Los motivos de un viaje largo y difícil

hace 5 month 14
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Teniendo a la vista el itinerario del exigente viaje emprendido por el papa Francisco por Asia y Oceanía, surge inevitablemente la pregunta de los motivos que impulsaron a Jorge Bergoglio a una travesía que, en doce días, lo llevará a recorrer 32.814 kilómetros, con 44 horas de vuelos en por lo menos siete desplazamientos importantes. Sobre todo teniendo en cuenta que, a sus 87 años, la salud de Francisco está naturalmente deteriorada y que el periplo le exigirá un esfuerzo que resulta exigente aún para una persona más joven. 

Si bien la respuesta al interrogante es en sí misma compleja también puede sintetizarse en la decisión personalísima del pontífice que anida tanto en su vocación misionera como en la concepción que tiene de su tarea al frente de la Iglesia Católica. Los más cercanos al hoy Papa no dejan de recordar que desde sus tiempos de seminarista jesuita en Buenos Aires, el joven Bergoglio siempre mostró su voluntad de ir como misionero a Japón. Sumado a ello, quienes lo acompañan ahora en el Vaticano saben que el Papa se siente más cómodo en el contacto con la gente –incluso si no es feligresía católica- que entre los muros de la Santa Sede. Asume su tarea en el Vaticano como una responsabilidad, pero no se siente a gusto con los protocolos y muchas de las tareas propias de su alta función. Y cuando alguien le recuerda sus limitaciones físicas –especialmente las restricciones en los movimientos- les cierra la boca diciendo que “se gobierna con la cabeza, no con la rodilla”.

En declaraciones a Vatican News el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, explicó que el viaje de Francisco está motivado precisamente por la búsqueda de proximidad con la gente. “Cercanía para escuchar, cercanía para hacerse cargo de las dificultades, los sufrimientos y las expectativas de la gente”, afirmó el prelado que conoce bien las motivaciones de Bergoglio.

Después de recordar que el viaje que ahora se realiza había sido programado hace años y fue postergado por la pandemia del covid-19, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle afirmó que el hecho de que Francisco haya retomado la iniciativa “es un signo de su paternal cercanía a lo que él llama las periferias existenciales”.

En ese marco se encuadra uno de los motivos principales del periplo. Esas “periferias” son también las fronteras del catolicismo y por eso la decisión de llegar hasta países y zonas donde la Iglesia Católica es minoritaria. Pero también hay que tener en cuenta que Jorge Bergoglio no deja de mirar a estos países (especialmente Singapur, última etapa de la gira) como la puerta de entrada a China un país al que, desde Roma, Francisco apunta como uno de los objetivos estratégicos de su pontificado. China y la Santa Sede deben renovar en octubre el acuerdo bilateral clave sobre nombramientos episcopales. El Papa está convencido de que Oriente es clave para el cristianismo del futuro.

En sintonía con lo anterior Francisco pretende con este viaje apuntalar su labor de diálogo interreligioso, basado en la certeza de que las grandes religiones monoteístas del mundo tienen que contribuir de forma mancomunada en la búsqueda permanente de la paz. De allí la importancia del encuentro de Bergoglio con el gran iman Nasaruddim Umar, en la mezquita Istiqlal de Yakarta (Indonesia). Allí los dos líderes firmarán un documento con gran centralidad en la “humanización” de las relaciones entre los pueblos y las culturas. 

Dentro del pensamiento papal el concepto anterior es complementario con la apertura de la Santa Sede y del propio Francisco al diálogo con los estados, una labor que Bergoglio viene practicando desde que se instaló en Roma. Intentos que ha llevado adelante con suerte diversa, también con frustraciones como la que viene acarreando en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Pero en esto Bergoglio siente que tiene que comprometer su peso aún a riesgo de eventuales fracasos. En gran parte de sus documentos, en particular en Evangelii Gaudium, el Papa sostiene que la unidad siempre está por encima del conflicto, que las diferencias se superan con el diálogo y que, en definitiva, la realidad está también por sobre las categorías con las que se la analiza.

Otro de los propósitos del viaje –algo que quedará reflejado en los discursos- es insistir sobre los riesgos del cambio climático, un tema permanente tanto en la agenda pontificia como en las acciones internacionales de la Santa Sede.

En relación al viaje y escribiendo para la agencia Fides, el analista internacional Victor Gaetan señala que “el Papa Francisco identifica tres áreas de diálogo cruciales para la búsqueda del bien común: el diálogo con los Estados, con la sociedad y con aquellos que no comparten la fe católica. Su itinerario es un claro reflejo de estas prioridades”, dice. 

A su regreso a Roma, quizás haya una definición –en un sentido u otro- respecto de la posibilidad del viaje a Argentina.

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