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A la hora de elegir un destino para descansar, muchas personas se inclinan casi de manera automática por la playa o la montaña, sin saber que esa preferencia podría decir más de lo que imaginan. Desde la psicología y expertos en Salud mental, los lugares favoritos para vacacionar no solo responden a gustos personales o modas, sino también a rasgos de personalidad.
Analizar por qué una persona se siente más cómoda en la playa o en la montaña permite comprender mejor cómo gestiona el estrés, qué tipo de estímulos necesita para recargar energías y qué significado le otorga al tiempo libre y al bienestar emocional.
QUÉ SIGNIFICA TENER UN LUGAR FAVORITO DE VACACIONES SEGÚN LA PSICOLOGÍA
La psicología viene señalando desde hace años que la relación entre las personas y el entorno que eligen para vacacionar no es casual.
El psicólogo Friedrich Götz, autor de un estudio publicado en Nature Human Behaviour, sostiene que la geografía influye de manera profunda en cómo los individuos piensan, sienten y actúan. Variables como el clima, el nivel de urbanización o la cultura del lugar, según su investigación, pueden incidir en la personalidad y la salud tanto como la educación o incluso ciertos factores genéticos.
Desde una mirada clínica, la psiquiatra y psicoanalista Alejandra Gómez destacó el impacto positivo de los entornos naturales en el bienestar emocional. Al analizar la elección de destinos turísticos, explicó que la presencia de vegetación y cuerpos de agua favorece la relajación, la actividad física y el contacto social.
No obstante, subrayó que la elección del lugar para vacacionar responde a la subjetividad de cada persona: mientras la montaña suele asociarse con el aislamiento y la introspección, el mar implica mayor exposición y estímulo, aunque la vivencia final depende del deseo individual.
En la misma línea, la psicóloga Mari Carmen Bravo afirmó en una entrevista con National Geographic que existe un perfil de viajeros especialmente atraído por los destinos rurales y de naturaleza. Se trata, según explicó, de personas que priorizan la tranquilidad y presentan altos niveles de “apertura a la experiencia”, un rasgo vinculado a la curiosidad y a la necesidad de descubrir lo nuevo en lo simple.
Estudios previos refuerzan esta idea: una investigación de 2015, basada en cinco análisis distintos, concluyó que quienes prefieren la montaña tienden a ser más introvertidos que los amantes del mar, que suelen inclinarse por la playa cuando buscan socializar, aunque ambos entornos se valoran por igual para momentos de descanso en soledad.