Gatillo fácil: tres policías fueron condenados por el asesinato del remisero Claudio Romano

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El Tribunal Oral Criminal porteño Nº12 encontró culpables a los tres policías de la Ciudad que en 2019 ultimaron a balazos al remisero Claudio Romano, en un hecho que configuró uno de los más flagrantes casos de abuso policial y gatillo fácil. Uno de los agentes recibió la pena de prisión perpetua mientras que a las otras dos se les dictaron seis años. Así y todo, salieron del tribunal caminando libres, pues la sentencia será apelada y continuarán esa condición y con el uso del uniforme hasta que haya una condena firme.

Los condenados fueron Darío Ramón Pérez, Claudia Alejandra Beatriz Manzanelli y Daniela Isabel López, quienes el 1 de octubre de aquel año le dispararon ocho tiros a quemarropa a la víctima, de 39 años, mientras estaba herida e inerme sobre el asfalto de Malabia al 900, en Villa Crespo.

La condena dictada contra Pérez fue por el delito de homicidio agravado por su condición de miembro de las fuerzas de seguridad (artículo 80, inciso 9º del Código Penal). Es lo que habían pedido para los tres acusados la fiscalía y la querella representada por la abogada y referente de la Correpi, María Carmen Verdú.

En tanto, a las agentes Manzanelli y López se les dictó seis años de prisión a cada una por un delito menor: “Lesiones graves”

Los fundamento se darán a conocer la semana próxima y a partir de allí la querella recurrirá a la Cámara de Casación. Se estima que lo mismo hará la defensa de los policías, con una apelación.

A pesar de que la prisión perpetua había sido solicitada para los tres pero recayó sólo en uno, la familia de la víctima se manifestó “conforme” con las penas. “Con la de Pérez estoy bastante conforme y respecto de las de Manzanelli y López, en parte. En realidad pensé que iba a quedar todo en la nada”, reconoció a Página|12 la expareja de Romano, Lucía Sánchez Cáceres, quien al escuchar la sentencia se quebró en llanto.

Verdú consideró que “el fallo es importante si se tiene en cuenta lo difícil que es conseguir una pena de ese tipo, que es la traducción del gatillo fácil de la policía”. “Es un triunfo importante para la lucha de la familia”, dijo a este diario.

Lo que quedó probado en el proceso judicial fue que Romano, herido de dos disparos y con una patada en la cabeza por parte de uno de los policías, no configuraba un peligro para los integrantes de esa fuerza. Por lo tanto pudo haber sido reducido, cargado en una ambulancia y llevado a un centro de salud en calidad de detenido.

Pero no. Cuando Romano herido intentó incorporarse levemente en medio del asfalto, recibió una andanada de disparos por parte de los tres policías, en una reacción propia de un pelotón de fusilamiento.

Si bien los fundamentos se darán a conocer la semana próxima, lo que pudo haber interpretado el tribunal al darle seis años de prisión a Manzanelli y López por el delito de “lesiones” es que ambas -que también dispararon a mansalva- pudieron no haber tenido la intención de matarlo.

Según los peritajes, los disparos que ellas hicieron fueron por debajo de la cintura mientras que el que dio en el pecho y ultimó al remisero fue Pérez. “Sería una interpretación muy benévola decir que tuvieron el dolo de lesionar y no de matar”, arriesgó Verdú.

Además de las penas diferenciadas, a los tres condenados se les impusieron nuevas medidas restrictivas: la prohibición para salir del país y el dictado de captura inmediata si lo intentaran, y la obligatoriedad de notificarse una vez por mes y de manera presencial ante el juzgado.

Por lo pronto, la querella va a pedir el replanteo de las condenas menores. “Diremos lo mismo que dijimos en el juicio: los tres policías actuaron sincronizadamente y con el mismo espíritu”, por lo tanto Manzanelli y López “son coautoras de homicidio agravado”, adelantó la referente de Correpi a Página|12.

Los policías Pérez, Manzanelli y López siguen siendo integrantes de la Policía de la Ciudad. Luego del crimen se les designaron tareas administrativas. Ahora, se puede tomar la decisión de apartarlos o dejar que continúen en la fuerza.

Lo que la familia de Romano quiere “es que en algún momento se haga efectiva la cárcel para los tres”, añadió Lucía, quien presenció todo el proceso junto con el padre de Claudio, que tiene más de 80 años.

La semana pasada, durante la segunda audiencia, los familiares de la víctima fueron intimidados por los policías que custodiaban la sala donde tuvo lugar el juicio. Lucía y su hijo recibieron un apriete propio del accionar mafioso por parte de una agente amiga de las dos acusadas.

Este mediodía, durante la lectura del fallo, ocurrió algo similar. Mientras Lucía se abrazaba y lloraba con Verdú tras escuchar la sentencia, la misma policía se les acercó y amenazó.

“Nos trató bastante mal, nos gritó y quiso echar del lugar”, contó. Mientras esto ocurría, otros policías que custodiaban la sala se abrazaban y besaban a sus pares que estaban sentados en el banquillo de los acusados.

Los abogados defensores habían planteado la hipótesis de la “legítima defensa” por parte de sus clientes. Lo hicieron sobre la base de los extraños hechos previos que habrían desencadenado el crimen.

Antes de ser asesinado, Romano salió de su auto ensangrentado con cortes en su abdomen y brazo, y con una navaja en la mano. Se dirigió al patrullero que estaba estacionado delante de él y tras una breve discusión con el agente Pérez, lo hirió. Luego se apartó del móvil y ahí recibió dos tiros que lo inmovilizaron.

Lo que ocurrió antes de que el remisero saliera herido de su auto podría explicar su agresión al policía, pero una maniobra irregular y encubridora hizo que los videos de esos momentos fueran desaparecidos.

Pero más allá de cualquier hipótesis, lo que se juzgó fue la conducta de los policías, que habiendo neutralizado al hombre de 39 años eligieron seguir disparándole hasta matarlo.

También cayó la versión del "brote" violento. Quienes declararon dejaron en claro que Romano era una persona "normal" y no agresiva.  

El fusilamiento de Romano fue un caso que conmocionó a la opinión pública tanto por la saña con que fue cometido como por la insistencia con que los medios de comunicación repitieron una y otra vez el video de la cámara de seguridad que captó el crimen, a pesar del dolor que ello le produjo a la familia.

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