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El WhatsApp de la jefa de Corrientes fue vulnerado durante un encuentro de representantes del interior en Buenos Aires. El episodio profundizó la sensación de desorden en el organismo y se produjo días antes de la polémica visita de Lago Rodríguez a Neiffert.
En los pasillos de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) todavía se comenta, entre ironías y caras largas, el episodio del pasado 5 de noviembre. Ese día, en plena reunión de jefes provinciales de la central en Buenos Aires, un encuentro que congregó a los delegados del interior en el microcentro porteño, la representante del organismo en Corrientes tuvo que admitir públicamente que había perdido el control de su único WhatsApp: su línea personal había sido vulnerada y debía pedir de urgencia que nadie respondiera los mensajes que salieran desde su teléfono.
Según reconstruyó elDiarioAR, el hackeo se produjo tras una llamada en la que la delegada cayó en un ardid básico: engañada, llegó a dictar en voz alta el código de verificación de seis dígitos que la app envía para validar el acceso a la aplicación. Minutos después, quien tomó control de la cuenta comenzó a contactar a sus interlocutores con un mensaje típico de estafa, pero que en este caso involucraba a una agente de inteligencia. “Hola, ¿cómo estás? Quería hacerte una consulta, estoy vendiendo 3.000 dólares en efectivo, ¿te interesa? ¿O conocés a alguien de confianza que quiera comprarme algunos?”, pudo leerse incluso en las pantallas de varios de los presentes.
La funcionaria quedó en la cuerda floja. No solo porque la trampa fue demasiado básica para alguien formado en tareas sensibles, sino porque el hackeo quedó expuesto delante de todos los delegados del país, que estaban reunidos con ella en ese preciso momento. La escena generó estupor, pero también chicanas internas. “Es el colmo del espía”, ironizó ante este medio una fuente del área, que describió el episodio como “un papelón de manual” en un organismo que atraviesa semanas de tensión por la sucesión de fallas operativas y movimientos internos.
En esos intercambios subterráneos, el tono era una mezcla de sarcasmo y preocupación. La sensación compartida fue que la cadena de tropiezos no era casualidad sino síntoma: la SIDE de Javier Milei atraviesa tiempos de desorientación, con la conducción nacional puesta en cuestionamiento. Sin ir más lejos, el episodio ocurrió exactamente durante la misma semana en que, según se supo después, el subsecretario administrativo José Lago Rodríguez protagonizara su polémica visita nocturna a la casa de Sergio Neiffert, el viernes 7 de noviembre.
La reunión en la que todo ocurrió, según describieron participantes, ya venía cargada de tensión. Algunos delegados provinciales habían llegado a Buenos Aires con reclamos puntuales sobre recursos, reemplazos demorados y órdenes contradictorias provenientes de la conducción central.
En ese marco, el caso del hackeo, contado casi en susurros, terminó alimentando una línea de interpretación nada menor: si el organismo no puede blindar siquiera a sus delegados territoriales de una estafa telefónica estándar, ¿en qué condiciones está para intervenir en conflictos sensibles o procesos que requieren un mínimo estándar de seguridad y sigilo?
PL/MG