"Chanta es una comedia oscura"

hace 1 day 7
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Agustín Aristarán, conocido popularmente como "Rada", es un tipo inquieto. Desde niño, su atracción por la magia lo llevó a practicar ese oficio que más tarde iba a formar parte de sus unipersonales, en los que el humor brotaba con naturalidad y eficacia. Actor, comediante, se hizo camino de la mano de Jorge Guinzburg en el recordado Mañanas informales, para luego animarse a la conducción televisiva con Match game (El Trece) y más recientemente protagonizar los exitosos musicales Matilda y Escuela de rock. Además encabeza la banda Niño Monja, que se presentó en el Quilmes Rock, y  en series será parte de la tercera temporada de Envidiosa y de la cuarta de El encargado. Ecléctico, él tiene claro quién es. "Diría que primero soy el papá de Bianca, y después soy actor", le cuenta a Página/12 quien ahora retornó a la calle Corrientes con Chanta, un unipersonal que acaba de estrenar en el Teatro Metropolitan, de viernes a domingo.

Chanta transita por el unipersonal, en el que Rada tiene largo recorrido, pero con algunas condiciones que le presentan un desafío. "Me encanta hacer cosas diferentes. Me gusta mucho jugar a dos puntas: poder trabajar en equipo o en unipersonal. Esta es la primera vez que hago un unipersonal no escrito por mí. Y además, en Chanta se juega otro universo: estoy fuera de mi zona de confort, porque no es una obra feliz, como las que suelo hacer", reconoce en la entrevista con Página/12.

Con mucho de crítica social y de comedia negra, Rada interpreta en Chanta a Julio Ballesteros, un hombre que luego de su muerte reflexiona –con más desencanto que entusiasmo– sobre lo que fue su existencia en la tierra, la sociedad y la hipocresía que rodea a la vida moderna. El libro, escrito a seis manos por Mariano Cohn, Gastón Duprat y Juan José Becerra, intenta captar a través de la historia de un chanta y cínico la esencia de cierta argentinidad. "Es una comedia, pero muy oscura. En un momento deja de ser comedia y se pone picante el chabón. Por momentos es alguien muy creíble y por otros un delirante. Por momentos es desagradable, por momentos es maravilloso", analiza.

-El protagonista, ¿es un pesimista, un descreído? ¿Cómo lo definirías?

-Es un tipo malo. Después el espectador decidirá por qué. Eso es lo lindo también del teatro, que no te lo dan masticado. Después decidirás, conociendo su vida, por qué se hizo malo. En qué momento. ¿Nació malo? ¿Cómo es? No sé, eso va a quedar a criterio del espectador. No te contamos todo, pero a la vez sí te mostramos todo. Lo que nos viene pasando en ensayos y primeras funciones es que a todos les toca en lugares completamente diferentes. El que vea la obra va a sentir que a Julio lo conoce. En algún lado lo viste. Es tu vecino, un tío o un tachero que te llevó. O por ahí un poquito sos vos.

-¿Julio representa el ADN argentino?

-Todos somos un poco de Julio, por eso también interpela tanto la obra. Te toca, te pincha, te incomoda. Y hay momentos en que gustarán algunas cosas de lo que dice y otras en las que nos parecerá un horror. Eso me parece espectacular. Porque en sí todo es una gran chantada. El teatro es una gran chantada.

-¿En qué sentido lo decís?

-Es increíble que mucha gente pague una entrada para que un tipo o un grupo de tipos y tipas arriba del escenario les mientan. Es maravilloso. Es un acto poético, revolucionario, que una persona compre una entrada para que le mientan. Es hermoso.

-El teatro es uno de los pocos espacios donde ponemos el mundo en suspenso.

-Para donde miro, todo es analógico. Es espectacular. Las butacas, el piso donde se sienta la gente, la cuerina de la butaca, el teatro, el tipo de luces, todo es analógico y eso es maravilloso. Por eso me gusta pensar al teatro como un gran espacio de resistencia. El teatro hoy tiene un componente épico, resistiendo al avance. En tiempos donde nada dura nada, el teatro nos permite vivir un momento presente único.

-¿Qué pensás que le va a pasar por la cabeza a los espectadores al ver Chanta?

-Entender que cuando tomás un camino, pasan cosas. Que hay que detenerse un poco más y pensar lo que uno hace. Creo que un poco te cuenta eso. Y te interpela en la madera que tenemos todos: todos somos un poco malos, un poco egoístas, somos seres humanos. Es lo que nos diferencia de los terneros. Por suerte, la bondad le gana a la maldad. Estoy convencido de eso. Hay mucha más gente buena y nuestro porcentaje de maldad es ampliamente menor que el de bondad. Pero bueno, lo tenemos.

-El tema es que los que manejan el mundo no parecerían destilar mucha bondad.

-Exactamente. De hecho, en la obra en un momento el protagonista se convierte en gerente general de la empresa y ése es su peor momento, se le mete un monstruo adentro. Bianca, mi hija, que vio el ensayo general, me dijo: "Papá, ahora lo odio. Y eso que un rato atrás lo amaba y me daba ternura y lo quería abrazar y limpiarle la boca. Pero cuando es gerente lo empecé a detestar, papá". Eso, para mí, es un halago.

-¿Creés que el poder no mejora a la gente, sino que la empeora?

-En mí opinión, el poder, la guita, la fama, no es que empeora o mejora a las personas, sino que subraya lo que somos. Si soy un miserable con poca guita, nadie se da cuenta. Pero si tengo mucha guita y soy un miserable, se nota mucho. Si soy un boludo y no soy famoso, no se da cuenta tanta gente. Pero si soy un boludo y soy famoso, soy recontra boludo. El poder, el dinero, la fama, expone lo que somos.

-¿Creés que en Julio encontramos la explicación del "sálvese quién pueda"?

-No sé si en él está la explicación. No quiero spoilear, pero el tiene esa teoría de que nos pasa lo que nos pasa porque somos egoístas, porque no miramos al otro, porque somos mediocres, tacaños, brutos. No sé si explica los que nos pasa, no le demos esa responsabilidad. Pero habla sobre los argentinos. Y en su idea, los argentinos somos un poco chantas todos. Y por eso también somos únicos, irrepetibles e irresponsables. El Chabón plantea que lo que somos tampoco está tan mal...

-¿Cómo es interpretar a una misma persona en ocho períodos distintos de su vida?

-Fue tremendo. Hermoso. Frustrante. Había días en los que me iba con una calentura tremenda porque no le encontraba la vuelta y sentía que no podía hacer más nada, y otros en los que me parecía espectacular este desafío. Fue muy arduo. Cada Julio que interpreto es un mundo diferente, pero fue todo goce también. Había un equipo de laburo atrás. No tendría que llamarse unipersonal. Estoy solo en la escena, pero hay todo un equipo detrás, a los costados, arriba, abajo. Es imposible hacer esto solo.

-¿Cómo ves todo lo que está sucediendo con la cultura y el cierre del gobierno del Instituto Nacional de Teatro, la paralización del Incaa y el ataque a artistas?

-Una mierda, por supuesto. Como parte de la cultura, claramente veo que esta era una batalla que justo no tenían que dar. Hay miles que tienen que dar y muchas que les están dando bien, también está bien decirlo y no significa ponerse en la vereda de ninguno de los dos lados. Si no es imposible, no se puede opinar de nada sin ponerte de un lado o del otro. Pero esta batalla, la de la cultura, no era una que tenían que dar. Entiendo que había muchas cosas por cambiar, que hubo un modus operandi anterior muy errado en un montón de cosas. Pero que se ataque a la cultura, que es la válvula de escape de una sociedad tan castigada como la nuestra, que se cierren lugares culturales o que se ataquen a una persona sin ningún tipo de fundamento, ése no es el camino.

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