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Alto Loira, Francia
La coalición progresista del Nuevo Frente Popular (NFP), que integra La Francia Insumisa, junto al Partido Socialista, los Ecologistas y el Partido Comunista Francés, ha resultado la más votada en las elecciones legislativas del 7 de julio pasado. La izquierda cuenta con 193 diputados en la Asamblea Nacional, y según los usos y costumbres, el presidente de la República nombra un primer ministro que emana de la mayoría de diputados, aunque esta sea relativa y no absoluta. Sin embargo han pasado 60 días desde las elecciones y Emmanuel Macron no ha nombrado aún un primer ministro. Esto es algo inédito en la historia de la V República.
El NFP ha propuesto el nombre para ocupar el puesto de Primer Ministro a Lucie Castets, pero el presidente Macron ha descartado esa posibilidad luego de reunirse con ella y otros miembros del NFP el viernes 23 de agosto pasado. Macron se ha excusado de nombrar a Castets con el argumento de cuidar la “estabilidad política”, luego de ver que los diferentes espacios políticos de derecha, extrema derecha y “extremo centro” adelantaban una moción de censura a un potencial gobierno de NFP.
Uno de los argumentos más escuchados para rechazar un hipotético gobierno del NFP, es que La Francia Insumisa (LFI) constituye una línea roja, que no están dispuestos a aceptar tanto desde el oficialismo como desde la derecha un gobierno que tenga ministros que respondan a Mélenchon. Pero este argumento reflejó su debilidad y torpeza desde el momento de Jean-Luc Mélenchon lanzó la semana pasada el desafío de que si LFI es el problema para aceptar un gobierno de izquierda, en el futuro gobierno de Castets no habría ministros de LFI.
La derecha y el oficialismo debieron adaptar su discurso a este desafío diciendo que igualmente rechazaban la propuesta de un gobierno de NFP dado que las ideas detrás de esta coalición de izquierda son las de Mélenchon.
La situación es de extrema gravedad política, porque el presidente Macron no reconoce los resultados que dan como primera fuerza política a NFP. Macron no está dispuesto a ver caer sus principales reformas, como la del aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años, algo que el NFP anuncia derogar inmediatamente, en caso de asumir el gobierno.
En consecuencia se vive una suerte de anomalía democrática, que el diario L'Humanité califica de "golpe de Estado por parte de Macron" y Le Monde describe como "situación política inédita y peligrosa". Y esta es la razón por la que LFI llama a movilizarse el 7 de septiembre en defensa de la democracia y adelanta que promoverá una moción de destitución delPresidente de la República, amparándose en el artículo 68 de la constitución nacional.
El peligro político
El 25 de agosto pasado durante un acto político la frase con la cual el presidente de la Región Auvernia-Ródano-Alpes, Laurent Wauquiez, viene de definir a la Francia Insumisa (LFI), el movimiento político de izquierda liderado por Jean-Luc Mélenchon, es “ el mayor peligro político”, y agregó que “se le dejó prosperar demasiado, con un sentimiento culpable”. Sinceramente es preocupante esta definición proveniente de la derecha republicana francesa y transmite la inquietud y el interrogante de qué piensan hacer Los Republicanos (LR) liderados por Wauquiez, para evitar que LFI siga prosperando.
Por lo pronto existen senadores y diputados de la derecha republicana que demandan la disolución de la fuerza política de Mélenchon. Manuel Bompard, cordinador de LFI, dice que una propuesta para disolver un partido político no se veía en Francia desde 1940, época en que gobernaba el régimen de Vichy, colaboracionista con la Alemania Nazi. Wauquiez fijó en su discurso como blanco y adversario principal a LFI y al liderazgo de Mélenchon.
En segundo plano la extrema derecha de Le Pen también es criticada por “populista”; aunque con esta última tiene más ideas en común que diferencias. Tienen en común un discurso contra los inmigrantes, contra el aumento de impuestos a los más ricos y contra los ayudas socialesque reciben los más vulnerables.
Fin de verano
En Francia estamos viviendo el fin del verano, y tenemos en este jueves 29 de agosto una temperatura de 23 grados y una agradable jornada de sol. Son las diez de la mañana, mi hijo de 9 años ha salido de casa para comprarse un croisant con chocolate. En la espera y por la típica inquietud de un padre que deja ir solo a su hijo pequeño a realizar tal incursión, me asomo por la ventana del primer piso que da a la calle Annonay para confirmar que está en el camino, pero no lo veo, y en cambio para mi asombro lo que encuentro justo debajo de mi ventana es al presidente de la Región Auvernia-Ródano-Alpes , Laurent Wauquiez.
En este punto hay que decir que vivo en un pueblo de tres mil habitantes de la provincia del Alto Loira, y que la posibilidad de encontrar bajo mi ventana al presidente de la región donde viven más de 8 millones de habitantes, y maneja un presupuesto de unos 4 mil millones de euros anuales, no es muy alta.
Wauquiez viene de hablar con un vecino frente a su puerta, lo saluda afablemente y sigue caminando. Está solo y parece buscar el encuentro con vecinos ya sea en sus casas, como en la calle. Lleva una camisa blanca de mangas largas, un pantalón gris y zapatos negros. En este pueblo Wauquiez ha obtenido en la última elección legislativa del 7 de julio un 60 % de los votos. El triunfo electoral en la provincia le permitió también ser diputado en la Asamblea Nacional.
¿Wauquiez está ya de campaña para las elecciones presidenciales de 2027? El líder político de los Los Republicanos, partido de derecha, no oculta sus ambiciones políticas y busca destacarse en el escenario político nacional.
En ese momento, tras unos segundos de duda, decido bajar las escaleras y buscar un encuentro con él para hacerle alguna pregunta, todavía no sé bien qué, pero sé que es una oportunidad para mostrarle que en Francia hay gente que no comparte sus ideas sin ser por eso un “peligro político”.
Al momento de salir me cruzo con mi hijo, que vuelve de la panadería que me pregunta a dónde voy, y le contesto apresurado que ya vuelvo. Busco al presidente de la región por la calle sin encontrarlo, hasta que finalmente lo veo hablando con un comerciante con la sonrisa dibujada en el rostro, se despide y sigue su apacible caminata de campaña, en ese momento me dirijo a él y le digo “señor Wauquiez, me permite hacerle una pregunta”, el hace una pausa en su marcha, y le lanzo “¿realmente cree que LFI es el principal peligro político de Francia?”. Y responde afirmativamente, entonces le digo que conozco miembros de LFI que han votado por él para frenar el ascenso político de la extrema derecha, dado que su principal rival en las últimas elecciones en la provincia del Alto Loira era de la fuerza de Marine Le Pen; mi testimonio lo sorprende y por unos segundos parece desconcertado.
Entonces Wauquiez responde que hay buena gente en LFI, pero que el problema es su dirigencia; afirma que tienen un problema de “antisemitismo”. Le respondo que no hay pruebas de tal antisemitismo y él sostiene lo contrario, citando como si fuera un hecho irrefutable el ejemplo de la eurodiputada franco-palestina recientemente electa por LFI, Rima Hassan. Y agrega una confusa frase en la que menciona un pueblo vecino, Chambon sur Lignon, conocido por la protección que prestó a judíos durante la segunda guerra mundial, donde estarían ofendidos por el supuesto antisemitismo de LFI.
Este breve intercambio con el líder de la derecha republicana, me dejó claro que el mayor “peligro político” que representa LFI para la derecha en Francia, es que la izquierda escencialmente defiende un reparto más justo y equilibrado de la riqueza, algo que atenta contra las políticas neoliberales imperantes y que la derecha en su defensa de los privilegios de los más ricos y los márgenes de ganancias de las grandes empresas está dispuesta a casi todo.