En el Senado, la CGT rechazó la reforma laboral y pidió frenar el tratamiento exprés

En el Senado, la CGT rechazó la reforma laboral y pidió frenar el tratamiento exprés

Los tres integrantes del triunvirato coincidieron en cuestionar la filosofía del proyecto del Gobierno y alertaron sobre su impacto social y constitucional. Advirtieron que es “inconsulto, regresivo y contrario a los derechos de los trabajadores”.

La CGT llevó este miércoles por la noche su rechazo integral a la reforma laboral del Gobierno al Salón Azul del Senado, en una exposición que comenzó a las 19 y en la que los tres integrantes de su triunvirato tomaron la palabra para dejar asentada una posición común, pero con matices propios. Frente a senadores de las comisiones de Trabajo y Presupuesto, presidida por Patricia Bullrich, la central obrera cuestionó el contenido del proyecto, el modo acelerado de su tratamiento y la ausencia de un ámbito real de diálogo con el mundo del trabajo.

El primero en intervenir fue Jorge Sola, secretario general del sindicato de Seguros, quien estructuró su exposición desde una crítica de fondo a la “filosofía del derecho” que atraviesa la iniciativa oficial. Sola sostuvo que ninguna ley es neutra y que el proyecto del Ejecutivo expresa una concepción “inconsulta”, elaborada sin convocar ni a los trabajadores ni a los empleadores, los dos sectores que —remarcó— sufrirán de manera directa sus consecuencias.

El dirigente aclaró que la CGT no se opone a la modernización laboral y recordó que los sindicatos llevan décadas negociando cambios a través de los convenios colectivos. Pero advirtió que el problema es el método: una reforma unilateral que no pasó por una mesa de discusión real. En ese marco, subrayó la responsabilidad política del Congreso, al señalar que tanto el Senado como Diputados deberán hacerse cargo de las modificaciones que se introduzcan en las relaciones laborales.

Jorge Sola, triunviro de la CGT y secretario general del sindicato de Seguros.

Sola también apeló a los antecedentes recientes para cuestionar la eficacia del enfoque oficial. Recordó que durante el debate de la Ley Bases se incorporaron figuras como los períodos de prueba extendidos, los fondos de cese laboral, la eliminación de multas y la creación del trabajador independiente, medidas que, según afirmó, “no generaron empleo genuino ni formalizaron el trabajo informal”.

Para el triunviro, el problema central no está en la legislación laboral sino en la falta de inversión productiva, y advirtió que el proyecto presenta serios problemas de constitucionalidad por violar el principio protectorio del trabajo y el de progresividad de los derechos consagrados en la Constitución y los tratados internacionales.

Luego tomó la palabra Octavio Argüello, quien endureció el tono político y definió el proyecto sin rodeos como una flexibilización laboral “totalmente regresiva”. Argüello sostuvo que ninguna reforma laboral aplicada en la historia argentina generó más empleo y que quitar derechos no es un camino para resolver la crisis del mercado de trabajo. “No se genera más trabajo sacando derechos”, afirmó ante los senadores, y advirtió que la iniciativa deja a los trabajadores “a merced de las necesidades del sector patronal”.

Octavio Arguello, secretario general de Camioneros.

El dirigente camionero agregó que incluso sectores del empresariado observan con desconfianza la reforma, ya que las relaciones laborales se han ordenado históricamente a través de convenios colectivos y discusiones entre partes. En ese sentido, Argüello calificó de “una locura” avanzar sobre derechos conquistados y cuestionó el tratamiento exprés de una ley que modifica más de cien artículos. Además, reclamó abrir un debate profundo, “punto por punto”, y sostuvo que la CGT está dispuesta a discutir los cambios que impone un mundo del trabajo en transformación, pero no a convalidar un recorte acelerado de derechos que, dijo, “compromete la dignidad y el bienestar de los trabajadores”.

El cierre estuvo a cargo de Cristian Jerónimo, secretario general del sindicato del Vidrio, quien puso el foco en la falta de diálogo político y en el impacto social del rumbo económico. El triunviro afirmó que “el trabajo mayoritario y representativo de la Argentina en ningún momento avaló este proyecto” y remarcó que se trata de una reforma regresiva que no aporta soluciones al mundo del trabajo dinámico tal como hoy existe.

El dirigente reconoció que hay cambios en las modalidades laborales y que es necesario actualizar discusiones, pero insistió en que no hay mejor ámbito que una mesa entre trabajadores y empresarios para construir consensos. En ese sentido, Jerónimo cuestionó que el Gobierno nunca haya convocado a un espacio real de negociación y denunció que, pese a haber dicho que el Consejo de Mayo no era vinculante, el Ejecutivo avanzó igual con el proyecto sin el aval del mundo del trabajo. “Demostraron de vuelta que nos han mentido”, sostuvo.

Cristian Jerónimo, secretario general del sindicato del Vidrio.

Jerónimo apeló a la responsabilidad de los senadores y senadoras y describió un escenario social crítico: salarios que no alcanzan, familias que no llegan a mitad de mes y una destrucción sostenida de la matriz productiva, con cierre de empresas y pérdida diaria de puestos de trabajo. Rechazó la idea de incorporar a los trabajadores informales a partir de un recorte de derechos y planteó que, si ese es el objetivo, primero debe cuidarse a quienes hoy tienen un empleo registrado. En el cierre, defendió el trabajo como ordenador social y advirtió contra los modelos de alta informalidad, al rechazar explícitamente la idea de “parecernos a Perú”, donde cerca del 70% de los trabajadores está fuera del sistema formal.

Con las voces de Sola, Argüello y Jerónimo, la CGT dejó en el Salón Azul un mensaje político unificado pero con registros propios: la reforma laboral es regresiva, carece de consenso social, vulnera principios constitucionales y se impulsa de manera apresurada en un contexto económico adverso. Horas antes de la marcha convocada a Plaza de Mayo, la central obrera combinó presión callejera y disputa institucional para advertir que avanzar sin diálogo puede profundizar un conflicto social de alcance mayor.

PL