Un lunes largo en la Rosada: dos reuniones de gabinete, mercados en rojo y autocrítica en voz baja

Un lunes largo en la Rosada: dos reuniones de gabinete, mercados en rojo y autocrítica en voz baja

Tras la derrota en la provincia de Buenos Aires, Javier Milei busca reordenar a su equipo. “Lo anormal hubiera sido ganar”, reconoció un alto funcionario, mientras crece la presión para mover piezas en el Gobierno.

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El lunes después de la derrota bonaerense amaneció espeso en la Casa Rosada. Javier Milei llegó antes de lo previsto –faltaban ocho minutos para las nueve– y atravesó el Salón de los Bustos con paso acelerado. No había margen para la rutina: el golpe en la provincia de Buenos Aires había sido demasiado contundente —trece puntos de diferencia con Fuerza Patria— como para disimular. Por eso convocó a todos los ministros al Salón Eva Perón para una primera reunión de gabinete que se extendió durante dos horas, y anunció otra para la tarde, en un gesto deliberado de centralidad que buscó proyectar control en medio del tembladeral político.

Karina Milei y Manuel Adorni ya estaban instalados desde temprano, como anclando el centro de gravedad presidencial. El resto de los ministros fue llegando de a poco, con rostros tensos y silenciosos. Entre los primeros en aparecer estuvo Santiago Caputo, que se cruzó con Gerardo Werthein en la explanada y se encerró en su despacho veinte minutos antes de la reunión. También dio el presente Martín Menem, uno de los rostros más incómodos en el escenario del búnker libertario la noche de ayer. Su primo Eduardo “Lule” Menem, en cambio, brilló por su ausencia: salpicado por los audios de Diego Spagnuolo, quedó directamente bajo sospecha en el nuevo clima de depuración interna.

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La mañana no dio respiro. Afuera, las acciones argentinas sufrían un desplome en Wall Street y en la city porteña crecía el nerviosismo cambiario. Luis Caputo, ministro de Economía, se ausentó de la cita de la mañana —estaba con su equipo preparando respuestas para los mercados— y recién apareció más tarde para recibir, junto a Milei, al presidente del BID, Ilan Goldfajn. La foto con el brasileño buscó transmitir respaldo externo en un día que había empezado marcado por la fragilidad.

En privado, Milei repitió lo que había dicho en Gonnet: que la derrota era política pero el rumbo económico se mantenía inalterable. “No se retrocede ni un milímetro, el rumbo no solo que se confirma, sino que lo vamos a acelerar”, insistió. Su discurso giró en torno a los logros económicos —inflación reducida, pobreza supuestamente en retroceso— como si esas cifras pudieran servir de contrapeso al mazazo electoral. Pero en los pasillos de la Rosada nadie ocultaba que el golpe político había calado hondo.

Milei y Caputo reunidos tras la derrota en la provincia de Buenos Aires.

El primero en hablar, temprano por la mañana, había sido el jefe de Gabinete Guillermo Francos, que intentó poner paños fríos. Reconoció que habrá cambios, pero los postergó hasta diciembre, cuando Patricia Bullrich (Seguridad) y Luis Petri (Defensa) asuman sus bancas en el Congreso y el vocero Manuel Adorni se convierta en legislador porteño. “El resto estamos siempre a disposición del Presidente”, deslizó, como si quisiera blindar la idea de continuidad en medio del temblor.

En paralelo, un alto funcionario del Gobierno ensayaba un balance crudo en off. “Siempre dijimos que esto era un piso, de ahí todo para arriba. Hay por lo menos diez puntos del electorado que no fue a votar. Es muy probable que esa gran mayoría sea nuestro”, sostuvo ante la consulta de elDiarioAR. El análisis incluyó una advertencia sobre los intendentes peronistas: “Jugaron ahora, en octubre no tienen mayor incentivo para hacer lo que hicieron ahora”. También sobre el PRO: “Fallaron los votos prestados. Evidentemente fallamos nosotros en seducir a ese electorado y a la dirigencia”.

Karina Milei, en el búnker de LLA, junto a Manuel Adorni y Martín Menem, tras la derrota electoral de este domingo.

La magnitud de la derrota desbordó incluso los cálculos previos. “En estas condiciones, lo anormal hubiera sido ganar. Lo que nos shockeó fue la diferencia. Podíamos prever una derrota por seis o siete puntos”, admitió el funcionario. El diagnóstico, sin embargo, no se limitó a la aritmética electoral: “El peronismo obtuvo lo que suele obtener. Lo que hay que ver es por qué perdimos lo nuestro: ahí entra la gestión, lo económico, los audios, malos candidatos, logística territorial, entre otras cosas”. La conclusión fue tan incierta como desafiante: “Se pueden venir cambios de estrategia política. Yo creo que se puede remontar”.

Milei vuelve a reunir a los ministros a las 16.30. Es la primera vez desde el inicio de su gestión que convocó a dos reuniones de gabinete en un mismo día. La escena busca reafirmar su centralidad y transmitir la idea de que todo se definirá desde la Casa Rosada. “Se pueden venir cambios de estrategia político”, deslizaban, sin mayores precisiones, cerca del Presidente. Pero el clima interno estaba atravesado por un doble registro. Hacia afuera, la promesa de continuidad y aceleración del rumbo económico. Hacia adentro, la sensación de que la derrota bonaerense desnudó las costuras de un oficialismo fracturado, en el que las tensiones por los cargos, los armados y las estrategias ya no se pueden ocultar.

PL/MG