"Poseidótica nació en 2001, sabemos de crisis"

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A 9 años de la salida de su último álbum de estudio, y tras la aparición de varios singles, Poseidótica volvió al ruedo discográfico en junio. El trabajo en cuestión se titula Las palabras y la realidad, y lo presentará formalmente este sábado en El Teatro Flores (Av. Rivadavia 7806). Será además su debut en uno de los templos porteños del metal, lo que, considerando el pasado stoner rock de la banda, parece una deuda por consumar. Sin embargo, en un bar de Palermo, Martín Rodríguez, bajista del cuarteto de rock instrumental, revela que la decisión de actuar ahí no fue por esa razón. “Pensamos en ese lugar porque era una puerta que nos faltaba por tocar”, dice. “Después de presentarnos 25 veces en Niceto Club, esta vez queríamos hacer algo distinto. Descentralizamos, cambiamos la jugada. Nos probaremos fuera de Palermo y Colegiales”.

-De todas formas, la escena metalera no los considera un artista del palo. Lo mismo sucede con el indie. ¿Es un karma ser un grupo insular?

-Este no pertenecer a nada puede que sea difícil. Siempre estuvimos haciendo nuestra propia movida. Nunca esperamos que un manager nos salve o que nos rescate un sello. Lo de ser un grupo instrumental es una de nuestras características. Somos una banda sin cantantes, sin líder aparente, que puede codearse con otra banda. Como cuando le abrimos a Ghost en el Movistar Arena. Podrían haber elegido a otros 500 grupos, con otro encare. Pero nos llamaron a nosotros. Ahí es cuando decís: “Esto ya está trascendiendo”.

El nacimiento del grupo, a comienzos de este siglo, coincidió con el auge en la Argentina de otros proyectos (de géneros diferentes entre sí) que apostaron por una propuesta instrumental. Lo que fue toda una osadía en un país cancionero. Aparte de Poseidótica, bandas como Dancing Mood, Morbo y Mambo, Dietrich o Los Tormentos fueron parte de esta avanzada. Aunque pocas pudieron sortear los recambios generacionales y las tendencias. “Cuando compartimos fecha con otros artistas, nos sentimos uno más. Aparte, ya no usan al rótulo de ‘la banda instrumental’ para definirnos”, explica Rodríguez. “Si ya es difícil ser una banda independiente en Argentina, imaginate lo complejo que es ser una banda instrumental que apuesta por mantenerse vigente”.

-A contramano de lo que sucede acá, desde mediados de la década pasada hay un nuevo apogeo del rock instrumental. Grupos como La Luz o Khruangbin pueden dar fe de ello. A lo que se suma la vuelta a los escenarios de Godspeed You! Black Emperor. ¿Decís que en la Argentina eso es una batalla perdida?

-Sí, sí. Somos unos perdedores hermosos. La banda debe tener una rebeldía intrínseca, porque en tiempos de trap todo es palabra, palabra, palabra, letra, letra, letra. Hay palabras por todos lados. Uno no lee libros, pero al final del día leemos demasiada información innecesaria en el celular. Por ahí va el nombre de nuestro nuevo disco. También se juega con lo expansivo, con la expansión de conciencia de la vieja psicodelia. El título apela por la palabra, en una banda que no tiene voces.

-¿Es un disco crítico a la época?

-Lo es. El mensaje está en otro lado: en la actitud de la banda, en nuestra permanencia, en seguir siendo independiente, y en seguir pudiendo montar espectáculos grandes en un contexto de crisis. No es la primera ni la última. Esta historia ya la conocemos. La banda nació en el fulgor de la crisis de 2001. Arrancamos con eso, y estamos acá enfrentando una nueva crisis. Siempre Argentina se rebusca para salir. Y los músicos no quedan indemnes a eso. Somos una banda a la que todo el tiempo parece que le va bien, dentro del lugar en el que estamos. Sin embargo, hay que reinventarse, hay que seguir resistiendo.

-En esta nueva encarnación de Poseidótica, que los encuentra como cuarteto, se refieren a su música como “rock expansivo”.

-Nosotros siempre renegamos de los rótulos y de los géneros. Hay muchos matices y variantes en la música. En el último disco quisimos ampliar el abanico. Hay post rock, post punk y ambient. Después, hay muchos temas que tienen guitarras acústicas. Estamos buscando la experimentación para que ya no sea lo mismo que hicimos antes. Al momento de armar este repertorio, tras muchos años de no sacar un disco, nos forzamos a evolucionar. La identidad ya está. Ahora quisimos expandirla.

Los 8 tracks que conforman Las palabras y la realidad fueron trabajados por 8 ingenieros de mezcla diferentes, entre los que destacan Billy Anderson (Los Natas, Melvins), Estanislao López (Mujer Cebra, Buenos Vampiros) y Santiago De Simone (Dillom, Winona Riders). “Fue elegida cada persona para cada tema”, expedita el bajista de Poseidótica, que además invitó para este álbum al guitarrista argentino Nico Bereciartúa (actual integrante de The Black Crowes). “A ellos les llegaron los temas con un sonido ya pensado. Si bien tenemos una impronta que nos representa, buscamos algo moderno. No somos unos dinosaurios. Sí fue consciente filtrar nuestra música con estas nuevas generaciones y nuevas formas de interpretar el sonido. El resultado y la frescura están a la vista”.

-En esa búsqueda de la modernidad a veces la traducción se torna una distorsión. ¿Estuvieron atentos a eso?

-A Ty Segall, en una entrevista, le preguntaron cuál fue la influencia de su nuevo disco, que es medio de canciones, medio folk y medio progresivo. Y respondió que fue el disco Lizard, de King Crimson. Tampoco me parece loco. Pero que alguien hoy te diga que un artista así te sirvió de inspiración, es como una rareza. ¿No? Como para pensarlo.

-Ya hablaste de las palabras. Pero la realidad es que pasaron 9 años desde que sacaron su último álbum. ¿Qué pasó en el medio?

-De todo. Y eso también está reflejado en el disco. La mayor influencia de este disco fueron la vida, la calle y el contexto. El hecho de que pasara tanto tiempo entre un álbum y otro es algo que no tiene respuesta. Muchos nos preguntaron por qué volvimos a sacar un disco, y la verdad es que para nosotros tiene sentido porque nuestros discos tienen un concepto. Por suerte, las bandas siguen sacando discos, porque si no sería tristísimo. 

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