La historia del lago patagónico que inesperadamente se secó por completo

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La Patagonia es un imán de la humanidad que cobija misterios insondables: un enorme desierto se extiende en el sur de Chubut, centro-este de la meseta y cerca del límite con Santa Cruz por donde hasta hace menos de una década quedaban aún vestigios de la existencia de un milenario espejo de agua que ocupaba una inmensidad mayor a los 700 km cuadrados.

Era el lago Colhué Huapi, que se fue secando debido a una serie de malas decisiones de gestión en pos de proteger los niveles de su gemelo, el Musters, en Colonia Sarmiento, fuente esencial de agua para la región. Compartían la fase terminal de la actual cuenca endorreica del río Senguerr.

Hace más de 10.000 años, el lago Colhué Huapi y el Musters conformaban un solo espejo de agua gigantesco y profundo. Este panorama se mantuvo hasta el año 1.600 a. C.

A partir de esta época, una gran porción de tierra, que llegó a tener 12 kilómetros de extensión, los separó.

Allí, cientos de años después, se instalaron grandes poblaciones nativas de cazadores y recolectores.

La historia siguió su curso, el paisaje se urbanizó y el 21 de junio de 1897 se fundó, a mitad de camino entre el Colhué Huapi y el Musters, la localidad de Sarmiento que, en la actualidad, representa el hogar de más de 14.000 personas.

Nadar en ambos lagos en aquella época era el entretenimiento de muchos vecinos y de los turistas que frecuentaban en verano esta zona de la Patagonia.

Hace más de un siglo, el retroceso de los dos lagos se documentó de manera detallada, hasta que finalmente se tomó la decisión de que el Musters sobreviviera y el Colhué Huapi empezó a desaparecer por completo.

En 1905, un explorador alemán llamado Wilhelm Vallentin consignó en su diario de viaje las medidas tentativas del lago Colhué Huapi, una enorme masa de agua emplazada a 310 metros sobre el nivel del mar: “unos 50 kilómetros de longitud y 20 kilómetros de ancho”.

Cuatro décadas después, las bajantes de este espejo de agua eran preocupantes.

Y, a medida que avanzó la segunda mitad del siglo XX, la notificación de este suceso era cada vez más frecuente y alarmante.

Los últimos registros de pesca en el lago Colhué Huapi tuvieron lugar en el año 2000, y en marzo de 2017 ya estaba casi completamente seco, principalmente por el desvío artificial de las aguas del río Senguerr y, en menor medida, por la sequía que se desató desde el 2000. Se halla a 310 m s. n. m. de altitud y el ancho mayor es de 35 a 40 km de noroeste a sureste.

Las grandes sequías que afectaron a toda esta zona de la Patagonia y la desaparición de su agua, en parte, por la construcción desmedida de desvíos artificiales sobre el río Senguerr sentenciaron su conversión en gran desierto.

Se formaron enormes dunas en el lugar como consecuencia de la acción del viento y el desprendimiento del suelo arenoso, que quedó al descubierto con la pérdida del agua.

Y si bien no representan ningún peligro a la lejanía, con el paso de los años avanzaron hasta los cascos de estancia más cercanos.

En muchos casos, las construcciones fueron “devoradas” por la arena y, al día de hoy, son irrecuperables.

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