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Tras la crisis interna revelada por elDiarioAR, el Señor 5 habría presentado su renuncia y quedado bajo tutela de la hermana del Presidente hasta definir reemplazo. En la Casa Rosada circulan tres perfiles posibles para sucederlo. El entorno del asesor desmiente el quiebre.
La SIDE, en virtual parálisis: crisis operativa, zozobra interna y Neiffert en la cuerda floja
La presencia de Sergio Neiffert al frente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) parece haber entrado en su tramo final. El quiebre con el entorno de Santiago Caputo venía gestándose desde semanas antes, pero el episodio revelado por elDiarioAR dejó expuesta una disputa que hasta ese momento se procesaba bajo estricta reserva. La irrupción nocturna del subsecretario administrativo José Lago Rodríguez, cruda y fuera de protocolo, en el domicilio del Señor 5 con la intención de forzar su renuncia en nombre del asesor presidencial, selló un punto de no retorno entre el director del organismo y su jefe político de hecho.
Fue en esos días posteriores al 7 de noviembre, con la interna ya expuesta y su relación con Caputo en estado terminal, cuando Neiffert decidió buscar cobijo político por fuera del consultor y se acercó a Karina Milei, tal como había relatado Camilo Cagnacci en Sección País. Según fuentes del área, le presentó su renuncia. La secretaria general no la aceptó, pero tampoco lo retuvo: le pidió que esperara hasta que hubiera un reemplazo definido. El gesto consolidó un desplazamiento silencioso del poder dentro del organismo.
Si hasta entonces la SIDE había respondido a la tutoría directa de Caputo —un vínculo que no era meramente político, sino personal: Neiffert era amigo del fallecido Claudio Caputo, padre del asesor presidencial y expresidente del Colegio de Escribanos—, el reacomodamiento post 26 de octubre abrió la puerta para que Karina tenga voz y voto en la designación de la futura conducción: un territorio donde hasta ahora no intervenía.
Desde el entorno de Santiago Caputo niegan tajantemente que haya existido un pedido de renuncia transmitido a través de Lago Rodríguez —un joven abogado surgido de la escudería de la secretaria Legal y Técnica María Ibarzábal— y aseguran que la relación política con Neiffert “no está rota ni en riesgo”. También afirman que el jefe de la SIDE “no corre peligro”. Sin embargo, en el organismo sostienen lo contrario: que el vínculo entre ambos quedó fracturado y que la transición ya es un hecho.
Una imagen puede llegar a valer más que mil palabras. El martes 11, minutos antes de la jura de Diego Santilli como ministro del Interior, en el Salón Blanco, Neiffert y Caputo se cruzaron en un saludo breve y tenso, sin diálogo ni señales de coordinación. Para funcionarios del área fue la postal del momento: distancia política sellada y un vínculo operativo agotado. “Ya no reporta a Santiago. Está buscando salida”, sintetiza una fuente que trajina los pasillos de 25 de Mayo 11.
En el mundo de los espías circulan plazos estimativos para la virtual salida de Neiffert. “Para los primeros días de diciembre”, dice un agente. Otros arriesgan incluso más cerca: “Esta misma semana”. Lo que nadie define es el sucesor, aunque distintos interlocutores hablan de tres perfiles posibles en debate: un cuadro con pasado militar, un funcionario con inserción política y un técnico con respaldo externo y vínculos diplomáticos. ¿Querrá Patricia Bullrich meter también la cuchara? Nada está decidido y el factor común es la incógnita sobre quién tendrá la potestad final para nombrar al reemplazo: todo indica que Karina pretende intervenir en la definición.
Como jefe de la SIDE, Neiffert ocupa un rol estructuralmente más político que operativo. El cargo concentra la conducción del aparato, la firma de las operaciones estratégicas, la relación con la Casa Rosada y la administración de partidas reservadas. En teoría, debía funcionar como articulador entre las tres agencias del organigrama y fijar la línea política general del sistema de inteligencia. Sin embargo, según fuentes del organismo, delegó buena parte de esa tarea en mandos medios y se concentró en tramitaciones administrativas y vínculos personales con sectores del Gobierno. “Actúa más como gerente que como director de inteligencia”, resume un funcionario con rango técnico.
Su falta de experiencia en el ámbito fue percibida como una debilidad desde el inicio y alimentó desconfianzas internas, especialmente en áreas duras como Contrainteligencia. Varias decisiones de alto impacto quedaron sin firma o demoradas porque Neiffert, según describen fuentes del organismo, “prefiere consultar hacia arriba antes que ordenar hacia abajo”. Eso derivó en una situación paradójica: es formalmente el jefe pero no ejerce el mando.
Esa fragilidad abrió espacio a otros actores. Técnicos aseguran que directores como Alejandro Cecati (Agencia de Seguridad Nacional) y Ariel “Wata” Waissbein (Agencia Federal de Ciberseguridad) comenzaron a operar con autonomía funcional, cada uno bajo distintos padrinazgos. Para algunos agentes, la salida de Neiffert implicaría terminar de blanquear esa dinámica y reordenar la estructura con otro mando central. Para otros, aceleraría el proceso de balcanización interna.
El perfil empresarial del Señor 5 tampoco contribuye a estabilizarlo. Más que un cuadro técnico de inteligencia, Neiffert es un gestor de múltiples emprendimientos privados, como describió Rodis Recalt en Revista Noticias: la constructora New Francos SA (que comparte con su esposa, Silvina De Cenzo, pastelera y responsable de las viandas que se venden en edificios de la SIDE y en la Escuela Nacional de Inteligencia), la firma de cartelería “Carteles Ya” y un pasado societario junto al exintendente de Malvinas Argentinas Jesús Cariglino en una empresa de representación deportiva. Su hijo Lautaro —fundador de Segur & Protección SRL, orientada a seguridad tercerizada— actúa como su secretario privado y lo acompaña en viajes oficiales. Sin ir más lejos, estuvo con él en mayo de 2024 en la sede de la CIA, en Langley, en una gira donde también participó Caputo.
Ese entramado personal, sumado al desgaste interno y a la parálisis operativa del organismo, alimenta la percepción de que la SIDE atraviesa un proceso de descomposición más estructural que coyuntural. La disputa ya no es solo por nombres: es por quién conduce y con qué legitimidad política. La posible salida de Neiffert no implica, a priori, el fin de la era caputista en la inteligencia, pero sí representa un retroceso en el único territorio donde el asesor presidencial operaba sin mediaciones. Para Karina, en cambio, es una oportunidad: intervenir en el servicio secreto significa ordenar un espacio donde hoy conviven agendas paralelas, mandos cruzados y poca conducción real.
PL/MG