“El juego del calamar”, por Netflix: en tiempos de sadismo

“Un aplauso para 456. Siempre fuiste uno de los nuestros”. Cualquier fan o novato de El juego del calamar podrá imaginarse que la arenga, lanzada en un momento del primer episodio de su tercera temporada, está cargada de un sarcasmo fatal. El pasado viernes Netflix estrenó la clausura argumental para el mayor fenómeno de K-pop del último lustro. El mismo que tuvo como corolario un tendal de imitaciones: Sabuesos, El acuerdo, La chica de la máscara, The 8 Show. Ninguna, claro está, pudo rozar el nivel de hiperviolencia lúdica, estética narcótica y ácidos comentarios sociales sobre el capitalismo craneados por Hwang Dong-Hyuk.

La última mano, como es sabido, viene complicada para Seong Gi-hun (Lee Jung-jae), ganador de la primera edición y decidido a vengarse de quienes idearon esa oda a la crueldad en el segundo arco. ¿Qué pasará ahora que su plan de rebelión fue abortado? Quedan seis últimos rounds para saberlo. Cada episodio aguarda con un desafío descarnado, alguna que otra traición y varias lecciones sobre moralidad. ¿Qué pasará con el concursante y bandera del descarte sistémico? ¿Habrá redención para el líder (Lee Byung-hun)? ¿Es realmente el final o un hasta luego? Atención, el máximo responsable de El juego del calamar dijo tener “una idea vaga” para un spinoff que recorra el vacío temporal entre las dos primeras temporadas.