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Un informe privado detectó la caída de la brecha entre los ingresos de la clase media y la población pobre, que en julio de este año fue del 23 por ciento, frente al 26 por ciento de julio de 2022. Esto se explica porque los precios de los alimentos aumentaron a un ritmo más rápido que el ingreso de la clase media.
Igual tendencia se observa en los costos de vivienda, servicios públicos, educación y salud, entre otros, que cada vez requieren una porción más grande de los presupuestos de los hogares promedio. A su vez, las brechas contra la indigencia tendieron a cerrarse, debido al incremento relativo de la canasta básica alimentaria entre 2017 y 2024.
“Hoy la clase media vive con un pie en la ilusión de ser de clase media y con el otro en la realidad de la pobreza”, dice Damián Di Pace, director de la Consultora Focus Market, autor del informe mencionado. “No es lo mismo crecer rico que crecer pobre pero nacer de clase media y volverte pobre debe ser una de las peores humillaciones para una clase emprendedora, trabajadora y profesional”, considera.
Esta realidad es exactamente opuesta al camino que transitó el resto de la región latinoamericana en los últimos años, hacia la movilidad social ascendente, con excepción de Venezuela.
Ingresos
Para determinar el umbral de ingresos necesarios para que una familia sea considerada de clase media, la consultora Focus Market estimó el valor de una canasta con consumos esenciales, el cual se ubicó en un monto mensual de 1.450.250 pesos en julio de 2024. Es decir que contra los 24.749 pesos requeridos en julio de 2017, aumentó un 5.760 por ciento.
Durante el mismo período, la consultora calculó que el ingreso necesario para no ser considerado pobre también aumentó significativamente, al pasar a 1.112.738 pesos en julio de este año desde 19.744 en 2017: un 5.536 por ciento. Y por último, la canasta para ser indigente fue de 543.255 pesos en julio de este año, contra 8.113 pesos en julio de 2027, con lo cual aumentó 6.596 por ciento en el período y fue la que más creció en el período analizado.
La brecha entre la pobreza y la clase media aumentó entre julio de 2017 y julio de 2022, si bien marcó dos tendencias diferentes. En primer lugar, la situación de la clase media mejoró en 2022, alcanzando una distancia del 26 por ciento respecto a los ingresos en los hogares pobre (esa fue la brecha más alta observada), pero desde entonces la brecha comenzó a deteriorarse, llegando a una diferencia del 23 por ciento en julio de 2024, según el informe. “Este cambio podría indicar que desde 2022 no solo los precios de los alimentos aumentaron a un ritmo más rápido que el ingreso de la clase media, sino también los costos de vivienda, educación, salud, entre otros”, indica el informe.
Brechas
Asimismo, el trabajo advierte que la economía argentina presenta diversos niveles dentro de la clase media. Si bien se considera de clase media a aquellos individuos que alcanzan cierto umbral mínimo de ingresos (el ensayado por la consultora es uno de ellos, mientras que el producido con cifras oficiales de Indec presenta problemas de subvaluación), existen familias con una brecha mayor de ingresos pese a tener acceso a colegios privados, automóviles, seguros, obra social paga, entre otros.
En el caso de las brechas contra los niveles de indigencia se refleja una tendencia contraria: se acorta la brecha por el veloz crecimiento de los precios de los alimentos.
La brecha entre la indigencia y la pobreza mostró una reducción progresiva a lo largo del período analizado por la consultora: en julio de 2017 la misma era el 59 por ciento, mientras que en igual mes de 2024 alcanzó el 51 por ciento. Esto implicó una reducción fuerte, de 8 puntos porcentuales. Este cambio sugiere que el aumento en el costo de la canasta básica alimentaria superó al incremento registrado en la canasta básica total.
Esta misma tendencia se observó al analizar la brecha entre indigencia y clase media. La misma disminuyó progresivamente, pasando de un 67 por ciento en julio de 2017 a un 65 por ciento en julio de 2022 y luego un 63 por ciento en julio de este año. Este comportamiento refleja que “si bien los ingresos de la clase media aumentaron en el período, lo hicieron de modo inferior al aumento en el costo de la canasta básica alimentaria; en otras palabras, los precios de los alimentos subieron a un ritmo más acelerado que los salarios de este segmento de la población”.