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Puede que la última derivación del fenómeno foodie radique en ciertos videos virales de Internet donde se combinan sabores inverosímiles. Frituras de snacks con aderezos, carne bañada en spaghetti rallado o sánguches como un monumento al azúcar. En esa indivisible línea que separa la alquimia gastronómica de lo incomible se explica el suceso de Gigantes de la comida, cuya quinta temporada se estrena este miércoles 7 a las 22 por History.
El programa se dedica a investigar ciertos bigbangs en el paladar global, y, en consecuencia, el nacimiento de emporios alimenticios. Según su presentador, Adam Richman, la entrega parte de una necesidad básica: “A todo el mundo le gusta comer". "Entonces podemos hacer una lección de historia que sea menos aburrida y un poquito más atrapante”, dice el hombre que durante siete temporadas fue la cara visible de ese panegírico al colesterol llamado Man Vs. Food. Página/12 fue uno de los medios que participó de una conferencia virtual con el conductor y fan acérrimo del dulce de leche. “Creo que el mundo necesita más alfajores”, sentenció frente a medios de toda América latina.
En los cuarenta y siete episodios hasta la fecha, Gigantes de la comida indagó en el detrás de escena de las donas glaseadas, la rivalidad condimentada entre Joseph Campbell y Henry Heinz, bebidas isotónicas, o la guerra por décadas entre Pepsi y Coca-Cola. En estos nuevos capítulos aparecen sujetos que convirtieron sus apellidos en emblemas calóricos (Ben & Jerry, Kellogg y Mars, entre otros) junto a salsa marinara, helados, chupetines, luncheras y desayunos de campeones. Una de las claves del envío, según su vocero, es que permite dar con los Willy Wonka de carne y hueso. "Cada uno de los hombres y mujeres que lanzaron una marca multimillonaria tuvieron una enorme cantidad de fracaso y catástrofe antes de que llegara el éxito. Y es la historia más notable de fe en uno mismo. Creo que esto justamente es el tema central del programa. Ése es el factor", plantea Richman, y repone la historia del nacimiento de M&M como golosina para las tropas o de Herman Lay, quien creó los chizitos por un excedente de queso en polvo.
No hay dudas de que el programa marida perfectamente con películas como Flamin’ Hot, Sin glasear y Hambre de poder, que analizaron esta industria que vive su apogeo mediático. Para Richman, parte del furor es atribuible a la pandemia. “Hoy hay más gente que cocina, más gente que quiere iniciar su emprendimiento gastronómico, más personas que eligen seguir su pasión y volverse en emprendedores culinarios por derecho propio”, asegura el hombre tiene un CV a prueba de gastroenterólogos.
-Como experto en este campo, ¿qué plato actual podría formar parte de esta serie en un futuro?
-Con la distancia de un par de años, sería divertido hacer un análisis de los influencers de alimentos en las redes sociales y cómo han cambiado la forma en que se comercializan los productos de los restaurantes, o los chefs pueden lograr el éxito o cómo se lanzan los productos. Esto sería realmente un canal único que no ha existido hasta la era moderna. Cuando Julia Child y otros chefs de fama cocinaban, no tenían TikTok, YouTube o Instagram. Sería muy interesante y a su vez, hoy más que nunca, al menos en los Estados Unidos, hay múltiples restaurantes que están manejados por robots. Hay un lugar de hamburguesas que se llama Maker, que hace hamburguesas muy específicas que podemos diseñar en una computadora. Hay robots que hacen pizza. Toda esta automatización existe y siento que habrá avances. Y también, francamente, pienso en las aplicaciones de deliveries. Son un fenómeno relativamente nuevo y creo que sería interesante también hacer un programa en relación a esto.
-El programa se concentra en el paladar estadounidense. ¿Vamos a poder ver una comida latinoamericana en tu programa?
-Me encantaría que esto fuera así. Ha habido algunas figuras de América latina, predominantemente de México, como el hombre que creó los Fritos, o Richard Montañez, que creó los Flamin’ Hot Cheetos. Pero desearía poder decir que sí, aunque esto me excede. Estuve bastante tiempo en la Argentina. Trabajé con una bodega magnífica llamada Los Alamos, en Mendoza. Y para mí creo que es casi como la construcción de la parrilla o la ingeniería detrás del horno de barros que experimenté en Siete Fuegos de Francis Mallmann. Cómo es que los chefs modernos usan estas modalidades antiguas. O en la vinicultura. ¿Cómo es que este lugar en el medio del desierto genera estas uvas magníficas que luego derivan en estos vinos tan buenos en América del Sur? Me encantaría hacer un programa dedicado a la fugazzetta y otro sobre el matambre a la pizza.
-¿Cuál es la comida que más odiaste que nunca volverías a comer? ¿Y cuál es la que podrías comer todos los días?
-Me hacen mucho esta pregunta y es muy difícil. Diría que odio estos marrasquinos rojos brillantes que ponen en los helados. La textura y el sabor. Pensar en morderlo es repugnante. No es agradable. Y diría, ¿qué más? Es difícil, porque a veces pruebo alguna comida que no proviene de mi cultura y que no me gusta inicialmente. Pero como es parte de otra cultura, siempre trato de ser muy respetuoso. No creo que no vaya a volver a comer un ghost chili. En cuanto a lo que a mí me encanta, bueno, mi madre hace su propia versión de tarta de espinaca y es perfecta. No es como la griega, porque no tiene costra, pero es increíble. Y podría comer… todo lo que hace a mi mamá, para ser justo, los briskets y demás. De todos modos, creo que mi plato favorito es pizza con ensalada. Es decir, una linda ensalada, tal vez fresca, con una cerveza fría o una copa de vino, con mi teléfono apagado, disfrutando de la vida.