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En su estreno en Buenos Aires, hace dos años, los Crumb se subieron al escenario como unos completos extraños, y una hora más tarde volvieron a casa ovacionados. El grupo neoyorquino fue la sorpresa del festival Music Wins, a partir de una revisión fresca de la música psicodélica: menos solemne que la de Pink Floyd, exenta del barroquismo de MGMT y un tanto ajena a la rapsodia de Tame Impala. Era tan espectral como emocional, y en el medio de todo cabían el groove, el pop de tracción rápida y el componente lo fi. Durante ese inicio del verano porteño, parecía que había pasado lo peor, tras dos años de confinamiento. Lo que nadie vio venir era que la ultraderecha, disfrazada de amiga, gobernaría no sólo a Europa, sino también a la Argentina. Y más recientemente reincidió en los Estados Unidos.
“Definitivamente, es un momento aterrador”, admite Bri Aronow, integrante del cuarteto. “Si bien en esta ciudad se pueden ver banderas alegóricas a Trump colgadas en las casas, no es tan popular como en Texas o en algunos otros lugares de la Costa Oeste del país. Ahí sí que lo adoran. Hay más conservadores en este momento que los que cualquiera podía imaginar”. Es importante subrayar que la tecladista se autopercibe como queer, trans y no binaria. Es por eso que teme que haya un retroceso en cuanto a los derechos que ganó en los últimos tiempos la comunidad LGBTQ, incluso por más que Sarah McBride haya hecho historia en estas elecciones presidenciales al convertirse en la primera senadora trans de su país”.
-Previo a su regreso a la ciudad, hace un par de semanas, los integrantes de la banda Boy Harsher le dijeron a este diario que temían por sus amigos y amigas trans en caso de que Trump ganara. ¿Cómo te sentís vos?
-Tengo miedo. Todo podría cambiar muy rápido. Ya viste cómo funciona el extremismo en todo el mundo. Eso podría lavarles la cabeza a millones de personas. Algo así sucedió mientras Bolsonaro gobernó en Brasil, que fue en simultáneo al primer mandato de Trump.
-Lo mismo está pasando en la Argentina en este momento. Este gobierno es más lisérgico que la música de tu banda.
-Milei le cae muy simpático a Trump. Supongo que son amigos, pero ninguno de ellos puede ser un modelo para un país. Todo es muy incierto en esta época, hay mucha ansiedad.
Pese a la coyuntura, el grupo concebido en 2016 sacó nuevo disco en mayo pasado. Se titula Amama, y viene a presentarlo este miércoles en C Art Media, a las 20. Y para el bienestar del show, su repertorio se vuelve a dejar arropar por las melodías, al igual que su antecesor, Ice Melt (2021), que fue con el material que vinieron anteriormente. “Lo que más recuerdo de esa vez fue al público cantando las líneas melódicas de las canciones”, evoca Aronow. “Eso sólo sucede en México y en Sudamérica. Pero en Buenos Aires es donde lo hacen más fuerte. Así que fue hermoso”. Justamente algunos de los temas que hoy son parte de su flamante repertorio fueron concebidos durante esa gira. “Sin embargo, la mayoría de las canciones son aún más antiguas”, reconoce la música.
Amama se trata del trabajo más autoconfesional de la banda hasta la fecha, partiendo de su título: inspirado en la abuela de Lila Ramani (cantante y guitarrista), cuya voz encuentra sampleada en la canción que le da nombre a este repertorio conformado por 12 temas. “La abuela de Lila vive en Malasia, y ninguna habla el idioma de la otra. No se entienden”, destaca la tecladista y saxofonista. “El sample lo tomó Lila de WhatsApp, mientras su abuela le cantaba una canción a uno de los miembros de su familia. A partir de eso, comenzamos a escribir letra, que trata sobre la coexistencia con alguien a quien querés, más allá de las diferencias. Es una reflexión acerca del amor a la distancia, por más que al principio la intención pueda parecer abstracta. Fue una manera de conectar”.
-¿Y de qué versan las demás canciones?
-Siento que tratan acerca del anhelo por la estabilidad y la vuelta al mundo tras el confinamiento. Éste es un disco muy emocional.
-Al momento de plantear el álbum, ¿cuál fue la idea base?
-En el grupo no hablamos sobre conceptos y esas cosas, sino más bien de cómo seguir a la intuición y jugar con ella. Eso fue lo que aprendimos en nuestro disco Ice Melt. Tenemos esta química entre nosotros en la que simplemente sabemos qué encaja y hasta dónde queremos llegar.
-Es interesante la reflexión que hacés de una música cuyo atractivo está en el viaje. Sin embargo, Crumb rompe con los estereotipos preconcebidos sobre la psicodelia.
-Es un lenguaje musical que cultivamos. Muchas veces las ideas vienen de Lila, y lo que hacemos los demás es ayudar a crear un entorno. O más bien paisajes sonoros. Este álbum es el que mejor reproduce nuestro sonido en vivo. El objetivo era en realidad hacer menos para no sentir la necesidad de llenar el espacio. Así que estábamos tratando de ser mucho más sutiles con los sonidos y las texturas para que brillen diferentes cosas. El groove también se convirtió en una parte importante de nuestra identidad, incluso más que hace dos años. Enlazamos ritmos y algunos los improvisamos. Es como una pieza musical continua con un montón de cosas diferentes. Creo que estamos en la dirección correcta.
-Ustedes aparecieron en el mapa musical años después del auge de la neopsicodelia, justo luego de que Tame Impala la llevara hasta el mainstream a través de su álbum Currents. ¿Pensás que la escena medio que está condicionada por ellos?
-Luego de que sale un álbum, siento que sé menos sobre cómo se recibe. La sinceridad es lo único que se le puede pedir a un artista, y, en ese sentido, aprendimos mucho de Melody’s Echo Chamber (proyecto psicodélico de la música francesa Melody Prochet), con quienes colaboramos en los últimos años. Mientras algunos aprenden de la experiencia de Tame Impala, nosotros tomamos mucho de ellos. Más allá de las tendencias o de si un estilo sigue de moda o no, lo único que espero es que la gente siempre pueda recibir la música con todo el corazón, como si fuera una historia importante.