Robaba y vendía droga pero el deporte lo salvó y ahora es una estrella del kick boxing: de quién se trata

Robaba y vendía droga pero el deporte lo salvó y ahora es una estrella del kick boxing: de quién se trata
Con apenas 21 años, Tobías Ruggiero divide su tiempo entre su empleo como repartidor de bidones de agua y su pasión por el deporte, donde ya logró consagrarse como campeón nacional y provincial de kick boxing. Su gran anhelo es dar el salto al profesionalismo, un objetivo que cada vez siente más cercano.

Sin embargo, el camino hasta alcanzar este presente de disciplina y enfoque no fue sencillo. Detrás de sus logros deportivos se esconde una historia atravesada por la marginalidad y la delincuencia, etapas que dejaron huellas profundas antes de que el deporte se convirtiera en su motor de cambio.

CUÁL ES LA HISTORIA DE TOBÍAS RUGGIERO, LA ESTRELLA DEL KICK BOXING

En Villa Allende, dentro del barrio La Polinesia, un sector golpeado por la violencia urbana y el narcotráfico, Tobías Ruggiero reparte a diario entre 120 y 130 bidones de agua. Ese mismo lugar, años atrás, era escenario de sus días de adicciones, robos y horas enteras “ranchando” en la esquina.

“Me atrapó ese mundo porque era lo que me rodeaba. El entorno pesa mucho. Para mí era normal salir a robar, consumir, vender droga, andar con armas. Todo eso lo veía en mi familia y lo naturalicé. Sabía que estaba mal, pero lo disfrutaba, era como llenar un vacío dañando a otros”, confesó en diálogo con Noticiero Doce.

Durante un tiempo, su destino parecía marcado por el mismo camino que muchos jóvenes cordobeses atrapados por la marginalidad: la cárcel o la muerte. Sin embargo, un episodio lo obligó a frenar. “Un día allanaron mi casa por amenazas con armas de fuego. Vi a mi mamá llorar, rogándome que cambiara y que no repitiera la historia de mi papá. Ese momento me hizo un click en la cabeza”, relató.

A partir de allí, Tobías decidió retomar aquel hobby de la infancia que había comenzado cuando sufría bullying en la escuela: el kick boxing. Con esfuerzo y voluntad propia, se reencontró con el deporte que lo terminó rescatando. Hoy, además de competir, dedica los sábados a dar clases gratuitas en su barrio, intentando alejar a otros chicos de los mismos errores.

Su entrenador, Mauro Campesi, también conoce lo que significa crecer en un entorno hostil. “Lo esencial es la empatía. El deporte, como el trabajo, también dignifica. Cuando Tobías volvió al gimnasio lo hizo buscando contención, y encontró un rumbo”, afirmó.

Con 21 años y un presente enfocado en los cuadriláteros, Ruggiero no reniega de su pasado, aunque carga con el peso de sus errores. “A las personas a las que lastimé les pido disculpas, no hay palabras. No me siento orgulloso de lo que hice, pero si no hubiese pasado por todo eso, hoy no sería quien soy. Mi pasado es parte de lo que soy ahora”, reflexionó.