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Por estos días María Becerra, comunicó durante su gira por Europa, que se alejaría de las redes sociales debido a las agresiones verbales que recibe por su "físico", su "forma de vestir" y su "vida privada”. Una situación que, según contó, la llevó a tener "desde ataques de llanto hasta ataques de ansiedad y pánico". "Voy a desintoxicarme de esta red social y de todas", escribió en su cuenta de X. No es la única celebridad nacional e internacional que lleva adelante un “detox digital” (ya lo han hecho otros como Taylor Swift, Selena Gómez, Ed Sheeran, Ariana Grande). Pero la repercusión de la noticia sí es un disparador para preguntarse si realmente existe algo como una “adicción a las pantallas”. ¿De verdad intoxican? ¿Qué problemas de salud mental se ha comprobado que pueden generar? ¿A partir de qué edad conviene que un adolescente las use? ¿Y un niño o una niña?
Según el informe de un estudio de Unicef sobre este tema llamado "El impacto de la tecnología en la adolescencia, relaciones, riesgos y oportunidades”, el 98,5% de las y los adolescentes está registrado en alguna red social. El 61,5% tiene más de un perfil en una misma red social. Además, cuatro de cada diez adolescentes aseguran que pasan tiempo conectados para “no sentirse solos”.
Si la legitimación y lo que alguien “vale” en el universo de las redes está determinado por cuánta repercusión y aprobación recibe una persona en relación a lo que exponga de su vida en ese terreno, ¿hasta donde eso puede repercutir negativamente en la salud mental de alguien que está formando su personalidad?
Según Unicef, los problemas de salud mental más frecuentemente asociados de acuerdo al patrón de uso son: estrés, agresividad, irritabilidad, tics, síntomas de aislamiento social, alteraciones emocionales, bajo rendimiento académico, falta de memoria y atención, alteraciones psicofísicas, ansiedad y/o depresión, dismorfias corporales y, en casos extremos, tendencias suicidas.
Redes e identidad juvenil
El principal uso que hacen los adolescentes de las redes tiene que ver con comunicarse con sus amigos. Las redes son importantes para la formación de la identidad juvenil. Roxana Morduchowicz, Doctora en Comunicación por la Universidad de París y Asesora Principal de la Unesco en Ciudadanía digital, lo explica de este modo: “El adolescente viene de la infancia, una etapa en la que los principales referentes son sus padres, asociados con el incondicional. En la adolescencia los principales referentes son los amigos, y ese no es un amor incondicional, es un amor que hay que 'ganarse'. La popularidad es un valor importante en general en la adolescencia. Y en ese camino los ayudan las redes sociales”.
Entonces, en una etapa de la vida marcada por la construcción de la personalidad, las redes sociales vendrían a facilitarles dos cosas. La primera tiene que ver con que lo que cada adolescente sube a su perfil: es un elemento más en función de lo que quiere que los demás sepan de él o de ella, cómo quieren ser percibidos. “El perfil les da la posibilidad de ensayar estrategias: hago un comentario o cuento un chiste y veo si gusta o no gusta. Si no funciona, busco otra estrategia. Es un modo de ir sopesando su relación con los demás. Ensayan distintas estrategias en la construcción de la personalidad”, dice Morduchowicz.
Y en segundo lugar, las redes les permiten a los adolescentes hacer cosas que en la vida real, cara a cara, quizás no harían. Invitar a alguien a salir, por ejemplo. Es un primer paso para acercarse a algo que quieren hacer.
"Todos estos son aspectos positivos e importantes. Dicho esto, por supuesto que como siempre las tecnologías no son buenas o malas por sí mismas, sino que depende de los usos y de las prácticas. Si un adolescente usa una red para hacer bullying o para no estar pendiente de nada más que de recibir un comentario, esos son usos no deseados", advierte Morduchowicz. Lo cual no quiere decir que haya una relación lineal, de causa y afecto entre las potencialidades de las redes y el desarrollo los adolescentes: "No es que por tener redes van a ser mejores o peores. Todo esto tiene un potencial pero depende del uso".
Dopamina y recompensa
Para Silvina Pedrouzo, pediatra y especialista en Tecnologías de Información y Comunicación, los adolescentes que atraviesan situaciones relacionadas con alteraciones socio afectivas, de violencia y/o exclusión, competencia desmedida, sensación de vacío existencial y pobre autoestima tienen mayor riesgo de desencadenar patrones adictivos en general.
“Si bien existe un componente genético, asociado a un complejo multifactorial psicosocial que determina los patrones de comportamiento adictivos, los intensos estímulos que les producen las interacciones en las redes, desencadenan la liberación de dopamina a nivel cerebral, un neurotransmisor ligado al placer y a la gratificación instantánea, que los motiva a repetir estas acciones en búsqueda de la 'recompensa'”, explica Pedrouzo. Los jóvenes tienen una gran permeabilidad a las recompensas y menor capacidad para controlar los impulsos esto los expone a mayores riesgos.
En relación a la edad aconsejada para el uso de redes, Pedrouzo recomienda tener en cuenta la edad mínima permitida, que puede variar de acuerdo a la plataforma. En general suele ser entre los 13-14 años. Sin embargo en varios países se evalúa la necesidad de elevar la edad de acceso a partir de los 16 años, justamente por estos efectos comprobados en la salud mental de los jóvenes. “Pero de todos modos cada caso es singular y dependerá de su grado de responsabilidad en general y el grado de madurez alcanzado”, dice Pedrouzo, Presidenta de la Subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría.
¿Qué hiciste en Internet hoy?
El uso de las redes debe formar parte de la agenda educativa y de la agenda de políticas públicas. “Es preciso que formemos, como se habla en todo el mundo, ciudadanos digitales”, dice Roxana Morduchowicz, autora de La inteligencia artificial. ¿Necesitamos una nueva educación? y de Adolescentes, participación y ciudadanía digital (Fondo de Cultura Económica).
El ciudadano digital es aquel que sabe hacer uso reflexivo, ético y creativo de las tecnologías e Internet. "Solemos decir que los adolescentes ‘saben mucho de tecnología. Pero lo que tienen es un conocimiento instrumental: saben bajarse una app, saben cómo manejar las herramientas". Pero eso no es un uso ético y crítico. “Deben aprender a usarlas para la comunicación empática con los demás, sin herir a los demás, para saber distinguir información confiable de la falsa, saber responder ante los discursos de odio, saber identificar usos no éticos de la Inteligencia Artificial, saber qué tipos de usos se le puede dar a por ejemplo el chat GPT en la escuela y cuáles no”, afirma Morduchowicz.
Para Morduchowicz, así como está muy naturalizado en las familias hacer preguntas como: “¿cómo te fue en el examen de historia?”, “¿Cómo te fue en la clase de matemáticas?”, también se podría sumar una nueva pregunta: “¿Qué hiciste en Internet hoy?”.
Es importante que los adultos puedan estar al tanto de los usos que los niños y adolescentes hacen de las pantallas. "Se puede preguntar también: ‘¿Hubo algo que te angustió o enojó en Internet hoy?’. Y no sólo por la negativa: también si aprendió algo o algo le pareció divertido. Sin invadir su privacidad”, recomienda Morduchowicz. Y concluye: “Yo no quiero saber de qué habla mi hijo con sus amigos a través de las redes pero sí quiero saber si esas personas con las que se comunicó son personas conocidas, de la escuela, del club, del barrio”.