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"-Escuchemé. ¿Por qué me van a poner vallas cuando yo voy a pedir lo mío? Lo que he aportado 42 años. ¿Por qué me ponen las vallas?"
"La violencia la está dando el señor presidente poniendo batatas pagados por nosotros".
"¿Qué somos, delincuentes nosotros, que nos ponen tantos policías? ¿Por qué no van a buscar a los chorros que nos robaron nuestra plata?".
Estas frases podrían haberse escuchado hace unos días, pero ya tienen más de 30 años de historia. Quien las pronunciaba era Norma Pla, la jubilada más famosa, ya fallecida. Daba golpes con su puño cerrado en la mesa redonda en un programa de TV. Llevaba estola, saco oscuro y sus icónicos anteojos gruesos. Y estaba rodeada por Gerardo Sofovich y sus secuaces del programa Polémica en el bar, cuatro hombres que la acusaban de ser violenta en sus manifestaciones.
Milei, como Menem
Milei lo hizo, como Menem: volvió a poner a los jubilados y jubiladas en la calle y a reprimirlos sin que el pulso le tiemble. En los 90, la protagonista indiscutida de la lucha por lograr una jubilación digna fue Norma Plá. El actual gobierno hizo que su nombre volviera a escucharse y a reivindicarse como el de una mujer que supo ponerse al hombro la lucha por los más vulnerados.
Norma Plá inauguró sus luchas con 48 días de acampe en Plaza Lavalle. La consigna básica era “Jubilados 450”. Desde 1992 encabezaba las marchas que cortaban la avenida Rivadavia a la altura del Congreso todos los miércoles .
--El gobierno --le explicaba Norma a Sofovich-- no nos da pelota, nos quiere matar a nosotros, después de haber aportado 42 años. Nosotros no vamos al Congreso por deporte o porque nos gusta tirar las vallas o tirarle piedras a un vigilante. Yo salí a luchar cuando tuve hambre. Usted cuando tenga hambre, si algún día tiene hambre, va a salir a luchar también. A lo mejor su plata va a estar, a lo mejor no.
Cualquier semejanza con la actualidad no hace más que confirmar la vigencia y la necesidad de referentes con la convicción y la claridad de Norma Plá. “Si sos jubilado y te vas a morir, ¿para qué querés un crédito?”, afirmaba hace unos meses Diana Mondino, ministra de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina, en un programa de televisión, sin que se le moviera una pestaña.
En aquel programa de TV, Sofovich le decía a Norma Pla que el gobierno era sensible.
--¡Sensible el gobierno, vamos Sofovich!. Yo le voy a dar a usted 5 pesos de aumento, a ver qué hace.
--No es así --dijo Sofovich, como toda respuesta, a la arrolladora Norma Plá, que sin estudios respondía a todo y dejaba sin palabras hasta a los pesos más pesados.
Frente a Domingo Cavallo
Años antes, el 5 de junio de 1991, había hecho llorar al ministro de Economía, Domingo Cavallo, que escuchaba su reclamo por un aumento para los jubilados de todo el país.
Las palabras de Norma conmovían a un Cavallo que bajaba la cabeza y hacía largos silencios, frente a un ramo de grabadores de periodistas que esperaban que hablara. Cavallo le contaba que sus padres también eran jubilados. Entonces lloró.
--No llore, señor ministro --le dijo Norma-- sea fuerte para defender lo suyo. Usted tiene madre, pero seguro no está con nosotros en la Plaza Lavalle. Tal vez no pague la deuda externa, pero pague a los jubilados. Piense en su Patria. Si lo presionan, salga al balcón y dígalo; el pueblo lo apoyará.
Las imágenes de Norma Plá están grabadas en las retinas de todos quienes tenemos años suficientes como para recordar ese tiempo. La vimos aporrear vallas, prender fuego la bandera inglesa, hacer huelgas de hambre, arengar, caminar codo a codo con los trabajadores del ferrocarril.
-Vení, no te quedés sentado porque lo hacemos por vos, porque si cobro yo cobras vos también --dijo una Norma Pla apuntando con el dedo a cámara con su pelo canoso apenas abajo de la nuca. Cuando sonreía, detrás de su mentón prominente se veía su dentadura incompleta. Parecía una mujer muy mayor pero no había cumplido los 60 años cuando comenzó con su lucha.
Una vida dura
Había tenido una vida difícil. Hija de inmigrantes españoles, su madre fue empleada doméstica y su padre conductor de tranvía. Nació en Villa Domínico pero vivió toda su vida en el barrio San José de Temperley. Trabajaba desde los 13 años en fábricas y en tareas de limpieza, y no había podido jubilarse porque no tenía los aportes suficientes. Cuando su marido murió, empezó a cobrar una pensión mínima y entonces salió a la calle.
En 1991 Norma Beatriz Guimil de Plá asistió a su primera manifestación. Pasados dos años del gobierno de Carlos Saúl Menem, ya se había convertido en la “abanderada de los jubilados”. Su reclamo era una jubilación mínima de 450 pesos --equivalían a 450 dólares-- cuando en ese momento los jubilados cobraban la mitad.
Por su activismo enfrentó veintiséis procesos judiciales y fue arrestada varias veces. Nunca la quebraron. “Siempre estoy detenida, pero no por ladrona ni por corrupta, sino por decirle la verdad a estos señores que nos están apaleando constantemente, pero la vamos a seguir. Somos más pueblo que milicos, que no se olviden de eso”, dijo alguna vez.
Norma Plá fue una figura combatida y hasta ridiculizada por los medios menemistas. En una entrevista en canal 7, un Mauro Viale de pie mientras ella estaba sentada, le reprochó que tuviese ansias de protagonismo.
--Yo no soy nadie, quiero mis 450 y me quedo en mi casa. A mí me eligieron los jubilados para hablar --contestó Norma, siempre afilada con la palabra.
-¿No hay otra forma menos histérica de protestar? --insistió Viale.
Histérica, violenta, tira piedras, le decían. Cómo no pensar que era por ser mujer y porque se corría de lo que se esperaba de ella: apuntaba contra los poderosos que apelaban a los estereotipos y al menosprecio para poner en caja a esa mujer que se animaba a tanto y no se quedaba callada.
El final
En enero de 1996 Norma fue a su última marcha. Tenía 63 años y peleaba contra un cáncer de mama. Murió en su casa el 18 de junio de ese año.
Norma inspiró luchas que quedaron grabadas en canciones: “Voy a la cocina, luego al comedor / Miro las revistas y el televisor / Me muevo para aquí, me muevo para allá / Norma plá a Cavallo lo tiene que matar” (Las manos de Filippi); “Tu casa van a quemar / Mataste hasta Norma Pla / Vendiste a la Argentina / Sos capas de vender a tu mamá” (Damas gratis).
Hoy ella es símbolo de lucha, resistencia, potencia y gracia. Y sigue hablándole desde la historia cercana a este presente que se regodea y reactualiza lo peor de la década menemista: “A la juventud le digo que sigan luchando, luchen que lo vamos a conseguir unidos. Si no nos unimos, avanzan y nos comen los de afuera”.