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En pocas horas, el INDEC dará a conocer la inflación del mes de octubre, que mostrará, una vez más, una desaceleración respecto al período previo. En ese escenario, mientras el Gobierno celebra el fenómeno, se amplía cada vez más el debate de por qué a la gente sigue sin alcanzarle el dinero, cuando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) es hasta tres veces menor que el de noviembre del 2023. Esta tensión que se da en los bolsillos y se conversa abiertamente en la política y los medios empezó a reflejarse, también, en la interna del Gobierno: según supo Página I12, hay una negativa manifiesta de la Casa Rosada a actualizar la canasta que se toma para calcular el IPC, que ya tiene 20 años de antiguedad y no es representativa del costo de vida de las familias, hoy muy centrado en servicios y tarifas. ¿Por qué? porque de hacerlo, habría una suba mayor en el inflación y, además, se vería aún más fuerte la pérdida de poder de compra de los salarios.
Lo que está pasando es que el titular del INDEC, Marco Lavagna, viene insistiendo en la necesidad de trabajar en una nueva medición, dado que la de hoy está centrada en consumos de los años 2004 y 2005, donde el gasto familiar era mayormente enfocado a los alimentos y bebidas. Hace unos meses, fue el propio Lavagna quien admitió, en una entrevista radial, el problema de la medición. Vale aclarar que, técnicamente, la misma no es iregular, pero la no actualización empezó a explicar casi la totalidad de la desinflación. "Decile que se busque otro tema", fue la frase que usó un alto dirigente del ministerio de Hacienda al enterarse que el jefe del INDEC sigue insistiendo en reformar la canasta.
Naturalmente, el tema se recalienta porque el IPC pasó de 12,3 por ciento con la gestión de Sergio Massa a la posibilidad de que octubre, dato que se conocerá hoy, de por debajo de los 3 puntos. Desaceleración que debería verse en consumos básicos, que están cayendo arriba de los 20 puntos. En este contexto, como los alimentos ponderan más alto que servicios, estos últimos precios que vienen duplicando la inflación anual, el IPC refleja una desaceleración que es real, pero está exagerada en el número promedio.
Es justo decir, en este marco, que cuando la tendencia es a la baja, la tendencia no se discute, pero los volúmenes son muy relevantes. Un recálculo del peso de los Regulados (tarifas, naftas, prepagas, etc) dejaría en evidencia no sólo el peso específico del rubro en los costos fijos de las familias, sino que además pondría en evidencia la decisión oficial de liberar precios de servicios sin topes ni límites. Hasta ahora, el Gobierno venía regulando el valor de los alimentos en base a la recesión y el golpe de los salarios, aprovechando que la canasta del 2004 pondera más esos precios. Con el rubro subieron por debajo del IPC General, hacía equilibrio y podía autorizar más subas a empresas de energía sin alterar el IPC. Si la canasta se actualizara, ese experimento sería imposible o, al menos, muy visible.
Tanto es así que, en lo que va del año, las tarifas de luz, gas, agua, vivienda y naftas ya llevan una suba de precios superior al 200 por ciento, lo que duplica la inflación general que midió el mismo INDEC. Esa misma ecuación se da, por caso, en la medicina prepaga. Además, para el Gobierno es vital que el IPC no ceda ni siquiera décimas. El objetivo de Luis Caputo es que, ante la ausencia de dólares, la inflación se calque con crawling peg, las microdevaluaciones mensuales que aún corren al 2 por ciento. Por eso, nadie quiere arriesgar.
Qué dan los cálculos actualizados
Ahora bien, ¿qué pasa si para comparar de manera más justa la evolución de los ingresos, se toman canastas más representativas? Un trabajo de la consultora Vectorial explicó, días atrás, que para el cálculo del salario real se utilizan los valores del IPC calculados por el INDEC sobre la base de patrones de consumo exhibidos en la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares (ENGHO) del 2004-2005, destaca Vectorial. Pero especifican que, no obstante, "si se recalcula la inflación con los ponderadores de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares más reciente (2017-2018), la inflación crece sensiblemente y, con ello, profundiza aún más la calamitosa situación del poder adquisitivo del salario".
El trabajo de la consultora de Haroldo Montagú afirma, también, "que las diferencias entre los ponderadores de una y otra canasta son significativas. Particularmente, para el caso de los servicios públicos con precios regulados (luz, agua, energía, telefonía, educación, transporte y comunicaciones), el aumento en el peso dentro de la canasta de consumo total entre la ENGHO de 2004-2005 y la de 2017-2018 es de 8,5 puntos porcentuales".
Y concluyen que, en agosto de este año, "los ingresos reales del privado registrado, medidos con la inflación publicada por el INDEC, sólo estarían un 1,8% debajo de los valores del mes de referencia (último periodo del Gobierno Nacional saliente)". En la otra esquina, aclaran que "si se utiliza la inflación corregida por la ENGHO más reciente, esta caída llega al 6,9%. A nivel general, también hay importantes brechas, en donde se observa que el índice de salarios reales con la inflación del INDEC tiene una retracción del 6,8% respecto a noviembre mientras que la presentada en estas líneas conlleva una baja del 11,7%"