Virginia Lago: "La obra es un homenaje y un reconocimiento"

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A pesar de su larga trayectoria, es la primera vez que la actriz y directora Virginia Lago aborda el tema de la inmigración en el teatro. Aunque cuenta que ”desde hace mucho tiempo tenía una obra sobre ese tema en la cabeza, pensada desde el comienzo hasta el final”. Este año pudo darse el gusto de estrenar Sueños escondidos en el mar, que no es otra cosa que esa obra tantas veces imaginada, según cuenta en la entrevista con Página/12. Una de las imágenes que colaboraron con este montaje que reúne actuación, música y proyecciones es la de su madre, que llegó a los 20 años desde Lugo, Galiia, “sola en el puerto, con su tapadito y su valijita, a la espera de encontrarse con sus dos hermanos que ya estaban establecidos acá”. 

La amistad entre mujeres, el deseo inquebrantable de colaborar unas con las otras para que todas hagan realidad su propio destino es, según explica la actriz y directora, el eje principal que vertebra Sueños escondidos…. Algo parecido le sucedió a Lago cuando su hermana y sus amigas la animaron a hacer algo que ella no había imaginado hacer nunca. “Yo había ido con ellas a un lugar donde buscaban actores”, cuenta Lago. Y aunque ella estaba en calidad de acompañante se atrevió a aceptar un papel que más tarde le valió el primer premio en un concurso. “Así comencé a actuar en la televisión haciendo papeles chicos”, resume la actriz quien en 1961 recibió el premio revelación por su trabajo en Alias Gardelito, bajo la dirección de Lautaro Murúa.

Sueños escondidos… tiene textos que fueron escribiéndose en forma colectiva entre Lago y las actrices que interpretan a los personajes: Stella Cazal, Sonia Grimberg, Liliana Simsi, Gabriela Sintas y Paula Trucchi. “Son cinco mujeres que

simbolizan a otras”, dice Lago, “con sus costumbres, sus sabores, aromas, amores y recuerdos”. La música es de Mario Corredera, el diseño de luces, de Damián Janza y el video, de Ariel Bottigheimer. La obra puede verse en Andamio ‘90 (Paraná 660) los domingos a las 19.30.

-Además de la dirección, figurás como la responsable del concepto estético. ¿Cómo es la puesta?

-Es una obra onírica. La contamos desde el lugar del recuerdo. No es nada realista…Está el barco y la sirena que suena entre la bruma y los personajes están ahí como desdibujados en su llegada al Hotel de Inmigrantes. Digo que no es realista por las imágenes que se proyectan y el uso de la luz que va siguiendo la música y se ve como destellos de estrellas fugaces. Los personajes de las inmigrantes cantan y se mueven al unísono. Yo estoy en escena pero junto a los músicos. Somos una presencia que está más allá de lo terrenal.

-¿Cómo se compone el grupo?

-Son cinco mujeres que en realidad componen a una sola. Improvisé con las actrices y el texto se fue armando. Es una creación colectiva pero siempre les dije que yo tenía la última palabra (risas).

-Las cinco mujeres provienen de lugares diversos: Italia, Galicia, Armenia, Rumania y Paraguay…

-Sí, son de muy diferente origen, pero están muy unidas por una fuerza muy profunda. Es una reunión de hermanas que van creciendo con la ayuda de todas. Podrán pelearse, disentir, pero siempre están para apoyarse unas a otras. Ellas traen en sus valijas dolores de guerras, hambrunas, persecución, soledad. Buscan cumplir sus sueños y, lo que fue un fortuito encuentro en el Hotel de Inmigrantes, se convierte en un fuerte lazo de cariño en el patio del conventillo. Sueños escondidos… es un trabajo colectivo, en el que cada actriz ahondó en la historia de sus antepasados a modo de

homenaje y reconocimiento.

*Sueños escondidos en el mar, Andamio ’90 (Paraná 660), domingos 19.30.

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