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Desde Londres
El intento de la ultraderecha inglesa de extender las protestas y desmanes esta semana fracasó a manos de una inesperada confluencia del gobierno, la justicia, la policía, manifestantes antirracistas y la sociedad civil. La ultraderecha había publicado la dirección de 31 sitios en Inglaterra vinculados a inmigrantes – como centros de alojamiento, bufetes de abogados, simpatizante – que debían ser hostigados y atacados en distintos puntos del país.
En estos sitios el miércoles se respiraba un clima bélico con negocios tapiados en prevención de incidentes y alarma en las personas directamente amenazadas, pero más allá de algún altercado menor y aislado, el día transcurrió pacíficamente. Este jueves los negocios y las calles recobraron la normalidad al igual que los lugares vandalizados durante una semana de protestas, despejados y limpiados por los vecinos como una prueba concreta de su repudio a los eventos. Además miles británicos participaron este sábado en manifestaciones antiracistas para los disturbios de la semana pasada. La más importante reunió a unas 5000 personas el Belfast, Irlanda del Norte.
Emergencia
A pesar de este éxito, en su tercer reunión de COBRA – unidad especial del gobierno para resolver emergencias nacionales – el primer ministro Keir Starmer le dijo a ministros y jefes de policía que debían mantener el estado alerta máxima más allá del éxito obtenido hasta el momento. El comienzo este sábado del equivalente a la segunda división en el fútbol inglés es la primera prueba de fuego para la paz recobrada. En Telegram grupos de hooligans de distintos equipos hicieron un llamamiento “patriótico” a terminar con las diferencias de las distintas “firmas” (barras bravas de cada equipo) para defender a Europa y sus habitantes originarios.
Es una señal de que la batalla no terminó. Al mismo tiempo, por primera vez desde que comenzaron los incidentes el martes 30 de julio, la ultra derecha está en posición defensiva de repliegue, esperando la circunstancia propicia para volver a ganar las calles y los medios.
No fue milagro
Como otros hechos históricos en otras latitudes que parecen caer en el olvido o en la confusión de las redes sociales o los trolls, esta paz recobrada no fue un milagro. La reacción del gobierno laborista, la justicia y la policía marcó un cambio radical respecto a la connivencia del gobierno anterior que en más de una ocasión atizó la situación con propuestas xenófobas y retórica incendiaria. No en vano en las protestas de esta semana los manifestantes repitieron muchas veces consignas que venían de los gobiernos conservadores de Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak.
El lunes el primer ministro Starmer dijo que aplicaría todo el peso de la ley sobre los responsables de estos delitos tanto “en las calles como en las redes”. No resultó una de esas declaraciones que se van con el viento. El miércoles fueron sentenciados los tres primeros casos de más de 400 detenidos por los incidentes. Un hombre de 58 años, Derek Drummond, que atacó a un policía en Southport, recibió una condena de tres años mientras que Declain Geiran de 29 y Liam Riley de 41 años, del Liverpool de los Beatles, fueron condenados a 30 y 20 meses.
En lo que va de la semana 100 de los más de 400 detenidos fueron acusados formalmente y esperan el dictamen final de las cortes. La mayoría continúa bajo arresto, unos pocos que reconocieron su culpabilidad fueron puestos en libertad condicional: todos comparecerán nuevamente el 20 de agosto ya agendado como un mega-evento judicial. Entre estos hay casi 20 menores de 17 años acusados por los desmanes. Un chico de 15 se declaró culpable en la corte de Liverpool el jueves luego de ser identificado por las imágenes que subió a Tik tok.
Terrorismo
El jueves el fiscal de la Nación, Stephen Parkinson, advirtió que muchos de los delitos en manos de la justicia podían caer bajo la categoría de actos de terrorismo y que alcanzaría no solo a los que salieron a las calles a provocar desmanes sino también a los que los alentaron desde las redes usando su posición de influencers. Uno de los más prominentes es el fundador de la “English Defence Leage”, Tommy Robinson, que se encuentra de “vacaciones” en Chipre y que tiene una orden de arresto después de que no asistió a la corte el lunes.
Este viernes llegaron las primeras condenas por incitación a la violencia en las redes sociales. Lean Hogdson, de 43 años, nativo de Sunderland, fue condenado a dos años y medio de cárcel por incitación al odio en las redes sociales. Por similares delitos en las redes, su coetáneo, Andrew Smith de 41 recibió dos años y dos meses y Josh Kellet de 29 años, dos años y medio.
A esta política oficial se añadieron las contra-marchas en los 31 sitios y otros lugares coordinadas por organizaciones antirracistas que contaron con amplia participación de las comunidades afectadas. En Brighton al sur del país los cientos de personas que se congregaron en los centros de alojamiento para solicitantes de asilo rodearon a una docena de manifestantes de ultraderecha que debieron ser protegidos por un cordón policial para evitar incidentes.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, agradeció a todos los que se manifestaron pacíficamente para “mostrar que estamos unidos contra el racismo y la islamofobia”. En los días previos hubo más de 100 arrestados en Londres que también están desfilando por los tribunales.
El disparador
La violenta irrupción de la ultraderecha a raíz del asesinato de tres niñas el lunes 29 tomó al país y al gobierno por sorpresa. El acusado es un desequilibrado mental galés de 17 años, Axel Muganwa Rudakubana, hijo de inmigrantes ruandeses, pero a tres horas de los hechos ya circulaba por las redes con la ayuda de imágenes de Inteligencia Artificial la mecha que encendió la barbarie: una foto del supuesto responsable que tenía los rasgos típicos del musulmán – túnica, barba, el Taqiyah, gorro típico – y hasta nombre y apellido: Ali Al-Shakati.
Las manifestaciones comenzaron al otro día acicateadas por esta información falsa y alcanzaron su cenit el fin de semana donde hubo más de 35 protestas en Inglaterra y la capital de Irlanda del Norte, Belfast. La mayoría no superaban las 100 personas, pero su inclinación a la violencia y el desmadre, terminó con comisarías, patrulleros, coches y centros de alojamientos incendiados, garantías de máxima visibilidad mediática nacional y mundial.
El gobierno parece decidido a romper este vínculo entre redes sociales y violencia. Este jueves, Stuart Burns, de 41 años fue el primer acusado de postear contenido que alentaba la violencia contra la policía y el desorden público. El viernes hubo las condenas ya mencionadas. La respuesta ha sido uniforme. Un concejal laborista en Londres fue arrestado porque en el curso de una manifestación antiracista llamó a “cortarles la cabeza a todos los asquerosos nazi fascistas”, palabras que subrayó con el clásico gesto de la mano cruzando el cuello para simbolizar el degollamiento (sería interesante comparar con lo que sucedió en Argentina con los responsables de las bolsas mortuorias, horcas y otros símbolos de muerte).
Elon Musk y las Malvinas
El dueño de X, Elon Musk, quedó envuelto en un debate directo con Starmer que le valió la condena generalizada de la justicia, la policía, el oficialismo y los partidos de la oposición, con excepción de los conservadores que mantuvieron una posición ambigua que dependía del diputado que respondía en los medios.
El dueño de X y simpatizante de Javier Milei intervino temprano en la crisis. El fin de semana dijo que el país se estaba dirigiendo hacia una guerra civil. Starmer le contestó que en las redes sociales se cometían delitos al incitar a la violencia. Musk respondió que el gobierno y la policía medían con una doble vara las manifestaciones de la ultraderecha y la de los musulmanes.
No satisfecho Musk compartió el jueves en X una supuesta información del matutino de derecha Daily Telegraph, según la cual, Starmer planeaba “crear centros de detención de emergencia en las islas Malvinas para los ultraderechistas”. El mismo Daily Telegraph desmintió haber publicado esa nota y señaló que se había tratado de un montaje.
Los conservadores, que contribuyeron con el Brexit y una incendiaria retórica anti-inmigratoria y xenófoba a la creación de este clima de época, aprobaron, sin embargo, un proyecto de ley que entrará en vigencia el año próximo, la Online Safety act. La ley exige a las plataformas que tomen medidas contundentes contra todo contenido y actividad ilegal, incluyendo la incitación a la violencia.
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En la misma vena se manifestó el alcalde de Londres. “No es suficiente, no sirve para combatir este fenómeno. El caos que vivimos vino por la desinformación esparcida en las redes sobre los asesinatos y el responsable. La manera en que funcionan los algoritmos, hace que estos puedan diseminar la información muy rápido. El gobierno debe reformar esta ley”, dijo Khan.
Con una mayoría parlamentaria de 171 diputados, el laborismo puede marcar una diferencia ejemplar a nivel global para un tema que está trastornando la vida política y social. Habrá que ver hasta donde llega su voluntad política. El enemigo es la ultraderecha, pero son también las redes y su emperador, Elon Musk.