No depende de ella.
MCM/MG