ARTICLE AD BOX
De Rosendo Ruiz, sobre la banda ficticia Manga de Negros
Un cantante escapando de alguien, una muerte en un hotel alojamiento, una posibilidad de entrar a la industria musical. Un thriller con tonada cordobesa.
La Zurda 6 puntos
(Argentina, 2025)
Dirección: Rosendo Ruiz
Guion: Rosendo Ruiz y Alejandro Cozza
Duración: 85 minutos
Intérpretes: Juan Cruz El Gáname, Marcio Ramsés Salas Ortuay, Alejandro Orlando, Majo Sorbello
Estreno en salas de cine
La gacetilla de prensa consigna que el género cinematográfico al cual pertenece La Zurda es el "thriller cuartetero". Toda una declaración de principios para la nueva película de Rosendo Ruiz, el realizador sanjuanino, aunque cordobés por adopción, cuya ópera prima De caravana fue uno de los gritos primigenios del Nuevo Cine Cordobés. Hay varios puntos de contacto entre ambos largometrajes (Ruiz filmó varios títulos durante los últimos quince años, entre otros Tres D, Todo el tiempo del mundo y Maturità), pero el más evidente es el trasfondo musical que tiene al cuarteto como sonido inconfundible. A diferencia del film de 2010, La Zurda adopta un tono más serio, por momentos un poco solemne, aunque en el fondo se trata de un relato de fuertes raíces populares que cruza el retrato social, el melodrama, el policial y, desde luego, el musical.
Todo comienza con una corrida: Yonatan, el letrista de una bandita de cuarteto bautizada como "Manga de Negros", corre porque alguien lo persigue. Es un matón que trabaja para el padre de su noviecita, quien no quiere saber nada con el hecho de que su hija ande paseando con alguien de otra clase social, desde luego más baja. Cuestión de dinero y de colores de piel. "Ey, culiao, ¿qué te pasó?", le pregunta su amigo, el cantante de la banda, a quien todos llaman La Zurda (Juan Cruz El Gáname), mientras caminan por el barrio humilde donde viven, pero la respuesta no lo convence.
Allí late el corazón del relato y ese romance de juventud es el disparador del conflicto que sobrevendrá, cuando una muerte en un hotel alojamiento ocasionada por otros recaiga sobre el protagonista, sospechado de inmediato como autor del homicidio. Mientras La Zurda escapa de la policía y del verdadero responsable del crimen, la aparición de una manager de grupos musicales ofrece una posibilidad de ingresar a la industria musical.
Entre visitas a boliches, alguna que otra pelea y tiroteo y la subtrama del casting vocal que podría significar el primer paso importante en una carrera como artista, La Zurda combina varios elementos narrativos y tonales que no siempre terminan de fusionarse de forma grácil. Esos desniveles le aportan al conjunto aristas irregulares, aunque como contrapeso Ruiz revive algo de esa frescura que aparecía de manera mucho más evidente en su debut como realizador.
Es la energía de algunas escenas (hay algo allí del primer Campusano, más unas pizcas del Favio más realista), además del aporte de la banda Monada, responsable de la banda de sonido del film, lo que termina por ganar la pulseada, haciendo de La Zurda un ejemplar bien local del policial de marginales intentando sacar la cabeza por encima del lodo, manejado desde luego por empresarios corruptos y policías no siempre regidos por la ley. En otras palabras, intentando sobrevivir.