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La propuesta combina puntos de acopio estratégicos, logística optimizada y acuerdos con plantas recicladoras, lo que permite que materiales como plásticos agrícolas, envases vacíos y desechos orgánicos tengan un destino responsable sin necesidad de largos traslados. Su implementación no solo contribuye a mitigar la contaminación, sino que también mejora las condiciones de trabajo y abre la puerta a un futuro agropecuario más sustentable.
CÓMO ES LA FORMA DE RECICLAJE QUE INNOVA EN EL CAMPO
Hay un aspecto crucial del trabajo rural que pocas veces se aborda desde una mirada positiva: el destino de los envases vacíos de fitosanitarios que quedan tras la producción agropecuaria. Lejos de la idea de abandono o contaminación, en Argentina ya funciona un sistema organizado que empieza a evidenciar avances significativos.
Campo Limpio, una ONG integrada por más de 110 compañías del sector agrícola, tiene una misión clara: recuperar, procesar y reincorporar a la industria los envases plásticos que antes se consideraban residuos peligrosos. Actualmente opera en 22 provincias y articula con municipios, cooperativas y productores para recolectar estos materiales a lo largo de todo el territorio rural.
El proceso comienza en el establecimiento agrícola: tras utilizar un fitosanitario, el productor debe realizar el triple lavado, o el lavado a presión de las máquinas modernas, un paso fundamental que deja el envase apto para ser reciclado y evita prácticas contaminantes como la quema.
Una vez limpios, los envases se trasladan a los Centros de Acopio Transitorios (CAT), depósitos especialmente acondicionados. Para quienes viven en zonas alejadas, la organización coordina operativos móviles junto a gobiernos locales y cooperativas. Desde los CAT, los envases pasan a operadores privados que los trituran y transforman en escamas o pellets, materia prima que luego se usa en más de 22 productos habilitados, entre ellos postes, autopartes, caños para fibra óptica, reductores de velocidad e incluso nuevos envases de fitosanitarios.
Todo el sistema se financia a través de la Ley REP, que obliga a los fabricantes a gestionar los envases que ponen en el mercado. El crecimiento del programa es notable: en 2019 habían recuperado menos de una tonelada, mientras que este año superarán los 6 millones de kilos recolectados y reinsertados en la cadena productiva.