ARTICLE AD BOX
Humor, música, feminismo y la amistad (que rescata siempre). Paula Ransenberg ofrece otra de sus fantásticas creaciones en Pelomuerta, una obra que combina lo mejor del teatro off con música en vivo. La historia gira en torno a dos mujeres, Cloto y Laque, y su lucha feroz contra la decadencia, la muerte y la soledad. Todo sucede en una peluquería, santuario de belleza y confesionario femenino. Allí, los peinados, las pelucas y las tinturas se transforman en las armas de una pelea contra el tiempo en la que solo cabe perder.
Interpretada por Dolores Ocampo, Iride Mockert, Laura Silva, Andrés Passeri y Federico Llambí, el espectáculo cuenta con dirección musical de Facundo Borgia y la música en vivo de Borgia, en piano, y de Nico Echeverría, en batería. Las funciones son los martes a las 20 en el Galpón de Guevara (Guevara 326), y podrá verse hasta mediados de agosto y, próximamente, en una segunda temporada, en octubre. Las entradas se adquieren en: https://www.alternativateatral.com/obra89675-pelomuerta
“La obra tiene mucho humor, porque a mí me gusta que nos riamos de nosotres, y en un momento asciende en un círculo delirante donde aparecen personajes fantásticos como la Virgen María, un amante brasilero y hasta una momia”. cuenta Ransenberg, que ya tiene acostumbrado a su público a ver puestas donde conviven personajes variados y desopilantes. Así lo hizo en clásicos como Sólo lo frágil (2010) y Para mí sos hermosa (2013), y en la más reciente Sentada en una casa de vidrio (2019).
-¿Cómo surgió la escritura de esta nueva obra?
-Fue en 2020. Yo estaba en la peluquería cortándome el pelo, y escuché un diálogo entre el peluquero y una clienta que me atrapó mucho, tanto que es algo que aparece en el texto de la obra. El peluquero le preguntó cómo estaba su madre, y ella le contó que estaba muy grande y cada vez peor, y le decía que su madre solía hacer mandalas, pero que eso ya la aburría, entonces le consultó: “Vos que sos artista, ¿qué crees que puede hacer? ¿Cerámica? ¿telar?”. Y el peluquero le contestó: “Yo probaría con un opiáceo”. Ese diálogo, que fue muy gracioso, y muy cruel al mismo tiempo, fue el germen de la obra, y por eso empezó a desarrollarse alrededor de lo que pasa con las mujeres al momento de enfrentarse con la decadencia, la soledad y el paso del tiempo.
-¿Por qué pensaste la puesta con música?
-No soy espectadora ni fanática de los musicales del estilo Broadway, pero siempre me gustó la música en el teatro. En Sólo lo frágil, yo tocaba el serrucho, en Para mí sos hermosa el acordeón y en La suerte de la fea, obra de Mauricio Kartun que dirigí, había un violista tocando en vivo. Además, el año pasado también dirigí a Ligia Piro junto con una orquesta. La música en vivo me parece muy poderosa, y en este caso me animé a que hubiera música y canto. No pensé el espectáculo con una estructura de musical, pero en la escritura de la dramaturgia fueron apareciendo las distintas canciones y ahí definí que tenía que ser un musical off. La obra se apoya en lo actoral pero la música entra como un condimento fuerte.
-Volvés a abordar la cuestión del paso del tiempo en las mujeres, una temática que ya habías trabajado cuando protagonizaste Juicio a una zorra (2018). ¿Creés que con el avance de las luchas feministas se logró en alguna medida deconstruir ese aspecto?
-Creo que estamos avanzando muchísimo en relación a deconstruir varias cuestiones como el valor de la belleza, el hecho de ser elegidas como objeto de deseo de otres y la soledad entendida como tabú. Venimos caminando en esa dirección, pero falta muchísimo. Y creo que las obras que hice en estos años fueron en ese camino también, porque Juicio a una zorra, Para mí sos hermosa, Sólo lo frágil y La suerte de la fea cuentan historias de mujeres solas enfrentadas a una necesidad de desear y ser amadas. Es un tema que me sigue resultando apasionante. Pienso que se puede crear cuando una no tiene respuestas absolutas sobre algo que todavía no está superado. Lo interesante es meterse en el barro y preguntarse con qué cuestiones una se identifica. Aunque hemos caminado mucho, las mujeres seguimos teniendo estas cuestiones como tareas pendientes.
-¿El paso del tiempo les cuesta más a las mujeres que a los varones?
-Creo que sí, porque hay algo vinculado a lo biológico, en el sentido de que los hombres pueden seguir procreando cuando tienen una edad avanzada. Y en esta sociedad, además, está bien visto que el varón esté con mujeres jóvenes. En cambio, la mujer, tanto en lo profesional como en lo personal, a medida que va pasando el tiempo es cada vez más descartable y socialmente pasa a ser madre o abuela, un lugar en el que empieza a cumplir una función en relación a los demás.
-Participaste como actriz en un montón de proyectos. ¿Cómo vivís la experiencia del trabajo fuera del escenario como directora y dramaturga?
-Como dramaturga, no soy de escribir regularmente. Cada tanto, me vienen impulsos de decir algo con mis palabras y desde mi propia historia, como me ocurrió con Para mí sos hermosa o con Sólo lo frágil. Y respecto de la dirección, se fue dando que me fueron convocando en el último tiempo y es algo que disfruto mucho. Me gusta alternar ese rol con el de la actuación, porque dirigir es como comandar un barco y tener mucha responsabilidad. Y actuar es disfrutar el viaje. Ahora, justamente, estoy por estrenar el 16 de agosto una obra en teatro comercial que se llama Matar a mamá, con texto de Laura Oliva, y la actuación de Inés Estévez, Florencia Raggi y María Rosa Fugazot, en el Politeama (Paraná 353). Además, también sigo dirigiendo en la novena temporada de La suerte de la fea, los domingos a las 18, en Timbre 4 (México 3554). Está buenísimo dirigir, porque le aporto al trabajo de directora la experiencia que tengo como actriz. Es muy estimulante.
-La cultura está atravesando una situación difícil, con críticas inusitadas desde el gobierno de turno. ¿Cómo evaluás esta situación?
-Siento que lo más peligroso de todo esto es que la opinión pública, que no tiene conocimiento acerca del trabajo cultural, recibe una mala información que apunta a que los artistas estamos colgados de algo. Porque los teatristas trabajamos incansablemente y lo hacemos gratis. Entonces tengo la necesidad de que se difunda nuestro trabajo que es muy arduo y que hace que el teatro argentino siga estando entre los mejores del mundo. Porque el teatro independiente es donde se experimenta, y para experimentar hay que invertir meses de trabajo, tiempo y recursos. Pero en épocas de crisis, el arte siempre se revoluciona. Y Pelomuerta se hizo con ese objetivo.