El ataque ucraniano a Kursk

hace 2 month 7
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La ofensiva ucraniana en la provincia rusa de Kursk el 6 de agosto sorprendió a todo el mundo. Si hasta fines de junio los principales analistas occidentales planteaban que se había llegado a una situación de estancamiento en los distintos frentes, la realidad desmintió los pronósticos de los expertos.

Lo que al principio fue presentado como una simple incursión de unos pocos centenares de hombres, similar a otros hechos ocurridos en la frontera el año anterior, días después se reveló como una invasión a gran escala, con la participación de entre 10.000 y 12.000 soldados. Desde los mandos de la OTAN se planteó públicamente el desconocimiento de la operación, lo cual es poco creíble. Por empezar, el uso de material occidental requiere en casi todos los casos la autorización del Estado de origen si es empleado fuera del propio territorio nacional del país receptor de ese armamento. Por otro lado, para determinar en qué punto de la frontera era conveniente atacar con mayor eficacia se requirió el uso de los sistemas satelitales y de inteligencia de las potencias occidentales, las cuales no brindarían ese tipo de información sin requerir previamente una aclaración acerca de cuál sería su uso.

El ataque ucraniano permitió un avance en un frente de unos 60 kilómetros de ancho con una profundidad de 20 o 30 kilómetros en algunos casos, avance rápido en los primeros días pero que poco después se fue lentificando.

A lo largo de los días, los motivos de la invasión dados por las autoridades de Kiev fueron variando. Al principio declararon que el motivo central era crear una zona de control que permitiera amortiguar las incursiones rusas hacia su propio territorio. También se afirmó que el objetivo era tomar más prisioneros para poder intercambiarlos por los ucranianos capturados en los diferentes combates (según declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin, la relación es más de tres a uno favorable a los rusos). Por el contrario, otros afirmaron que el motivo era ocupar territorios para poder intercambiarlos en futuras negociaciones por las provincias anexadas por Rusia luego de la invasión de 2022, e incluso Crimea, anexada en 2014. Este elemento de cambio aumentaría su importancia si el avance hubiera permitido la captura de la central nuclear de Kursk.

Los analistas recalcaron que la ofensiva mostraba las debilidades de Rusia y la capacidad de resistencia de los ucranianos, fundamental para obtener nuevo apoyo militar y financiero para continuar el enfrentamiento. El desprestigio de Putin por la ocupación de territorio ruso podría también debilitar su posición y obligarlo a negociar, en condiciones más favorables para la dirigencia de Kiev.

No hay que descartar que luego de casi un año de derrotas sucesivas luego de la fallida “contraofensiva” ucraniana en Zaporiya, la invasión a territorio ruso contribuyó a levantar significativamente la moral entre las tropas y la población.

Sin embargo, para algunos analistas militares rusos, esta operación podría ser solo una distracción para trasladar fuerzas desde otros frentes y que la principal ofensiva será en otra dirección, posiblemente en Zaporiya.

No obstante la propaganda victoriosa de los otanistas, un análisis más detallado muestra algunos aspectos poco considerados por los analistas occidentales o los medios masivos de comunicación.

En primer lugar, la fuerza de ataque ucraniana se formó retirando algunos batallones de las mejores brigadas de otros frentes. La calidad del personal militar, además de la sorpresa, explicarían los rápidos avances iniciales. Sin embargo, el hecho de que en el lado ruso grupos de guardias fronterizos y reclutas pudieran contener poco después y lentificar el avance de los invasores (foto) debiera ser preocupante para los mandos ucranianos. Especialmente, hay que considerar qué va a ocurrir en las próximas semanas cuando tropas profesionales rusas se desplacen hacia la región y los ucranianos pierdan su principal ventaja inicial.

Por otro lado, los cientos de miles de reclutas que por ley no podían servir en territorio extranjero, ahora sí pueden hacerlo en el frente de Kursk porque serían empleados para defender el suelo patrio. Si uno de los objetivos era que las autoridades de Moscú aflojaran la presión en el frente del Este y del Sur trasladando masivamente tropas a Kursk, esto no ha sucedido. La presión allí continúa con la caída de numerosas poblaciones cada semana.

Al mismo tiempo, las imágenes publicadas en los medios rusos muestran una destrucción masiva de tanques, blindados y otros medios en solo dos semanas, muy superior en cantidad a lo observado en junio del año anterior en la ofensiva ucraniana en Zaporiya. De seguir ese nivel de destrucción habría que hablar de una victoria pírrica, sin posibilidad de mantenerse en el tiempo.

Más allá de los motivos declarados por las autoridades ucranianas o supuestos por los analistas occidentales, habría que considerar si otro de los motivos no sería brindar un éxito ucraniano que sirva para inclinar a parte del electorado en los EEUU hacia los demócratas. Sería una forma de justificar frente a los ciudadanos que el dinero aportado al conflicto ucraniano no fue en vano y que la victoria es todavía posible. Si esta interpretación es correcta, la meta de las tropas ucranianas sería resistir por lo menos hasta las elecciones presidenciales a principios de noviembre. De ganar los demócratas, lograrían mantener el apoyo por los próximos años. Pero dados los obstáculos observados en los últimos días, habría que plantearse si podrán seguir en Kursk hasta noviembre. Pareciera que esta es la interpretación de la máxima autoridad en Sumy (ciudad fronteriza desde donde partieron las tropas ucranianas), la cual inició la evacuación hacia la retaguardia de todos los poblados cercanos.

Una de las interpretaciones más repetidas en Occidente fue la humillación que representó la invasión para Putin, haciendo un análisis de sus gestos y reacciones no verbales al comunicar la noticia al público. Efectivamente, fue la primera invasión en gran escala al territorio de Rusia desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las propias fuerzas invasoras están realizando una campaña de propaganda a favor del gobierno ruso. Muchos soldados ucranianos subieron a Tiktok imágenes haciendo el saludo nazi al entrar a territorio ruso, o desplegando la bandera de la división SS Galitzia; incluso un periodista italiano presentó una nota entrevistando a un comandante que tenía una gorra con un emblema nazi. Otras imágenes del saqueo de supermercados de las localidades ocupadas o del maltrato a prisioneros y civiles rusos fueron retransmitidas en los medios públicos o en las redes. Lejos de ser un golpe al gobierno, la invasión ha servido para convencer a amplios sectores de la población de la veracidad de los argumentos empleados en 2022 cuando se presentó que el ataque ruso a Ucrania era la forma de acabar con los neonazis en ese país y garantizar la seguridad de Rusia. Al mismo tiempo, el empleo masivo de armamento occidental en Kursk también contribuyó a presentar a la OTAN como la que organizó el ataque y, por lo tanto, la necesidad de imponerle la futura neutralidad a Kiev a toda costa. Como resultado, la portavoz de la Cancillería rusa comunicó que a partir de ahora quedaba suspendida la posibilidad de cualquier negociación.

Sin embargo, queda pendiente la cuestión de cómo la inteligencia rusa no detectó la concentración de cientos de transportes, blindados y tanques, además de casi 12.000 soldados con todos los suministros necesarios. Si consideramos la disponibilidad de drones, imágenes satelitales y seguramente informantes en el territorio de Sumy (incluso después de la ucranianización forzada en 2023 aún el 23% declaraba al ruso como su lengua habitual y antes del 22 más del 60%), es muy llamativo este error de apreciación, aunque nunca hay que descartar el error humano.

Esta situación es muy parecida a lo que ocurrió con Israel en la guerra de Yom Kipur de 1973 cuando las fuerzas armadas de Egipto y Siria comenzaron un ataque repentino. Años después, al desclasificarse los documentos nos enteramos que la Primer Ministro israelí Golda Meir solicitó consejo al gobierno de EE.UU. acerca de iniciar un ataque preventivo como el realizado en 1967 en la llamada Guerra de los Seis Días. Tanto el Presidente Nixon como Kissinger desaconsejaron la acción: Israel debía aparecer como víctima para lograr el respaldo total en los EE.UU.

Habría que considerar la posibilidad de que otros motivos, más allá de la incompetencia rusa, expliquen el desarrollo de los acontecimientos en Kursk.

En la Segunda Guerra Mundial a meses de terminar el conflicto, los nazis lanzaron grandes ofensivas en las Ardenas en diciembre de 1944 o en el Lago Balatón en marzo de 1945. Habría que pensar si la ofensiva en Kursk no es también el manotazo de ahogado del régimen de Volodimir Zelenski.

Investigador del Centro de Estudios sobre Genocidio (UNTREF) y profesor de Historia en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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