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Actuará este sábado en el Centro Cultural Macedonia
El pianista porteño radicado en Francia se presentará junto a la orquesta Silencio, integrada por un colectivo multicultural de músicos. Su estilo se inscribe dentro del llamado "tango contemporáneo".
Desde hace 25 años Roger Helou vive con un pie en Europa y otro en la Argentina. El pianista presentará Raro (un single con dos temas) y recorrerá parte de su repertorio este sábado a las 21 en el Centro Cultural Macedonia (Sarmiento 3632) junto a la orquesta Silencio, integrada por un colectivo multicultural de músicos.
-¿Qué concepto pensaste a la hora de grabar "Raro"? ¿Cómo querías trabajar esos dos temas?
-“Qué falta que me hacés” y “Tinta roja” son canciones y están tratadas de una manera completamente ajena a lo que es la canción. Son arreglos con mucha instrumentalidad en donde la canción se reconoce atrás de texturas, pero digamos que es tango contemporáneo, que hoy ya no hay de qué agarrarse para decir que algo es contemporáneo, pero en los años ‘60 sí había una idea clara de lo que era el tango contemporáneo o el tango de vanguardia. Y una de sus características era la experimentación y las formas arriesgadas. En este caso yo por primera vez en 25 años me arriesgué o me animé a escribir arreglos completamente experimentales en donde no me atajo a ninguna regla clásica en cuanto a la forma y en cuanto a la manera de tratar la canción. La música va desde tener un final que parece abierto, por ejemplo, un inicio que no suena como lo que va a venir después, una evolución en donde aparece el ritmo del tango pero de repente se desvanece, se desvanece toda esa textura y aparece un solo raro, un solo que suena raro dentro del contexto. Luego de ese solo surge de vuelta algo muy clásico, reconocible armónicamente. Y todo este desorden se parece mucho a las experimentaciones que los músicos en los años 60 empezaron a hacer en un momento en que el tango no necesitaba más ser bailable.
-¿Qué balance hacés de estos 25 años de la agrupación Silencio?
-Es totalmente satisfactorio y sobre todo muy variado. Estamos contentos de haber hecho tantas cosas distintas, porque Silencio empezó en el 2000 tocando música bailable en Europa en un momento en que casi no había orquestas típicas como las de los bailes de los ’40. Sobre esa base pude construir mi cabeza tanguera y también aprender a orquestar probando. Luego vino una etapa muy interesante en donde la canción fue muy importante porque conocí al Tata Cedrón, que me abrió un mundo. Luego empezaron mis incursiones en Buenos Aires y ahí me conecté totalmente con la canción porque acá todavía hay mucha tradición la gente canta, se conocen las canciones. Incluso la gente joven conoce tangos aunque no se haya criado escuchando tango en la radio. Silencio tuvo también una etapa de experimentación sonora en cuanto a la instrumentación, agregándole a la orquesta típica dos instrumentos especiales: el clarón o clarinete bajo, y el órgano de jazz, el Hammond. Finalmente llega esta última etapa, en donde yo me pongo por fin a escribir tango contemporáneo.
-Pasás temporadas aquí y allá, ¿no? ¿Cómo influye eso sobre tu tango?
-Es importantísimo para mí seguir viniendo a Buenos Aires y no solo para venir, sino para tocar, para ser músico. El link con Buenos Aires es fundamental. Si yo me hubiese quedado estos 25 años, yo creo que estaría haciendo una música menos profunda. Porque Buenos Aires tiene la conexión emocional de vuelta de la gente hacia su pasado, hacia su canción. El cancionero popular. Y ahí viene el tema de la canción otra vez. La canción es importantísima. No puede haber tango instrumental nada más. Y ese es un rumbo que está tomando el tango en Europa, que me parece que se aleja cada vez más de la riqueza y de la fuerza del tango. Venir a Buenos Aires para mí significa volver a conectar con la canción, con los cantores. Yo vengo a Buenos Aires y acompaño cantores desde hace diez años. Está Hernán Genovese, está Brian Chambouleyron, Lidia Borda. La tradición de la guitarra también es muy importante y llega al corazón directo. Ese link con lo emocional es importantísimo, incluso si uno hace solamente música instrumental. Eso es para mí la riqueza de Buenos Aires, que está en las calles, en los barrios, en la gente mayor.
-¿Cómo cambió en este tiempo la escena europea de tango?
-La escena del tango en Europa en estos 25 años cambió mucho, pero no tanto. Europa no permite que haya una evolución como la que hay acá en Buenos Aires, porque Europa está demasiado centrada en el tango bailable. Yo entiendo que los europeos no tengan por qué interesarse en el tango como material para componer canciones nuevas o piezas instrumentales nuevas, ellos tienen su historia y su música. Para casi ningún grupo vale la pena incursionar en tango nuevo o en tango moderno porque eso no se vende. Allá la gente quiere bailar y punto. Con excepción de París, que es un foco importantísimo, con una movida de compositores, de nuevos instrumentistas alrededor de uno de los conservatorios, que tiene carrera de tango. Entonces París es como una mini Buenos Aires, en el sentido en que hay en todas las capas de lo que es el género tango, cosas que pasan. A mí me gusta decir que París es un suburbio de Buenos Aires perdido en el mar.