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El presidente Javier Milei se decidió finalmente este miércoles, a casi una semana del temporal que devastó a la ciudad de Bahía Blanca, a viajar para ponerse en contacto de primera mano de las tareas de rescate que se están realizando.
Ampliamente criticado por no "meter los pies en el barro" y enviar apenas 10 millones de dólares para asistir a las víctimas (se estima que ese monto no llega al 2% de lo que se requerirá para reconstruir Bahía Blanca), Milei llegó en medio del hermetismo y de un fuerte operativo de seguridad para evitar que los vecinos se le puedan acercar.
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A pesar de ello, y desde lejos, los bahienses le hicieron sentir a los gritos su descontento por haberlos dejado de lado.
El mandatario libertario llegó acompañado por la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y se encontraron con el ministro de Defensa, Luis Petri, que ya se encontraba allí.
A pesar del férreo operativo de seguridad que se montó para blindar a Milei del repudio de los bahienses, el malestar se hizo sentir a los gritos: "son una manga de careta", "vení a escuchar a los vecinos", "hay que hacerse cargo ahora", "vienen para la fotito", "tomate el palo", le reclamaban de un lado del arroyo al otro mientras la comitiva presidencial se mantenía en silencio y miraba, a prudente distancia, los gestos de ira de los vecinos.
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Milei había sido en los últimos blanco de muchas críticas por no viajar a Bahía Blanca donde 16 personas perdieron la vida, hay casi un centenar de desaparecidos por lo que se prevé que el número de muertes subirá en las próximas horas y más de mil vecinos tuvieron que ser evacuados.
A ello se suma la más que exigua ayuda económica que anunció con gran pompa la Casa Rosada. Son unos 10 mil millones de peso que, según advirtieron las autoridades bahienses, no alcanzan para cubrir ni el 50% de la inversión que se debe realizar para volver a poner en funcionamiento el Hospital zonal que quedó bajo el agua.