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En una semana en la que prosigue el cierre del Gobierno y que ha culminado con movilizaciones por todo el país contra Trump, el presidente de EEUU ha sellado un incipiente alto el fuego en Gaza, para después autorizar operaciones encubiertas en Venezuela y hablar por teléfono y en persona con Putin y Zelenski para el fin de la guerra en Ucrania
La oposición a Trump se moviliza por todo EEUU contra la deriva autoritaria y la agenda ultra al grito de “no a los reyes”
Un acuerdo de paz para Oriente Próximo que no parece que sea un acuerdo ni que sea de paz para una Gaza hecha escombros por Israel. Una escalada creciente contra Nicolás Maduro que pasa por operaciones encubiertas en suelo venezolano con un despliegue militar cada vez mayor cerca del país y personas detenidas en aguas internacionales. Y un nuevo intento de acabar con la invasión rusa de Ucrania abordando la seguridad en Europa sin Europa en la mesa de negociación.
Donald Trump arrancó la semana con un show en Egipto para celebrar un inestable e incipiente alto el fuego sin garantías de cómo consolidarlo y la termina con miles de movilizaciones en todo Estados Unidos contra su autoritarismo, la militarización de las calles y las deportaciones masivas sin garantías judiciales. No Kings (no a los reyes, en español) es el nombre del movimiento que arrancó hace unos meses, en vísperas de su cumpleaños –14 de junio– celebrado con un desfile militar por las calles de Washington. El lema juega con el significante monarca que ejerce el poder por encima de la ley y sin control democrático, pero también con el recuerdo de que EE.UU. ya se independizó de una monarquía, la británica, hace 249 años.
“En junio, millones de estadounidenses comunes y corrientes, de todos los ámbitos, salieron pacíficamente a las calles y declararon al unísono: ¡No a los reyes!”, afirman los organizadores: “El mundo vio el poder del pueblo, y el intento de coronación del presidente Trump se derrumbó ante la fuerza de un movimiento que se alzaba contra sus abusos de poder. Ahora, redobla la apuesta: envía agentes militarizados a nuestras comunidades, silencia a los votantes y reparte beneficios a multimillonarios mientras las familias pasan apuros. Esto no es solo política. Es democracia contra dictadura. Y juntos, elegimos la democracia”.
Y todo esto se produce mientras se suman ya 18 días de un cierre del Gobierno que apunta a prolongarse en el tiempo y que mantiene en el aire las nóminas de los funcionarios, servicios públicos, aeropuertos y programas sociales.
Trump quiere redibujar el mundo a golpe de amenaza, aranceles y coacciones. Juega con la seguridad en Europa haciendo notar que “hay un escenario de por medio”, lo cual le permite abrir la puerta a principios de la semana al envío de Tomahawks y cerrarla al final de la semana después de su conversación de dos horas y media con el presidente ruso, Vladímir Putin.
El presidente de EE.UU. ha pasado en apenas ocho meses de insultar a Zelenski en el Despacho Oval a reconocer este viernes los sacrificios del pueblo ucraniano, pasando por su comentario hace tres semanas en Naciones Unidas sobre la capacidad de Kiev para recuperar el territorio ocupado “e ir más allá”. Eso sí, el presidente ucraniano ha aprendido la lección y se ha presentado con chaqueta y con numerosos halagos a su anfitrión, algo permanente en cada interlocutor que habla públicamente con Trump. Sin embargo, por lo que han dicho los dos a la salida de la reunión, ni Zelenski ha conseguido los misiles que ansía ni el presidente de EE.UU. le ha dado garantías futuras de seguridad, cosa que también preocupa a la UE, ni de la integridad territorial del país. De hecho, Trump ha afirmado: “Deberían parar como están”. Si hacen eso, Putin se quedaría para Rusia con buena parte del Donbás y consolidaría la ocupación de Crimea.
Así mismo, mientras juega al Risk con Europa, redobla sus amenazas a la Venezuela de Nicolás Maduro con cada vez más soldados cerca del país y autorizando operaciones encubiertas en suelo venezolano. Y todo esto en la misma semana en la que se han conocido otros dos ataques letales contra embarcaciones en el Caribe –de las que no se dice ni de donde salieron, ni a donde iban ni donde fueron hundidas– acusadas, sin pruebas, de cargar droga.
A su vez, Trump no esconde su decepción por la falta de avances en el proceso de paz en Gaza, donde se han intercambiados rehenes y presos, pero la situación sigue siendo crítica por la falta de ayuda humanitaria, la violencia persistente y la poca claridad sobre el futuro de Palestina y su aspiración de convertirse en Estado, apoyada por cada vez más países como pudo evidenciarse hace unas semanas en Naciones Unidas.
“No es un plan de paz”, decía Mehdi Hassan, director ejecutivo y editor jefe de la empresa de nuevos medios Zito, en la marcha No Kings de Washington DC este sábado: “Donald Trump, el hombre que usa la palabra palestino como un término peyorativo, no tiene ningún plan para la libertad palestina ni para la creación de un Estado palestino o para la justicia de los palestinos que han sido masacrados, matados de hambre, sufrido un genocidio y sometidos a una limpieza étnica durante los últimos dos años, incluyendo los últimos nueve meses de su presidencia. No hay paz en Oriente Medio porque, como dijo el Dr. King, la paz no es solo la ausencia de violencia, es la presencia de la justicia”.