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Los domingos mueren más personas 7 puntos
Argentina/Italia/Suiza, 2024.
Dirección y guion: Iair Said.
Fotografía: Giovanni Cimarosti.
Música: Franz Ascari.
Intérpretes: Iair Said, Rita Cortese, Juliana Gattas, Antonia Zegers.
Estreno: en salas únicamente.
Lanzada primero en la sección paralela ACID (Association du Cinéma Indépendant pour sa Diffusion) del Festival de Cannes y luego en concurso en Horizontes Latinos, del Festival de San Sebastián, Los domingos mueren más personas, segundo largometraje del argentino Iair Said, es una comedia agridulce, de evidentes tintes autobiográficos, que el director –también protagonista- tamiza para encontrar una verdad inusual, muy poco frecuente en el género.
Treintañero inmaduro, que no parece hacerle la vida fácil a nadie –empezando por su exnovio, por más que llore desconsoladamente frente a una puerta cerrada que nunca se le volverá a abrir-, David (el propio Said) es un personaje bastante más complejo de lo que pudiera parecer a primera vista. Homosexual sin complejos, de cuerpo no hegemónico, perteneciente a una familia judía porteña de clase media, David vuelve a Buenos Aires a regañadientes. Estaba en Europa, disfrutando de una beca que no daba la impresión de requerirle demasiado esfuerzo, y el entierro de un tío lo obliga a cambiar sus planes. En verdad, el regreso tiene motivos más profundos: su propio padre está en estado de coma vegetativo y su madre (Rita Cortese, componiendo a una idishe mame perfecta, sin clichés ni estereotipos) necesita de su apoyo para tomar la decisión de dejar morir a su compañero de toda una vida.
Todo aquello que podría ser grave, severo, se torna en el film de Said en leve, ligero, sin por ello ser superficial. Se diría que el guionista, director y protagonista ve todo con un cristal gracioso, colorido, empezando por su propio personaje, que no cesa de verse involucrado en pequeños contratiempos y malentendidos, varios de los cuales tienen que ver con su narcisismo. Y también con sus pulsiones eróticas, que le surgen en los momentos y con las personas equivocadas. Se diría que con esos módicos arrebatos David quiere alejar no sólo la dolorosa historia de amor con la que se abre el film sino también, y muy especialmente, el duelo que sobrevuela como una sombra sobre toda su familia.
Said ya se había acercado de un modo infrecuente al tema de la muerte con su primer largometraje, Flora no es un canto a la vida (2018), un documental en primera persona donde Said intentaba por todos los medios impedir que su tía abuela, una solterona de 90 años, dejara en herencia su departamento a una institución judía, cuando él, sin ir más lejos, lo necesitaba imperiosamente. Se diría que ese tono menor con el que Said maneja temas mayores vuelve a ser ahora el gran hallazgo de Los domingos mueren más personas, una ficción que nunca deja de entrelazarse con la realidad.