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Su decisión de postularse empezó a gestarse —según cuenta— en un momento preciso: el primer discurso de Davos 2024, cuando sintió “una amenaza directa a los derechos de todas, todos y todes” y la urgencia de dejar de ser espectadora. A partir de allí, militancia, convicción política y memoria histórica se entrelazaron hasta empujarla a ocupar un espacio que, para ella, no se trata de mérito individual, sino de continuidad colectiva: “Antes hubo compañeras y compañeros que dejaron su vida para que hoy podamos estar acá”.
UN PASO POLÍTICO QUE NACE DEL COLECTIVO
¿Cuándo y por qué decidió dar este salto? Eva lo explica con claridad: su recorrido en Orgullo Chasco, su vínculo con el peronismo y su participación en el Movimiento Derecho al Futuro la llevaron a comprender que había llegado el momento de “poner el cuerpo y el nombre”, sus mayores capitales simbólicos.
A eso se sumó la invitación de Mariela Muscarella y el trabajo con la Corriente que conduce Cristina Álvarez Rodríguez, donde evaluaron que su candidatura dentro de la lista Fuerza Patria podía fortalecer tanto la gestión provincial de Axel Kicillof como la municipal de Javier Gastón.
Para Eva, el proyecto de Kicillof no es una abstracción: lo nombra a través de hechos concretos —nuevas escuelas, computadoras entregadas, conectividad, políticas públicas activas— y, sobre todo, como un gobernador que “no agrede, sino que construye”.
LA RESPONSABILIDAD DE ABRIR CAMINO
Al asumir como la primera consejera escolar trans del país, Eva sabe que su presencia excede su propia biografía. “Es una responsabilidad enorme”, afirma, porque significa romper la lógica de la representación por intermediación y habilitar voces trans en espacios donde, históricamente, otros hablaban por ellas.
Su paso por todos los escalafones del Sistema Educativo —incluida su experiencia como Inspectora de Enseñanza para la supervisión de Servicios para la Modalidad de Educación Especial— le da una base sólida y agrega que la política partidaria es otro territorio: “Es un escenario complejo, y quienes asumimos el compromiso necesitamos formarnos para marcar una diferencia”.
IDENTIDAD, INCOMODIDAD Y DISPUTA SIMBÓLICA
Eva se definió alguna vez como “la más bella de mis creaciones de una identidad autopercibida”. Hoy, esa frase se resignifica en clave de interseccionalidad: travesti, docente, trabajadora, hermana, tía, latinoamericana. Su identidad, dice, no es una categoría aislada sino una trama que configura su forma de habitar el mundo y su cuerpo.
No niega las incomodidades que genera su presencia: “Una identidad travesti no hegemónica trae resistencias. Y me encanta esa incomodidad”. Rechaza los mandatos de “voz finita, hiperfeminización o cispassing” y defiende la potencia de las diferencias como punto de partida para construir lo colectivo.
DEL SÍMBOLO A LA TRANSFORMACIÓN CONCRETA
Aunque el cargo es administrativo —infraestructura, recursos, personal educativo— Faga apuesta a que lo simbólico se traduzca en cambios reales. “La militancia es la verdadera herramienta de transformación social”, repite como un mantra heredado de las históricas travestis, de la docencia organizada y del movimiento de derechos humanos que la marcó desde el primer pañuelo blanco que vio.
Su desafío es doble: fortalecer el sistema educativo local y multiplicar la presencia travesti-trans en la política, romper techos y abrir puertas donde antes no había lugar.
LA EDUCACIÓN COMO TERRITORIO POLÍTICO
En un contexto donde los discursos de odio emitidos desde distintos sectores del gobierno se intensifican, Eva advierte sobre el riesgo que atraviesa la comunidad trans y señala que la brecha entre normativa y práctica se profundiza cuando el Estado nacional se retira: “Desfinanciar es lo mismo que cerrar o invalidar una ley”.
Por eso, considera indispensable que las escuelas sigan siendo espacios seguros, incluso —o especialmente— en un escenario adverso. Celebra que en la Provincia de Buenos Aires exista una decisión política de sostener derechos a través del Ministerio de Mujeres y Diversidades, pero advierte que es necesaria la participación activa del colectivo para defender lo conquistado.
Eva no oculta sus raíces: sindicatos, derechos humanos y docencia. SUTEBA fue su casa desde los primeros meses como maestra, y las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo le enseñaron que identidad política también es tener memoria.
Por eso, anuncia que su gestión no será aséptica: “Nuestras militancias están siempre presentes en todos los lugares que habitamos, y esta no será la excepción”.
Afirma que si pudiera dejar una marca duradera, sería esta: más voces trans ocupando espacios de decisión, más presencia en los debates públicos, más comunidad y menos individualismo. Porque para ella la política no es solo un cargo: es la manera de “defender la educación pública, construir alianzas y sostener un proyecto colectivo”.
Eva Faga asume hoy un cargo, pero también una desafío histórico. Con su identidad sostenida con orgullo y un proyecto político que se defiende con militancia, su llegada al Consejo Escolar no es un gesto simbólico aislado: es una promesa de futuro.
Y, sobre todo, una señal para quienes vienen detrás: la política también es un lugar posible para las identidades travestis-trans.