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"No hay nadie a quien la producción le haya caído menos de 30 por ciento, nadie. Esto es una L, y en el último mes para la mayoría de las industrias textiles, la patita de la L siguió mirando para abajo. No es que caímos 30 por ciento y nos tenemos que acostumbrar a eso. El mercado nos está diciendo que no se sabe hasta dónde podemos caer. Se siente en la calle", transmite Marco Meloni, vicepresidente de ProTejer y también de Industriales Pymes Argentinos (IPA).
El próximo jueves las quejas del sector resonarán en la asamblea anual de ProTejer, una de las principales cámaras de la cadena textil. Desde que gobierna Javier Milei se perdieron 6 mil empleos formales y otros tantos no registrados, sobre un universo de 430 mil trabajadores, el 40 por ciento en la informalidad.
El anuncio del Gobierno de este viernes que incrementa de 1000 a 3000 dólares el límite para compras en el exterior, y además disminuye aranceles a esas importaciones, es un misil teledirigido contra la producción textil en el país, entre otras ramas.
"A modo de ejemplo, una campera que en el exterior vale 100 dólares, hoy paga 67 dólares en concepto de impuestos. Con esta medida, pasará a pagar 21", arremete el comunicado oficial, para que no queden dudas del objetivo buscado. "A través de esta medida, todos los argentinos podrán acceder a productos importados con precios más competitivos, en especial aquellos que no tienen la oportunidad de viajar. Por ende, podrán traer ropa, juguetes y/o pequeños electrodomésticos del exterior", completa.
Antes de esta arremetida, el Gobierno ya había bajado aranceles y quitado trabas y controles aduaneros para agilizar las importaciones. Milei y su equipo consideran que la industria textil argentina es inviable y no mueven un dedo para buscar su reconversión o desarrollo, sino que prefieren directamente sustituirla por productos importados.
Las consecuencias se van viendo en el cierre de Textilcom en Catamarca, la convocatoria de acreedores que acaba de presentar Algodonera Avellaneda, del grupo Vicentin, o la búsqueda de comprador para marcas como Vitamina y Uma, que si sigue sin aparecer desembocará en nuevos cierres de locales a fin de año. Son ejemplos que anticipan un tsunami para cientos de fábricas y talleres textiles, con miles de trabajadores despedidos, alertan los industriales.
Debilidades
"Por las experiencias previas de apertura importadora con tipo de cambio bajo, lo más probable es que la industria textil sea de las más afectadas", coincide en el diagnóstico Daniel Schteingart, con mirada académica. Es coautor de un documento de Fundar que advierte sobre las consecuencias nefatas que tienen las políticas pendulares de apertura importadora y proteccionismo tanto en la cadena textil como entre los consumidores.
Para los primeros, porque cientos de empresas resultan barridas cuando rige la apertura indiscriminada, mientras que los consumidores pagan la ropa más cara de la región cuando se aplica la protección aduanera, describe el especialista. La propuesta de Fundar es salir del laberinto con políticas específicas para especializar al sector en nichos con mayor diseño y desarrollo y abrir un poco la válvula importadora para contener precios internos.
"Con una buena secuenciación, la Argentina puede tener una industria textil viable que les sirva a los consumidores y trabajadores", plantea Schteingart.
Y puntualiza sobre las debilidades que presenta actualmente la estructura productiva en esta cadena. Una de ellas es el altísimo nivel de informalidad laboral: "La calidad del empleo que genera el sector es de mitad de tabla para abajo. No es como la industria automotriz que paga buenos salarios. En este rubro el 40 por ciento se maneja en la informalidad y en el segmento confección, llega al 72 por ciento".
Sin embargo, sostiene que lo que hace el gobierno de Milei no busca resolver el problema, sino simplemente cambiar producción nacional por importaciones.
"El Gobierno repite experiencias aperturistas como las de la dictadura, el menemismo o el macrismo. En esas ocasiones el rubro textil retrocedió y no surgieron otros más dinámicos que absorbieran el empleo perdido", apunta.
Qué hacer
Desde la trinchera de la fábrica, Meloni afirma que la estrategia dominante entre los textiles es defenderse con la timba financiera.
"El que tiene una pyme mantiene como puede la estructura y en vez de comprar tela hace carry trade. La guita que antes usaba para el negocio de la producción ahora la usa para la especulación. Compra papelitos, bonos, acciones, cambia dólares. Es el camino que te ofrece el Gobierno", se queja.
En contraposición, el aumento de costos y la apreciación cambiaria conspiran contra la producción. "El agua aumentó 350 por ciento, la electricidad subió 390, el gas otro tanto, la nafta se fue un 325 por ciento. Yo produzco con eso y cada vez soy menos competitivo", expone. Y señala que mientras Brasil devalúa su moneda, la Argentina es cada vez más cara en dólares.
En materia productiva, anticipa lo siguiente: "El año que viene se duplican las importaciones textiles. Cada eslabón dirá voy a importar el hilado para hacer la tela, el que confecciona dirá mejor importo la tela que me sale más barato y la marca dirá mejor importo la prenda terminada así aunque vendo menos gano más. Y así se funden todos. Hay una satisfacción efímera de autosubsistencia que aletarga el espíritu de lucha. Cada uno busca salvarse solo", achaca.
Otro camino
Para Schteingart, la industria textil tal como funciona en la actualidad no alcanza para convertirse en un sector dinámico con empleo de calidad, pero sacrificarla sin más como está haciendo el Gobierno es una fatalidad.
"Hay que hacer cosas, una política constructiva que reconozca los problemas, como la alta informalidad y los altos precios, con menos barreras a la importación, pero hay que hacerlo con criterio, bajando costos al sector como el impuesto al Cheque o Ingresos Brutos, generando incentivos para la compra de ropa en blanco", argumenta.
"Hay que dar incentivos para que la compra sea formal. Ahora 12 nació con esa idea, para formalizar operaciones, porque si hay venta en negro hay producción en negro. Se podría hacer un sistema parecido que incorpore las billeteras virtuales para dar financiamiento a estratos populares, algo como se hace con la Cuenta DNI", propone.
De todos modos, insiste en que el rubro textil sigue siendo desplazado por producciones asiáticas no solo en Argentina sino en la mayor parte de Occidente, por lo cual la estrategia a mediano plazo debería concentrar esfuerzos en los rubros textiles más competitivos y tecnificados, sumando valor agregado desde el diseño y apuntando a nichos de mayor calidad o especialización, como indumentaria para actividades productivas.