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El lunes, a tono con las acciones que se resuelven en otras casas de estudio, la comunidad de la Universidad Nacional de Quilmes realizaba una asamblea para resolver la toma de la institución. Mientras se llevaba a cabo de modo pacífico con la presencia de 500 personas, un grupo de militantes de La Libertad Avanza ajeno a la UNQ irrumpió en la reunión con un megáfono, con la intención de quebrar la deliberación. De inmediato, se votó la expulsión de los intrusos del lugar y como no estuvieron de acuerdo, comenzaron las discusiones. Entre empujones, se marcharon pero antes rociaron con gas pimienta a varios estudiantes presentes. En diálogo con Página/12, el rector Alfredo Alfonso señala: “En 35 años de trayectoria de la UNQ, es la primera vez que se viven hechos de esta violencia. Justo coincide con el día en que personas externas a la institución lanzaron gas pimienta. Son individuos que tienen vínculo con la concejala quilmeña (de la Libertad Avanza) Estefanía Albasetti”.
“Es el suceso más grave que hemos vivido como comunidad”, agrega Alfonso. Y anticipa detalles sobre la denuncia penal que la casa de estudios hará sobre el responsable. “Aunque no sabemos el nombre, tenemos todas las imágenes y lo vamos a denunciar penalmente. Además haremos un sumario interno, porque hay personas vinculadas a nuestra institución que habilitaron la posibilidad de que ingresaran estos agresores”,
El ataque de carácter premeditado fue orquestado por miembros libertarios ajenos a la universidad. Este grupo esperó a que la Asamblea comenzara y unos minutos después ingresó con un megáfono. Como respuesta, al interrumpir un diálogo que hasta ese momento se realizaba en un tono pacífico, se votó su retiro y fueron invitados a marcharse. No solo se negaron, sino que tiraron gas pimienta a los presentes. Como la jornada transcurría en un espacio cerrado –el Ágora de la Universidad– muchos de los presentes se vieron afectados. De hecho, algunos estudiantes debieron ser atendidos.
La UNQ realizó oficialmente su descargo y en él se subrayó el rol de la concejal quilmeña Estefanía Albasetti. Se la observa en una fotografía “junto a todos los militantes de LLA, que nada tienen que ver con la UNQ y que estuvieron apostados como si fuesen ‘guardias de seguridad’ y luego accionaron en contra de nuestra Universidad”. En redes sociales, según consigna el documento, Albasetti había amenazado a partir de sus redes sociales en las vísperas de la marcha universitaria del 2 de octubre. “No lleven niños porque vamos a repartir palo y gas pimienta”.
Según relatan desde la UNQ, existe otro aspecto que vale la pena observar sobre el agresor: “Esa misma persona estuvo en la puerta de Télam solicitando el cierre de la agencia estatal y es quien, minutos después de arrojar el gas, se fotografió en las inmediaciones de nuestra Universidad fingiendo haber sido agredido”.
Hay un temor que late en la institución quilmeña: el lunes este grupo llegó dotado de gas pimienta: ¿y si la próxima vez el gas se reemplaza por un arma?
La costumbre de la provocación
“El gobierno tiene un prejuicio ideológico muy grande y un desconocimiento supino de la actividad de las universidades. Hay un funcionario que llegó a comparar estas tomas con las de los 70 y las guerrillas. Están leyendo una realidad paralela, totalmente errada. En estas tomas del presente, lo único que quieren hacer los estudiantes es pernoctar para cuidar su universidad. La gente tiene que saber que la actividad sigue plena: se siguen dando clases, se sigue investigando y se sigue haciendo gestión. No tienen nada que ver con los 70”, explica Alfonso. Y remata: “Permitimos y fomentamos el debate de ideas. Nunca, con adoctrinamiento, es posible generar profesionales creativos como los que desde hace muchos años formamos”.
A pesar de las marchas masivas de abril y de principios de octubre, el gobierno redobla las agresiones. Se definen a las casas de estudio como “curros” y a las autoridades se las tilda de “chorras”. Se trata, en definitiva, de un nuevo capítulo del accionar provocador que el elenco libertario tiene con estas instituciones a las que escogió como su principal oponente. Este lunes, para citar un caso ilustrativo, Beatriz Gentile, la rectora de la Universidad Nacional del Comahue, solicitó a la justicia que investigue amenazas que involucran el resposteo que hizo el presidente Javier Milei de un usuario de X que lanza una temeraria advertencia: "Están avisados zurdos. Después no lloren DDHH y lesa humanidad”.
El camino que escogen no solo se compone de provocación e intimidación, sino que también posee datos falsos. Que el presidente diga que las universidades están llenas de ricos es una muestra de que el jefe de Estado no ha pisado una institución pública en mucho tiempo. En esta línea, como muestra el contador Martín Barrionuevo, el 65 por ciento de los que llegan son clase media o media baja. Y 7 de cada 10 son primera generación de estudiantes de sus familias.
Un conflicto que, por otra parte, al gobierno se le puede ir de las manos. La Ley de Financiamiento vetada, que lo único que solicitaba era una recomposición salarial de los docentes y no docentes, tan solo implicaba un 0.14 por ciento del PBI. Lejos de complicar el objetivo de déficit fiscal cero, lo que la administración libertaria da es una disputa ideológica. Si Milei se autopercibe como “un topo que viene a destruir el Estado”, no hace falta aclarar demasiado. Las universidades, en Argentina, probablemente constituyan el mayor orgullo estatal de las últimas décadas.
¿Y si despiertan un movimiento imparable?
“El gobierno puede pretender a las universidades ‘Afuera’, pero lo que no puede resolver es el lazo social muy articulado que las 61 instituciones a nivel nacional tienen con la sociedad, que se manifestó tanto el 23 de abril como el 2 de octubre con enorme contundencia masiva y federal”, detalla Alfonso. Después sigue su explicación: “El lazo es el producto de sentir que la universidad pública es el destino para sus hijos, hijas, nietos, nietas, familiares y amigos. Es la posibilidad de mejorar, acrecentar recursos, pero también aportar como profesionales un valor agregado al país”.
Como nunca, en simultáneo, todas las universidades nacionales organizan tomas, vigilias, sentadas, movilizaciones y cortes de calles. Incluso, las de menor tradición combativa, se pliegan a los reclamos con acciones concretas. Sobre ello, opina el rector: “Del desconocimiento y el prejuicio ideológico que tiene este gobierno, solo se sale con reclamo social cada vez más fuerte para que el cambio de rumbo se logre. El corto plazo será duro, pero confío plenamente en que el gobierno entenderá. No le quedará otra, tendrá que acompañar el desarrollo universitario”.
El oficialismo busca erosionar el poder de las universidades, pero las casas de educación superior tienen una imagen de legitimidad social muy alta, del orden del 70 por ciento. ¿Y si están consiguiendo justo lo contrario? ¿Y si, finalmente como en otros momentos de la historia, son los estudiantes los protagonistas de una nueva transformación? El jueves, por lo pronto, la lucha continúa y habrá paro en todas las universidades.