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Como ya es costumbre desde el comienzo del nuevo siglo, este martes dará inicio la 24° Muestra Internacional de Cine Documental DOC Buenos Aires (DOC BA), que se desarrollará hasta el domingo 25. Serán 29 las películas que podrán verse en sus dos espacios habituales: la Sala Leopoldo Lugones, Av. Corrientes 1529, y la sede de la DAC, Vera 559. El programa completo de títulos y horarios puede consultarse en el sitio de la muestra. Con curaduría una vez más a cargo del programador y crítico Roger Koza, esta vez la grilla del DOC BA ofrece una selección que modifica la composición del programa abiertamente internacional que suele exhibir cada año.
Aunque se trata de un festival cuyo objetivo consiste en ofrecer un panorama lo más certero posible de las formas que el cine encuentra para retratarla realidad en tiempo presente, resulta inevitable que en esta ocasión el DOC BA dialogue con la estrafalaria realidad a la que la gestión de Javier Milei ha arrastrado al cine argentino. Para confirmarlo, Koza realiza su propio j’accuse. “El denuesto sistemático contra el cine argentino de parte del INCAA y de los estratos más altos de la esfera presidencial no ayuda desde ningún punto de vista, no solo por los recortes al sector, sino por el efecto de invisibilidad que produce”, sostiene el programador a la hora de señalar las enormes dificultades que el festival debió enfrentar para llegar a darle forma a su edición de 2024. “Una invisibilización que no solo perjudicó a los cineastas, sino a todo tipo de sensibilidad y de espacios vinculados a las formas de la experiencia cinematográfica”, que por supuesto incluye a un festival con la historia y el prestigio del DOC BA.
“Cuando el criterio utilizado para evaluar el derecho a la existencia del cine se limita a la cantidad de público que pueda convocar, eso equivale a hacer que dejen de existir muchas películas que no tienen nada que ver, como suelen decir, ni con la militancia ni con la ideología, sino con formas de la sensibilidad que no responden a las que se erigen desde el mercado”, expresa Koza. “El DOC BA siempre fue un festival con pocos recursos, tanto durante el gobierno de Macri, pasando por el de Fernández hasta el actual, liderado por Milei. Ninguno le brindó un apoyo real al cine. Porque si bien la actual administración del INCAA no solo tiene un carácter enigmático por el hecho de estar liderado por un economista que poco entiende sobre las diferentes esferas y prácticas del cine (Carlos Pirovano), tampoco nos podemos olvidar que durante el período en el que estuvo a cargo Luis Puenzo tampoco se apoyó a los festivales ni al cine en líneas generales, sino que más bien se encargaron de producir grandes obstáculos”, señala.
Según Koza, “no contar con ningún apoyo obliga a que quienes hacemos los festivales debamos ocuparnos de todo a la vez. Desde hacer los subtítulos hasta negociar con las películas para no pagar screening fee, un acto de violencia contra los directores y contra lo que yo mismo creo: que las películas deberían ser reconocidas económicamente”. Para el director del DOC BA, sin recursos económicos el único combustible para mantener activo un festival de cine es el deseo. “A veces es esa convicción con la que se invita a una película, lo que posibilita que los directores y productores accedan a confiarnos sus creaciones en condiciones tan desfavorables. Es eso lo que ha permitido que dos películas como Sueño #2 y Ocho postales de un mundo ideal, del cineasta rumano Radu Jude (la segunda codirigida junto a Christian Ferencz-Flatz), que la semana pasada tuvieron su estreno mundial en el Festival de Locarno, puedan estar presentes ahora en el DOC BA”, concluye.
Este año el DOC BA se encarga de destacar que en esta edición el 90% de su programación está conformada por producciones argentinas, películas que en todos los casos fueron producidas con anterioridad al inicio de la actual gestión, que desde hace 9 meses decidió paralizar al INCAA. “Que el mayor porcentaje de lo programado esté representado por trabajos argentinos desde ya es una respuesta a lo que sucede en el INCAA, que forma parte de una retórica y un concepto general de la cultura que se extiende por todo el gobierno actual, del presidente de la Nación para abajo”, admite Koza.
El programador afirma además que si “el criterio de producción futuro se limitara a las películas que puedan garantizar una audiencia determinada, ¿qué futuro puede tener el cine de lo real, el documental, que jamás se ha caracterizado por ser un cine de audiencias numerosas?” Es por eso que el DOC BA más que nunca “tiene la responsabilidad de ofrecer una pantalla para que las películas puedan generar un diálogo dentro del marco del festival, permitiendo que cada una exprese algo más de lo que ya dice por sí misma, permitiendo que a través del conjunto se pueda entrever una época, una situación, una mirada del cine de no ficción argentino”.
Desde ya que esa responsabilidad implica buscar “lo mejor del cine argentino”. “Tuvimos muchísima suerte, porque encontramos películas muy disímiles, que pueden ir desde Tú me abrazas, de Matías Piñeyro, un director reconocido en todo el mundo, hasta Ulises plebeyo, de otro director que debería ser más conocido, como César González. En el arco que conforman entre ambas hay de todo, no solo por los temas o las formas que cada director elige para narrar, sino por las poéticas que han adoptado para plasmar dichas temáticas”, explica Koza. “En cada película se puede entrever una forma de interrogación de lo real a partir de planos cinematográficos. Hay algunas que permiten pensar la actualidad del cine, como El pensamiento analógico (Paulo Pécora, 2023); hay un homenaje a Jean-Luc Godard, como el corto Rolle (Tomás Guarnaccia, 2024); hay una gran biografía cinéfila, como Las ausencias, de Juan José Gorazurreta, un hombre que fue clave en Córdoba. Hay retratos familiares, una a partir del recuerdo de un hijo y la otra sobre un padre que fue un artista estupendo, como Recuerda, de Melina Terribili (2024)”.
Para su director artístico resulta importante dejar claro que desde la programación del DOC BA “no se concedieron dádivas ni se eligieron algunas películas argentinas más o menos pasables por misericordia, sino un conjunto de películas extraordinarias”. Koza también marca una diferencia con ediciones previas, en las que no era necesario preocuparse tanto por darle lugar al cine argentino, entendiendo que también había que tratar de ver lo que se estaba filmando en otras partes. “Dadas estas circunstancias, al menos por esta ocasión y como una forma de respuesta a este desprecio generalizado por nuestras películas, le dimos especial importancia al cine de nuestro país”, sostiene.
Eso incluye una retrospectiva dedicada a José Luis García,“uno de los grandes cineastas que tiene este país, que es una pena que filme tan poco, porque sus tres películas indican que se trata de un cineasta excepcional”. Se trata de Cándido López: los campos de batalla (2005), La chica del sur (2012) y Fuck You!, el último show (2024), un notable registro de la última presentación de la mítica banda de rock Sumo, antes del trágico fallecimiento de su líder, Luca Prodan. La retrospectiva se completa con dos cortometrajes: Prohibido fijar carteles (1983) y Los hinchas (1990).
La programación de un festival o de una muestra de cine siempre implica una mirada del mundo y una toma de posición frente a una realidad con la que necesariamente dialoga. Una idea que nunca es más adecuada para definir la labor que el DOC BA lleva adelante desde que nació junto al siglo XXI, primero bajo la égida de Luciano Monteagudo y ahora con la labor de Koza. Por eso no extraña que el honor de fungir como película de apertura le corresponda a Todo documento de civilización, de Tatiana Mazú González, una de las directoras más conscientemente políticas del panorama del cine argentino actual, quien a partir del crimen de Luciano Arruga traza un mapa de Argentinas paralelas, enfrentadas, superpuestas. En el otro extremo, el film de clausura será La transformación de Canuto, de los brasileños Ariel Kuaray Ortega y Ernesto de Carvalho, que da cuenta de la forma en que realidad y mito todavía confluyen en las culturas nativas de América.
El 24° DOC BA homenajeará a la figura del notable Edgardo Cozarinsky, escritor y cineasta fallecido este año, de quien se proyectará La guerra de un solo hombre (1982), uno de sus títulos más recordados, pero que hace tiempo no es posible ver en una sala de cine. También podrá disfrutarse del trabajo más reciente de Gustavo Fontán, Los ríos, en el que el cineasta banfileño regresa a territorios que son muy caros a su cine: el río Paraná, a través de la poesía de Juan L. Ortíz y Arnaldo Calveyra, entre otros poetas. El panorama nacional incluye además los largometrajes Las almas, de Laura Basombrío, y Las ruinas nuevas, de Manuel Embalse.
Aunque como ya se dijo, este año la programación del DOC BA incluye un gran número de producciones locales, no faltan los representantes internacionales. Además de los trabajos del rumano Jude, se destacan las películas Mi pecho está lleno de centellas, del español Gal S. Castellanos; la italiana Frente al Guernica, de Yervant Yanikian y Angela Ricci Lucchi; y Un blues de Hammerbrook, del alemán Louis Fried. Y por supuesto, una serie de actividades que incluyen charlas y debates, entre las que se destacan “El pasado en el presente”, la charla que José Luis García mantendrá con Koza el jueves 22 a las 10.30, y “El año que vivimos en peligro", un diálogo público entre Tatiana Mazú González y César González que se llevará a cabo el viernes 23 también a las 10.30. Ambas actividades tendrán lugar en la sede de DAC.
* Toda la información, en https://docbsas.com/.