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En Casa Rosada celebraron el acto del Movistar Arena como un “revulsivo anímico” más que como un evento electoral. La apuesta: recuperar el voto joven y volver a generar “sentido de pertenencia” dentro de La Libertad Avanza.
En la Casa Rosada, el día después del show del Movistar Arena se vivió con una mezcla de alivio y entusiasmo. No tanto por la economía ni por los últimos números de las encuestas, sino por lo simbólico: el Presidente volvió a encender a los suyos durante la presentación de su libro La contrucción del milagro. “Lo de ayer fue más para el núcleo duro”, reconoció uno de sus asesores más cercanos. “Salió todo muy bien en términos de organización. No va a llenar un Movistar para dar un discurso, había que volver a generar sentido de pertenencia”.
Anoche, en un estadio bastante más lleno de lo que se esperaba, Milei fue Milei: luces, rock, gritos, referencias bíblicas y una puesta que desbordó cualquier formato de evento tradicional. “Pedirle que haga un acto político clásico es injusto. Es Milei puro”, insistió el funcionario. “Que le moleste a otra gente, lo entiendo, pero el objetivo era otro. Nos sirve para dar vuelta la página y arrancar de cero. Estábamos muy desmotivados”, reconoció.
La cita fue concebida como un gesto interno. En el oficialismo admiten que la campaña había entrado en un bache luego de las elecciones provinciales de septiembre y de la crisis que provocó la caída de José Luis Espert. El desembarco de Diego Santilli como nuevo referente bonaerense -pese a que, según la Justicia, Karen Reichardt será quien deberá encabezar la lista- devolvió, dicen, cierta claridad al dispositivo. “Ahora hay ganas de militar a los candidatos. No se podía salir a la calle a bancar a alguien que estaba acusado de narco”, señaló un dirigente del conurbano.
En las encuestas que circulaban por el campamento libertario, La Libertad Avanza aparecía más de diez puntos por debajo de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires. La reacción fue inmediata: reforzar el vínculo con el electorado joven —el que se había desmovilizado— y volver a las raíces libertarias. El show de Milei, que muchos consideraron excéntrico, fue leído puertas adentro como una dosis de mística. “Sentimos que volvimos a las bases. Todo esto es lo que hizo grande a La Libertad Avanza”, resumió uno de los referentes juveniles.
La gira de Milei continúa esta semana. Este martes, el Presidente viajó a Mar del Plata junto a Santilli y se mostró junto al intendente Guillermo Montenegro para inaugurar la planta de Lamb Weston, la procesadora de papa más moderna de América Latina. Desde allí insistió con su credo económico: “Estamos a mitad de camino. Hay que seguir apostando a la libertad para hacer grande a la Argentina nuevamente”.
El jueves será el turno de Mendoza. Milei desembarcará en San Rafael junto a su ministro de Defensa y candidato, Luis Petri, en un acto que sellará la alianza con el gobernador radical Alfredo Cornejo. La provincia, estratégica por su peso electoral y por el pacto entre la UCR y el oficialismo, es una de las piezas clave del armado nacional. “La Libertad Avanza o Argentina retrocede”, escribió el Presidente en sus redes, en el anticipo del evento.
Finalmente, el itinerario se completará el viernes en San Isidro, bastión de Ramón Lanús, otro aliado del PRO bullrichista. Y el 23 de octubre, tres días antes de las elecciones, el cierre de campaña será en Córdoba, tierra simbólica para el mileísmo, donde el oficialismo espera recrear el clima de la primera ola libertaria.
De acá al 26 de octubre, la estrategia es clara: mantener la polarización con el kirchnerismo, apoyarse en los gobernadores aliados y evitar tropiezos de los candidatos. “Esta campaña solo se gana jugando a fondo, sin mandarse cagadas”, admitió un dirigente federal. En la Rosada prefieren el optimismo. “Nos sirve para recuperar el alma del proyecto. Milei volvió a hablarle a los suyos”, repiten cerca de Karina Milei.
El Presidente salió del Movistar Arena convencido de que había recuperado el pulso de su movimiento. En Balcarce 50, sus colaboradores lo leyeron como una “inyección de fe” más que como un relanzamiento político. Pero entre bambalinas todos saben que el hechizo es frágil: el mismo fervor que sostiene al mileísmo puede volverse vértigo si el clima económico o interno se descompone. Por ahora, lo único firme es el credo: no se le puede pedir a Milei que deje de ser Milei.
PL/MG