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La periodista argentina radicada en Miami es CEO de CPAC Argentina y firmó un contrato con la SIDE para actuar como enlace con EE.UU. Su nombre aparece como pieza clave de un dispositivo que mezcla lobby político, inteligencia y financiamiento opaco.
Javier Milei apenas la nombró, pero bastó para encender antenas. “Gracias a Soledad Cedro, CEO regional de CPAC, por haberme invitado”, dijo desde el escenario de la CPAC Paraguay, en medio de un auditorio que lo vitoreaba. Fue una frase breve, casi protocolar, que pasó desapercibida para la mayoría, aunque en los pasillos del poder su nombre funciona como una contraseña: Cedro es hoy una pieza clave del entramado reservado que conecta a la Casa Rosada con los Estados Unidos.
De profesión periodista, en los últimos años se reconvirtió en operadora política con llegada directa al ecosistema conservador estadounidense. Es vicepresidenta de CPAC Argentina Inc, el brazo local de la influyente cumbre de la derecha global, y desde febrero de este año figura como CEO de Tactic COC LLC, una empresa registrada en Florida que firmó un contrato con la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Ese convenio, rubricado por Cedro y el titular del organismo, Sergio Neiffert, le otorgó a Tactic un pago mensual de 10.000 dólares para “funcionar como enlace entre la Presidencia de la Nación y sus homólogos en Estados Unidos”.
La cifra, ínfima para ese tipo de servicios —países como Vietnam pagan hasta 200.000 dólares por tareas similares—, disparó sospechas en el Congreso. Según un informe presentado ante la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA) por el diputado Rodolfo Tailhade, el contrato podría ser una pantalla para triangular fondos reservados.
Cedro aparece inscripta como agente extranjera en el sistema FARA, el registro de lobby del Departamento de Justicia de EE.UU., al igual que Laura Belén Arrieta, exazafata y hoy empleada de OCP Tech y COC Global Enterprise, dos empresas fundadas por el empresario Leonardo Scatturice, piezas centrales de un engranaje que se mueve entre el espionaje, la política y los negocios.
Aunque su nombre comenzó a aparecer en documentos reservados, Cedro lleva dos décadas construyendo un perfil público en Estados Unidos. “Soy argentina y me fui a vivir en Estados Unidos a los 20 años luego de graduarme de periodista. Trabajé en CNN, después pasé por FOX News y por canales latinos cubriendo política. En un determinado momento di el salto y empecé a trabajar del lado político en campañas presidenciales y congresionales”, contó en una entrevista con Jorge Fontevecchia de noviembre del año pasado, días antes de la edición argentina de la CPAC.
Desde entonces, aseguró, se involucró en el Partido Republicano impulsando el voto latino, hasta convertirse en una de las organizadoras de la CPAC. “La CPAC se realiza de manera ininterrumpida desde la década del setenta en Washington y cobró otro tipo de popularidad con la llegada de Donald Trump. El éxito de la conferencia en los Estados Unidos llevó a los organizadores a querer llevar el evento a otros países”, explicó por entonces.
El rastro del entramado que une a Cedro con Milei puede seguirse a través de una serie de vuelos discretos. El 26 de febrero de 2025, un jet privado de una de las empresas de Scatturice aterrizó en Aeroparque con más de diez valijas, aunque solo cinco fueron declaradas ante la Aduana. ¿Su única pasajera? Laura Belén Arrieta. La PIA abrió una causa de oficio por presunto contrabando, y lo que parecía un episodio aislado derivó en la reconstrucción de una red política, financiera y diplomática con ramificaciones internacionales.
Su llegada, primero desmentida por el vocero presidencial Manuel Adorni, terminó confirmada por imágenes de seguridad incorporadas a la causa judicial: se los ve evadiendo los controles de equipaje en Aeroparque. Durante los trece días que el avión permaneció en el país, no quedó registro oficial de sus movimientos. Según la denuncia, fue guardado en un hangar de Royal Class —también vinculado a Scatturice—, lo que le habría permitido operar sin controles migratorios ni aduaneros visibles.
El jet ya había aterrizado por primera vez en Buenos Aires el 24 de enero de 2025. Trece días más tarde, el 6 de febrero, la aeronave volvió a despegar rumbo a Estados Unidos con tres pasajeros a bordo: Arrieta, Víctor Du Plooy (director comercial de Surjet y oficial de negocios de Tactic) y uno de los tripulantes. Seis días después de ese vuelo, el 12 de febrero, Cedro firmó el contrato con la SIDE. Y en paralelo, Scatturice desplegaba otra operación: contrató a la consultora Forward Global, dirigida por el exasesor de Donald Trump José Mallea, para gestionar ante la FAA la habilitación de rutas de Flybondi hacia Estados Unidos.
El monto mensual fue idéntico al de Tactic: 10.000 dólares. Cuatro meses más tarde, el 18 de junio, su firma COC Global Enterprise anunció la compra de la low cost, en una operación presentada como un refuerzo de capital pero interpretada en el Gobierno como un movimiento estratégico: el armado de un sistema de transporte y financiamiento paralelo, bajo control libertario.
Scatturice se radicó en Estados Unidos hace cinco años. Antes vivía en Buenos Aires, donde dirigió una agencia privada de inteligencia llamada C3 Consulting. En 2012 fue investigado en la causa “Dark Star”, iniciada por el entonces jefe de Contrainteligencia de la SIDE, Antonio “Jaime” Stiuso, con quien Scatturice supe tener una disputa soterrada. Y aunque sus voceros negaron que haya sido espía, admiten que trabajó en análisis de riesgo corporativo. Hoy, en el entorno libertario, lo consideran un operador confiable. Incluso habría participado en la reestructuración del sistema de inteligencia impulsado desde Casa Rosada.
Las pistas aéreas también conducen al núcleo del poder. Scatturice recibió en Miami, el 17 de enero, al asesor presidencial Santiago Caputo, su hermano Francisco —encargado del manejo financiero de La Libertad Avanza desde la Fundación Faro— y el dirigente del PRO Manuel Vidal. El viaje, reconstruido en su momento por Hugo Alconada Mon, coincidió con los actos de asunción de Trump pero, según fuentes al tanto del vínculo, tuvo otro propósito: consolidar relaciones estratégicas y financieras. “Se convirtió en un facilitador total del mileísmo. Pone recursos, abre puertas y ofrece soluciones”, resumió un alfil libertario que trata con Scatturice con frecuencia.
El empresario no es solo un proveedor: en el oficialismo lo describen como el operador de un dispositivo político, diplomático y financiero. Cada uno de sus pasos está documentado y forma parte de la mega-denuncia presentada en julio por la diputada Lourdes Arrieta ante la Bicameral de Inteligencia. Pero la sombra del escándalo no recae solo sobre la SIDE, sino que alcanza a la arquitectura de poder que lo habilitó, lo integró y lo necesita. El contrato con Tactic, aunque modesto en apariencia, es apenas el eslabón más visible de una cadena que atraviesa los cielos —y los sótanos— del poder.
En ese tablero, Cedro opera como el engranaje invisible: es quien conecta a Milei con el universo conservador de Washington, quien firmó el contrato que le abrió la puerta a los fondos reservados de la SIDE y quien aparece asociada a la red logística y financiera que orbita a Scatturice. Su nombre apareció por un instante en el discurso de Milei en Paraguay, pero su rol trasciende el protocolo. Es la punta de un dispositivo subterráneo que conecta la Casa Rosada con Miami, y la política con los secretos.
PL/MC