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En 1962, la Decca era ya una de las dos compañías con sedes en Inglaterra y Estados Unidos más importantes del mundo. Grandes nombres habían circulado en sus discos a velocidad 78. De Billie Holiday a Irving Berlin, pasando por Count Basie, Louis Armstrong o Bill Halley. Pero su fama subió mil casilleros debido a un absurdo: haber rechazado a The Beatles. No por el rebote en sí –la banda recién arrancaba- sino por las formas. Lo que dijeron sus cráneos para justificar la decisión. La secuencia, conocida como “La audición Decca”, ocurrió en el primer día de 1962, cuando los cuatro de Liverpool al mando de Brian Epstein, con Pete Best aún en batería, audicionaron 15 canciones (“Money” y “Hello, little girl”, entre ellas) y fueron rechazados por el cazatalentos de la compañía Mike Smith, mediante un veredicto que hizo historia: “Estos muchachos no tienen la más mínima posibilidad de triunfar”.
Por supuesto, habría chances de enmendar el error. No solo llegó cuando el sello, año y pico después, le abrió la puerta de Olympic Studios a The Rolling Stones para debutar con su primer single (“Come On” + “I Want to be Loved”), sino también cuando una saga de lo más granado de la incipiente escena del rhythm and blues británica de la década del sesenta vio la luz a través de la discográfica. Es ello lo que acaba de volver envuelto ahora en un hermoso vinilo doble color blanco.
La preciada compilación llamada The R&B scene contiene 24 piezas, que en su momento se habían publicado en aquellos simples de 7 pulgadas que hicieron tanta historia como el veredicto de Smith. Y lo que resalta entre varias de ellas es su carácter fundacional. No por cada pieza en cuestión, sino por sus ejecutores. El primer caso al caso es el de “Crawling Up a Hill” (1964), justamente el tema con el que John Mayall & The Bluesbrakers debutó en bateas, en 1964.
El segundo, el temprano recupero que hace un muy joven Rod Stewart de “Good morning Little Schoolgirl”, estándar de blues que había visto por vez primera la luz en 1937 a través de Sonny Boy Williamson, y que en la voz también debutante del cantante británico –más el bajo de John Paul Jones- asume un contagioso groove. La voz de Stewart impera también en “You`re on my Mind”, tema que comparte con Ron Wood, cuando ambos rockers eran parte de The Birds (no confundir con The Byrds). El tercer debut que recupera The R&B scene en su versión vinilo doble es el de David Bowie –David Jones por entonces- haciendo “Louie Louie Go Home”, al frente de los King Bees. También registrada en el 64`, el David de 17 años muestra en ella una garra primal, indómita, que por supuesto el tiempo irá amansando, virando hacia formas más sutiles.
La presencia del primer Jimmy Page en el compilado rhytmandblusero, en cambio, no muestra su debut, pero sí dos de sus primeros pasos, entre los tantos que dio antes de fundar Led Zeppelin. El guitarrista con cara de niño extraño interviene en “I`ll Come Running Over”, de Lulu and the Luvvers. Y también toca la rítmica para los Redcaps en la versión que estos hacen de “Talkin` Bout You” tema de Ray Charles, que por entonces también grabarían los Animals, de Eric Burdon.
Otro de las perlitas del vinilo pasa por el devenir en reversa de Jack Bruce-Ginger Baker, la base rítmica que pronto la descosería en Cream. Ambos eran parte de la Blues Incorporated, seminal agrupación creada por el seminal Alexis Korner en 1961, y ambos sostienen el edificio sonoro de “I Got My Mojo Working”, blusazo de Preston “Red” Foster, que Muddy Waters popularizó al año de su creación: 1957. Y que el flamante disco saca del arcón.
Con menos cartel, The R&B scene incluye una versión de “Gotta Be a Reason” a cargo de los efímeros The Cops`n Robbers que, de haber seguido, tal vez se hubiesen transformado en la segunda marca de los Pretty Things. Perlita para melómanos es también la sorpresiva aparición del futuro The Police Andy Summers, como parte de la Zoot Money´s Big Roll Band. Su guitarra es la que suena en la salvaje y groovera “The Uncle Willie”, una de las mejores canciones del compilado, sin dudas. “Babe I`m Gonna Leave You” –ni a los talones le llega a la de Zeppelin, claro- hace su aparición en el seleccionado de Decca a través de una ignota banda llamada The Plebs, al igual que otra pieza que definió su rumbo cuando la tomaron los Beatles (“Anytime At All”), tocada en este caso por The Fairies, banda de Essex, que duró apenas tres años y tres singles.
Suma. Unos y otros reflejan al cabo el momento en que el rhythm and blues dejó de referir solamente al jump blues de Louis Jordan, embrionario exponente del género, y se abrió hacia otros horizontes. A vetas que, con Fats Domino como nexo primal, se irán fundiendo con la música soul, con mágicos y misteriosos giros blancos y con el avasallador rock and roll.
The R&B scene no es más que la pata británica de aquella deriva.