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Ideal para escapadas tranquilas lejos del turismo masivo, Chicoana aparece como una joya poco conocida del noroeste argentino. Este pueblo, asentado en pleno Valle de Lerma, seduce a quienes buscan viajar sin aglomeraciones y con un ritmo pausado.
Entre tradiciones bien conservadas, sabores típicos y entornos naturales, ofrece una propuesta auténtica para desconectarse del bullicio urbano. Su identidad histórica y su calma cotidiana convierten a esta localidad salteña en una opción perfecta para descansar y descubrir costumbres que permanecen vivas con el paso del tiempo.
CUÁL ES EL PUEBLO SALTEÑO QUE TIENE UNA GASTRONOMÍA DESTACADA Y NO ES TAN CONOCIDO
Muy cerca de la capital salteña, Chicoana propone un cambio de ritmo inmediato. El andar pausado se percibe en sus plazas con sombra, las construcciones antiguas y las calles serenas, donde el saludo cordial y la música folklórica aparecen como escenas cotidianas.
Reconocido por la provincia como “Lugar Mágico”, el pueblo resguarda una identidad marcada por raíces indígenas y gauchas, con una vida comunitaria intensa, celebraciones religiosas frecuentes y un vínculo profundo con la tierra que pasa de generación en generación.
La propuesta al aire libre acompaña ese espíritu tranquilo durante todo el año. El entorno natural del Valle de Lerma invita a recorrer sin prisas, preferentemente junto a guías y productores locales.
Entre las alternativas más buscadas se cuentan las caminatas por senderos del valle, las cabalgatas entre fincas y caminos rurales, las visitas a miradores con panorámicas de cerros, y las excursiones hacia la Cuesta del Obispo y la Quebrada de Escoipe. Por su ubicación y paisajes, el pueblo funciona como punto de partida ideal para quienes disfrutan de la montaña y la observación de aves.
La gastronomía ocupa un rol protagónico en la vida local. El tamal es el símbolo culinario y cada hogar conserva su versión propia.
En julio, la localidad celebra el Festival del Tamal junto con el Encuentro Nacional de Doma: jornadas donde cocineras del lugar comparten recetas heredadas y los visitantes descubren sabores que condensan la historia regional, entre música y danzas tradicionales.
A lo largo del calendario también se desarrollan ferias artesanales, misachicos y encuentros folklóricos. Más de 300 músicos y bailarines de la zona sostienen una agenda cultural permanente que reafirma, año tras año, la identidad gaucha de Chicoana.