Tiene un apellido famoso, era jugador del rugby pero las adicciones marcaron su vida: cuál es su historia

Tiene un apellido famoso, era jugador del rugby pero las adicciones marcaron su vida: cuál es su historia
El rugby fue parte de su vida desde chico, pero ni el deporte ni el entorno privilegiado pudieron protegerlo de una realidad que no distingue orígenes. Las drogas no hacen diferencias entre clases sociales ni se detienen ante los apellidos o las historias familiares.

No separan a quienes crecieron con carencias de aquellos que parecían tenerlo todo. Joaquín “el Flaco” del Carril es un ejemplo claro de ello: provenía de una familia acomodada, con buena educación y sólidos valores, pero aun así terminó cayendo en un infierno del que le llevó años poder salir.

CUÁL ES LA HISTORIA DE JOAQUÍN DEL CARRIL Y CÓMO PUDO SUPERAR LAS ADICCIONES

A los 17 años, cuando su futuro en el club de rugby CUBA parecía prometedor, Joaquín “el Flaco” del Carril probó por primera vez la cocaína. Lo que comenzó como una experiencia social terminó convirtiéndose en una adicción que lo alejó de su familia, sus amigos y de sí mismo.

Perdió momentos irrecuperables con sus hijas y su vida se desmoronó. Sin embargo, tuvo la fortaleza de pedir ayuda y comenzar un largo proceso de recuperación que lo llevó a reconstruirse por completo.

Del Carril creció en un entorno de comodidad y afecto, pero sin diálogo. “En mi casa había amor y buena posición económica, pero no se hablaba. Cuando uno guarda tanto, en algún momento explota”, confiesa. Asegura que ese silencio fue el punto de partida de su adicción: “La droga no discrimina clases sociales. Es un flagelo que atrapa a cualquiera, fácil de empezar y muy difícil de abandonar”.

Durante su infancia y adolescencia, Joaquín enfrentó dificultades que no entendía del todo. Sufría TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), aunque en aquella época no se diagnosticaba con facilidad. “En el colegio me costaba concentrarme. Me sentía diferente, sin autoestima, sin valor. Esa herida interna me llevó a buscar salidas equivocadas”, recuerda. En las drogas encontró una falsa sensación de seguridad y escape. “Me permitía actuar sin inhibiciones, pero me llevó al infierno. Estuve 30 años atrapado”.

El quiebre definitivo llegó cuando dejó el rugby y se separó de su esposa. “Ahí se rompió la foto familiar. Sentí un vacío enorme y empecé a consumir más seguido”, relata. Aunque su exmujer nunca sospechó de su adicción, una escena marcó el punto de inflexión: llevó a su hija, sin que ella lo supiera, a comprar droga. “Cuando la vi llorar desconsolada me di cuenta de que había tocado fondo. Fue entonces cuando pedí ayuda”, recuerda conmovido.

Su recuperación comenzó en la comunidad Cenácolo, donde atravesó un profundo proceso de sanación. “No se deja de un día para otro. Hay vergüenza, miedo, negación. Pero ahí aprendí a quererme, a valorarme y a perdonarme”, cuenta. Un papel clave en su renacer lo tuvo el exrugbier Agustín Pichot, quien le dio su apoyo incondicional: “Cuando le conté mi problema, me dijo ‘andá a sanar, yo me ocupo de vos y de tu familia’. Nunca voy a olvidar esas palabras”.

Hoy, lejos de la oscuridad, Joaquín dedica su vida a concientizar sobre las adicciones. Recorre clubes, escuelas y empresas compartiendo su historia con jóvenes y adultos. “Después de cada charla me voy lleno de amor. Los chicos me escuchan con respeto, muchos se sienten identificados y otros se sorprenden de que alguien que lo tuvo todo haya caído tan bajo. Pero si mi experiencia sirve para evitar que otro pase lo mismo, entonces todo valió la pena”, asegura.

Con serenidad y sin vergüenza, “el Flaco” del Carril convirtió su caída en un mensaje de esperanza. Desde el rugby, que siempre fue parte de su vida, impulsa hoy una nueva forma de jugar: la de apoyar al otro fuera de la cancha, en la lucha contra uno de los flagelos más duros y silenciosos de la sociedad.