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En un desayuno para evangélicos celebrado la semana pasada en Milwaukee, el nuevo compañero de fórmula del candidato presidencial republicano Donald Trump, J. D. Vance, empezó a hablar de repente del clásico de Quentin Tarantino Pulp Fiction (1994, estrenada en Argentina como Tiempos violentos). La escena que impresionó tanto al político de Ohio y autor de Hillbilly Elegy es una de las más sangrientas de toda la película. El violento gángster Jules (Samuel L. Jackson), que cita la Biblia y a quien Vance llama "uno de mis teólogos favoritos", acaba de dispararle a un joven delincuente. Otro hombre, que se había escondido en el cuarto de baño, salta. "¡Mueran, hijos de puta!", grita, mientras descarga tres balas en dirección a Jules y su compañero Vincent (John Travolta). Por alguna razón, todas las balas fallan. Jules y Vincent levantan sus propias armas al unísono y matan al hombre. Es entonces cuando Jules empieza a hablar de "intervención divina".
"Deberíamos estar muertos... eso no fue suerte", dice Jules, una frase que se repite en las declaraciones de Trump tras sobrevivir a un intento de asesinato a principios de este mes (Curiosamente, la película de Tarantino, que se reestrenará en salas de cine aeste 23 de agosto con motivo de su 30º aniversario, se ha convertido en parte del actual debate sobre las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Por otra parte, desde su estreno en el Festival de Cannes de 1994 (donde ganó la Palma de Oro), la película ha inspirado una devoción casi religiosa entre grandes grupos de fans de todo el mundo. Hay referencias a Pulp Fiction en todo tipo de películas, desde videos de Ariana Grande hasta episodios de Los Simpson, pero no ha habido nada igual, ni antes ni después. No es de extrañar que la influyente encuesta de críticos de Sight and Sound la situara en 2022 entre las mejores películas de la historia.
Han pasado 32 años desde que el joven y audaz guionista y director empezó a trabajar en el guión, a mano alzada, en un apartamento de una sola habitación en Ámsterdam. Los "cientos de páginas de letra indescifrable" con los que Tarantino se fue de Holanda fueron la base de la película que rescató la carrera de Travolta y convirtió a Jackson de actor de reparto en estrella. También se les atribuye la creación de un nuevo subgénero, moderno y divertido, del cine de gángsters. Pulp Fiction sorprendió y asombró incluso a los críticos más hastiados. Muchos reaccionaron a su llegada como si fuera la segunda venida. La calificaron de "estimulante", "crepitante como un generador de ozono" y "el King Kong del cine policíaco".
Se trata de una película de género deliberadamente escabrosa, y sin embargo tiene la compleja estructura narrativa que cabría esperar encontrar en una densa novela modernista. Es una película antológica con tres historias interconectadas (en las que el director trabajó con el coguionista Roger Avary). Los personajes principales son arquetipos conocidos de innumerables películas de clase B de Hollywood, pero todos ellos con el giro habitual de Tarantino. Los asesinos a sueldo de trajes oscuros son la respuesta de Tarantino a los ángeles de la muerte interpretados por Lee Marvin y Clu Gulager en Código del hampa (1964), de Don Siegel. El boxeador Butch Coolidge (Bruce Willis), al que se le pide que participe en un combate, es un primo cercano del viejo púgil de Robert Ryan en La trampa (1949). La Mia de Uma Thurman, la esposa del jefe mafioso, es una versión de los años 90 de las mujeres fatales del cine negro, como Rita Hayworth en Gilda (1946) o Ava Gardner en Los asesinos o Forajidos, la versión de Robert Siodmak de la misma Código del hampa (1946), pero con un corte de pelo al estilo de Anna Karina en las películas francesas de la Nueva Ola de principios de los años 60.
Tarantino aporta ligereza a los momentos más tensos. Un ejemplo perfecto es la sobredosis de Mia, que revive gracias a una inyección de adrenalina en el corazón. Mientras el Vince de Travolta y el traficante de drogas Lance (Eric Stoltz) intentan salvarla, Tarantino recurre a bromas y chistes. La escena es a la vez aterradora y muy divertida, o "jodidamente alucinante", como dice la esposa de Lance, Jody (Rosanna Arquette). Al mismo tiempo, proporciona una de las secuencias de baile más estimulantes del cine de los noventa: Travolta y Thurman haciendo el twist en el club nocturno de Jack Rabbit Slim, al ritmo de "You Never Can Tell" de Chuck Berry.
"Era un proyecto tan revolucionario e importante", dice de Pulp Fiction una de sus protagonistas, la actriz portuguesa Maria de Medeiros. "No respetó en absoluto todas las reglas de guión de Hollywood". Para empezar, la película está llena de diálogos. La sabiduría convencional dice que hay que "mostrar", no "contar", pero Tarantino privilegia a menudo las palabras sobre la acción. Luego está el enfoque de la caracterización. El personaje de Travolta, Vincent Vega, muere abruptamente a mitad de la película, otra de las decisiones casi heréticas del guionista y director (aunque suavizada por los juegos que Tarantino hace con la cronología, saltando adelante y atrás en el tiempo y permitiendo así que Travolta siga vivo después de su muerte).
Vincent es lo más parecido a un héroe convencional, pero es un asesino drogadicto. En una escena, dispara accidentalmente en la cara a Marvin, un delincuente de poca monta. La sangre y los sesos de Marvin explotan por todo el coche. Es absolutamente grotesco, pero Tarantino se lo toma a risa cuando Jackson y Travolta, obligados a limpiar el desastre, empiezan a discutir como una extraña pareja de comedia de situación.
Medeiros interpreta a Fabienne, la juguetona novia francesa del personaje de Bruce Willis, que se esconde con él en la habitación de un motel después de haber matado a su oponente más joven en el ring, incumpliendo un arreglo de tirarse a la lona. En la época en que apareció en Pulp Fiction, era más conocida internacionalmente por su papel de la escritora Anaïs Nin en la película biográfica Henry & June (1990), en la que Thurman, de Pulp Fiction, interpretaba a June, la esposa de Miller. Conoció a Tarantino en un festival de Aviñón donde se proyectaba su ópera prima Perros de la calle (1992). "Creo que fue uno de los primeros viajes que hizo Tarantino a Europa, para conocer todas las diferencias culturales, y esas experiencias las incorporó a la escritura de Pulp Fiction", dice Thurman. Un ejemplo notable fue el sorprendente descubrimiento de que muchos europeos prefieren la mayonesa al ketchup en sus papas fritas.
Medeiros encontró en Tarantino "una persona extremadamente inteligente, como una esponja, curiosa por todo". Para su sorpresa, había visto Henry & June. Sus gustos culturales eran mucho más amplios de lo que sugería su reputación de rey del cine de explotación. Se reencontraron en otro festival de São Paulo, y más tarde le enviaron el guión de Pulp Fiction. Inmediatamente se dio cuenta de que "era genial, realmente muy, muy especial, muy formidable. Pensé: 'Me encantaría hacer esto'. Lo que pasa con el cine de Tarantino es que está muy bien escrito, como una obra de teatro. Los actores no cambian ni una palabra. Todo es muy preciso. Pero además es muy espectacular, porque es divertidísimo y brillante".
Pulp Fiction se filmó con un costo total de 8 millones de dólares, una cantidad muy modesta para un título de un estudio de Hollywood. La película superó los 200 millones de dólares en la taquilla mundial. Sin embargo, la película de Tarantino siempre ha suscitado polémica y elogios casi a partes iguales. Una cuestión preocupante hoy en día es el papel desempeñado en su éxito por el jefe de su distribuidora, Miramax, Harvey Weinstein, ahora un delincuente sexual encarcelado y caído en desgracia.
"Weinstein era como una figura paterna... una figura paterna jodida", dijo Tarantino al podcaster Joe Rogan en una entrevista en 2021. Atribuyó a Weinstein el haberle permitido conservar la escena de tortura en la que le cortan la oreja a un policía en Perros de la calle y haber aceptado (a regañadientes) el papel de Travolta como Vincent en Pulp Fiction en una época en la que la estrella de Fiebre del sábado por la noche se había visto reducida a aparecer en películas infantiles como Mira quién habla. Tarantino conocía muy bien algunos aspectos del comportamiento depredador de Weinstein, pero le dijo a Rogan que no sabía nada de ninguna violación y que "lo había atribuido a que el jefe perseguía a la secretaria alrededor de la mesa".
El contenido de la película fue otra fuente de debate. Como el director dejó claro en su libro Meditaciones de cine, de 2022, así como en su larga conversación con Rogan, desprecia la autocensura y la corrección política que asocia con el cine estadounidense de los años 80, cuando lo único que importaba era que los personajes de las películas fueran "simpáticos". Cuando era joven y trabajaba en el videoclub VHS Video Archives, anhelaba un enfoque mucho más franco y subversivo del cine, y eso es lo que ofreció en Perros de la calle y Pulp Fiction.
"Ahora mismo estamos viviendo la segunda parte de los años ochenta, con la diferencia de que la lista negra es más macartista que en los ochenta", advirtió a Rogan. Se trata de una línea peligrosa para el director. Sus detractores lo han acusado de celebrar la misoginia, el nihilismo y la violencia aleatoria. "La propia voz del autor es sorprendentemente tosca, sádica incluso, cuando trata con las protagonistas femeninas", escribió The Spectator sobre su película de 2022 de Había una vez en... Hollywood. Spike Lee y otros autores también le han reprochado su "apropiación y explotación" de la raza negra, incluido el uso reiterado de insultos racistas en sus guiones.
Las películas en sí, sin embargo, tienen el tipo de humor, ingenio y generosidad de espíritu que desafía los esfuerzos por tacharlas de mezquinas, racistas o reaccionarias. Medeiros menciona la "delicadeza" que aportó a sus escenas con Willis en Pulp Fiction. "También estaba en la escritura. Las escenas de esa pareja hablan del choque cultural, de cómo dos culturas muy diferentes pueden enamorarse la una de la otra. Ella es increíblemente vulnerable y frágil en manos de ese boxeador. El contraste lo hace muy hermoso". También se refiere al ambiente de trabajo "amistoso, cordial y agradable" que creó el director. "Esa increíble libertad de expresión que tenía es revolucionaria, y es quizá la razón por la que, después de 30 años, la película sigue siendo de culto y una referencia", dice Medeiros. "Nos lo pasábamos tan bien sólo escuchándolo y viéndolo".
Es extraño, quizá, que una película tan inusual e incendiaria haya resultado tan duradera, ya sea con senadores republicanos o con el público en general. Pero así es Pulp Fiction. Es una película que sigue satisfaciendo como un "cuarto de libra con queso", y luego golpea como una bala en las tripas.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.